A las 4.20 pm del día 20 del cuarto mes del año 2017 se abrieron los cielos sobre Denver. Un manto espeso de humo hediondo invadió el interior de un templo en el barrio de West Washington Park. Los cánticos del grupo de hip-hop Cypress Hill señalaron la llegada de la fecha más sagrada del calendario cannábico con el himno fumeta Hits from the Bong. El incienso se reemplazó por los porros que los feligreses se pasaban entre ellos alcanzando el éxtasis con una alta dosis de relajación. Aquella tarde se inauguró la iglesia internacional del Cannabis.
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Los miembros de esta nueva agrupación se hacen llamar los elevacionistas, una religión sin jerarquías que rinde culto a la marihuana, un elemento sacro que consideran clave para llegar a estados de conciencias «que nos permitan aspirar a lo verdaderamente importante: la búsqueda de la felicidad».
Aseguran que no se trata de una treta legal para ponerse hasta las trancas de maría en un lugar inusual. «Es una iniciativa sincera para proveer un lugar de culto a todas aquellas personas que no se ven reflejadas por las religiones actuales», defiende Steve Berke, cofundador de la iglesia. Para ello disponen de una antigua iglesia apostólica rehabilitada con murales del artista español Okuda San Miguel, que el pasado diciembre pasó una semana con su equipo pintando los techos del templo de más de 113 años de antigüedad.
Berke, el principal impulsor de la iniciativa, es un excéntrico bon vivant de Miami que iba para profesional de tenis cuando una hernia discal acabó con su carrera antes de cumplir los veinte años. Creció pensando que la marihuana era el diablo, una visión producto de su educación estricta, pero acabó recurriendo a ella para calmar sus dolores de espalda tras la lesión. Su momento de iluminación plena llegaría unos años más tarde cuando participó en un reality protagonizado por Richard Branson llamado Rebel Billionaire. El y 11 concursantes intentaban hacerse un hueco en la empresa del magnate superando una serie de retos para mostrar su destreza empresarial (un formato similar a The Apprentice de Donald Trump). Tras finalizar la grabación, el equipo lo celebró en la isla privada caribeña de Branson. «Richard estaba de muy buen humor y de pronto sacó un gigantesco porro, lo encendió y me lo pasó. Si el era capaz de llevar un imperio y fumar marihuana de forma responsable, esta droga no podía ser tan mala como la pintaban».
A partir de entonces Berke se interesó cada vez más por la materia grabando vídeos paródicos en YouTube, versionando hits musicales y cambiando la letra para llenarlas de mensajes prolegalización del cannabis. Los vídeos cosecharon millones de visitas y lo metieron en la órbita de los movimientos promarihuana en el país. Aficionado a los gestos estrambóticos, se presentó dos veces para alcalde de Miami Beach llegando a quedar segundo con un programa basado en devolver la vida nocturna a la ciudad. En sus mensajes nunca faltaba la promesa de legalización de la marihuana y ataques jocosos a sus rivales. «Solo porque eres un paquete jugando al blackjack, no significa que deberías negar el derecho a otros a jugar», criticaba su rival en las elecciones defendiendo la necesidad de abrir un casino en la ciudad.
Su encuentro con lo que es hoy la sede de la iglesia internacional del cannabis fue menos estrafalaria. En un viaje a Denver para sondear oportunidades para los negocios inmobiliarios de su familia, un agente le enseñó una iglesia abandonada con posibilidades para ser reconvertida en apartamentos. «Mi primera impresión fue “¡vaya cueva espantosa!”», cuenta Berke. Durante meses ni siquiera volvió a pensar en el edificio hasta que un día su familia se encontró con un dilema financiero. Necesitaban comprar propiedades para no pagar impuestos de plusvalía y se le ocurrió hacerse con la iglesia pagando un millón de dólares por ella.
