¿Hasta qué punto las personas sobrestiman su comprensión del mundo? ¿Es el conocimiento que creemos poseer más superficial de lo que aparenta? Estas cuestiones obsesionaron a Frank Keil, un distinguido científico cognitivo que pasó gran parte de su carrera en Cornell antes de trasladarse a Yale en 1998.
Su investigación se centró en las teorías intuitivas que la gente elabora sobre el funcionamiento de las cosas, desde mecanismos cotidianos hasta conceptos abstractos. Sin embargo, cuanto más indagaba, más evidente se hacía la fragilidad de estas creencias: no solo eran incompletas, sino a menudo ilusorias.