Berke defiende con vehemencia la validez de la religión pero sus motivaciones no son únicamente espirituales. La propiedad está registrada a nombre de Bang Holdings, una empresa de marketing fundada por él mismo especializada en el sector del cannabis. De hecho el mismo día de la inauguración su compañía lanzó un comunicado en el que resaltaba su papel como responsable de relaciones públicas del proyecto y el impacto que ha tenido en los medios de comunicación con apariciones en periódicos como The New York Times y The Huffington Post.
Para posicionarse en el incipiente mercado del cannabis, probablemente no podría haber escogido un mejor lugar que el estado de Colorado. Fundado a mediados del siglo XIX por blancos de ascendencia europea, los primeros asentadores llegaron a este estado atraídos por la fiebre de oro. Hoy llegan cada vez más asentadores de otro tipo atraídos por la fiebre de la marihuana que ha invadido Colorado desde que se convirtió en el primer estado en legalizar la ganja en 2012, junto con el estado de Washington.
Solo en 2016, la industria aportó más de 200 millones de dólares en impuestos a las arcas públicas. Los productos de marihuana que no son para uso medicinal tienen un impuesto especial del 10%, que ha contribuido a esta enorme recaudación. A cambio el estado regula el sector haciendo controles periódicos de calidad a los productos relacionados con la planta.
Más de un millar de empresas han surgido desde la legalización y ya hay más tiendas de venta de marihuana que locales de Starbucks y McDonald’s. Las más avanzadas invierten sumas enormes en I+D y diversifican su oferta con todo tipo de productos: desde marihuana artesanal a cremas elaboradas con ingredientes cannábicos. Marcas como Leaf, con sede en Denver, imitan las técnicas de marketing de las grandes multinacionales con ediciones especiales promocionadas por iconos fumetas como el rapero Snoop Dogg.
Las 5 empresas más grandes del sector cuentan con más de 2.000 empleados y están entre los sectores que más trabajos crean. El turismo cannábico se ha incrementado y se han generado nuevas oportunidades para sectores como la seguridad privada. Pese a estar legalizada en el estado, la marihuana sigue prohibida por el gobierno federal de Estados Unidos. Esto significa que los comercios no son capaces de aceptar tarjetas de crédito. Para transportar el dinero que ingresan necesitan carros armados que los llevan a los pocos bancos que tienen licencia para aceptar su dinero. Todo esto sin contar los sistemas de cámaras instalados para proteger los almacenes donde una buena cosecha de la planta verde puede tener un valor millonario.
En materia de empleo, los restaurantes se han encontrado con una escasez de trabajadores. Los ayudantes de cocina prefieren recoger marihuana por 22 dólares la hora en lugar de pasar horas interminables en una cocina por la mitad de ese sueldo. La industria de alcohol, que durante muchos años ha financiado a políticos en contra de la legalización de la maría, ha experimentado una bajada en las ventas de sus productos.
El ecosistema ha ayudado también a construir empresas expertas en la materia como The Marijuana Law Firm, con sede en Denver, un bufete que asesoró al gobierno de Pepe Mujica durante el proceso de legalización de la droga en Uruguay.
Como era de esperar, no todo es perfecto. La policía se queja del incremento de conductores que usan el coche bajo los efectos de la marihuana y la ausencia de un sistema para poder detectarlo similar a los controles de alcolemia. Critican que uno de los supuestos de la nueva ley es que liberaría a los policías para poder centrarse en crímenes más serios, pero aseguran que esto no se ha materializado todavía.
«Hay políticos preocupados por cómo la industria está usando las mismas tretas que la industria del tabaco para evitar cualquier tipo de regulación y atraen a sus clientes con publicidad» que ignora los efectos en la salud, relataba lanzó un comunicado en un artículo que analiza la evolución de la ley en el estado. Aunque está lejos de ser una epidemia, hay médicos preocupados por el incremento de intoxicaciones de niños que ingieren caramelos cannábicos que encuentran por casa.
En el terreno legal, el sector está nervioso por la llegada de Trump. Temen que su ola conservadora pueda acabar suponiendo trabas para el sector. En el propio estado, aunque más del 50% está a favor de mantener la legalización, sigue habiendo un tira y afloja entre los legisladores, algo que la propia iglesia del cannabis vivió hace unas semanas. Unos días antes de la inauguración de la iglesia la policía amenazó con arrestar a los congregantes si la ceremonia se realizaba a puerta abierta. Según las leyes de Colorado, el consumo tiene que ser a puerta cerrada o en un lugar privado con una licencia especial. Para evitar el cierre, los elevacionistas convirtieron el encuentro en una reunión por invitación y de esa forma se evitaron encontronazos con la ley. Al mismo tiempo, un político local llevó una propuesta a la cámara de representantes de Colorado con el objetivo de prohibir el consumo de cannabis en lugares religiosos. Una enmienda dirigida directamente a la iglesia y que por suerte para los elevacionistas fue rechazada por el resto de políticos locales por considerarla demasiado intervencionista.
La iglesia ya cuenta con los fundamentos para crear una religión: un credo, una imagen, un elemento sagrado y un lugar de culto. Ahora buscan dinero para seguir expandiendo la palabra de los elevacionistas. Para ello han recurrido al cepillo del siglo XXI, una campaña de crowdfunding en Indiegogo que ha conseguido 40.000 dólares. «Tenemos un calentador antiquísimo y si se rompe durante el gélido invierno de Colorado, estaremos obligados a cerrar durante meses», explican en el vídeo de presentación. También buscan fondos para mejorar la accesibilidad para discapacitados e instalar una cocina profesional que permite proporcionar comida para bodas, bautizos y comuniones. El espacio ya está abierto para cualquier pareja que desee casarse con el olor a ganja flotando en el ambiente.
Las aventuras de Okuda San Miguel en Denver
Todo comenzó con una petición en instagram. El artista español Okuda San Miguel recibió unas fotos por la red social de un desconocido que decía llamarse Steve Berke. Se declaraba seguidor suyo y aprovechó el mensaje para adjuntar unas fotos de un iglesia abandonada en Denver cuyos muros estaban pidiendo a gritos ser intervenidos. «Me enamoré del espacio. Parece que tengo un imán para reconvertir espacios arquitectónicos extraños y atípicos», cuenta el creador a Yorokobu.
Tiempo después Okuda visitó la feria internacional de Art Basel en Miami y se hospedó en la casa de Berke. El pacto de caballeros se selló y Okuda aceptó el encargo.
Antes de visitar la iglesia, el muralista santanderino evitó preparárselo demasiado. «Normalmente no hago bocetos, solo apunto ideas de composiciones o conceptos. Me gusta llegar al espacio que voy a intervenir sin ninguna idea preconcebida e inspirarme con el entorno y con las propias formas del edificio».
«Tuvimos una convivencia muy familiar con todo el equipo de la iglesia. Dormimos en unas habitaciones que estaban en el primer piso que permitía ver toda la iglesia a través de una ventana situada frente a la cama. Así podíamos ir pensando cuál sería el siguiente paso al despertar cada mañana. Nos sentimos como en casa. Paseamos al perro y jugábamos al fútbol en el parque aledaño. Fue muy guay».
Okuda no se considera elevacionista pero aceptó el reto para contribuir a dar una nueva imagen al mundo cannábico. Dice que nunca ha fumado marihuana pero le atrajo la cultura que se está generando en torno a la planta verde en Colorado.
Algunos días se sentía como uno de esos pintores de la antigüedad que pasaban meses pintando los techos de las grandes catedrales. «Pintar interiores de iglesias siempre te lleva a tener una sensación muy especial».
Una respuesta a «En Colorado hay más tiendas de marihuana que Starbucks, ahora tienen también una iglesia fumeta»
[…] del Cannabis pudiera tener sede en ambos países: pero ha sido en Colorado donde se ha fundado el primer templo de la religión de los elevacionistas: una religión igualitaria que rinde culto a la marihuana como elemento sacro para llegar al estado […]