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Ilustraciones que muestran cómo cocinamos nuestros propios sufrimientos

Asko-Sako

Ilustración de Asko-Sako

El ilustrador Sako-Asko muestra cómo el ser humano es una víctima de sí mismo. Practicamos funambulismo sobre una cuerda que separa la realidad del absurdo y casi siempre acabamos dejándonos caer del lado del segundo. Los personajes de sus viñetas ejemplifican las distintas estrategias que seguimos para inventarnos un universo del que somos el centro.

Detrás del pseudónimo Sako-Asko, se encuentra Santiago Oliveros, un joven artista que nos observa y encuentra las brechas que nos hace vulnerables. Ejemplos: un niño dubitativo que decide construirse con telas y cartones un infierno rojo de fantasmas que acechan para luego aterrorizarse de su propia creación; un joven mirando una chinita en una mesa e imaginándose aplastado por ella, o un juez iracundo que se aplasta su propia lengua con la maza de dictar sentencia.

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Sus influencias a nivel estilístico van desde las ilustraciones de los libros de texto del colegio y los manuales de instrucciones de los aviones hasta Tintín o artistas como Jannet Murrel, Toshio Saeki o Daniel Clowes. Quizás, por esa combinación, su obra nos acecha, al mismo tiempo, de forma amigable y tétrica.

A Oliveros le fascina el comportamiento humano. Detrás de su serie de Instagram, se acumulan lecturas de psicología y literatura. Se confiesa admirador de Carl Gustav Jung, Sigmund Freud, Hermann Hesse o Joseph Campbell. Decidió el enfoque conceptual de sus dibujos cuando se percató de una carencia: «Cuando yo empecé veía que las caricaturas eran más que todo políticas y yo quería orientarme más a la reflexión interior», explica a Yorokobu.

Sako-Asko

El autor trata de desentrañar el motor de nuestras inercias y nuestras formas de procesar la vida: «Me causan mucha fijación los significados. Funcionamos por el significado. Un ramo de rosas puede sugerir amor a una persona y cursilería a otra. Así trato de que funcionen también los dibujos». Estos son objetos, reflexiona, que entrañan una significación especial y determinados motivos que, por muy pequeños que sean, pueden sobrecoger al espectador.

«Me llama mucho la atención cómo se mueve el inconsciente de las personas al actuar o afrontar ciertas situaciones, quizás la persona no sabe por qué siente algo, pero siempre hay una razón». Y esa razón es el centro de la búsqueda de su trabajo.

Sako-Asko

Las viñetas desvelan la voluntad, la iniciativa personal que se esconde debajo de padecimientos que, luego, consideramos inevitables y fatales. «El sufrimiento está totalmente atado a la terquedad, a que si no suceden ciertas cosas que esperamos no estaremos completos y la vida será miserable». Según él, la obstinación en nuestros juicios sobre la vida está en la raíz del sufrimiento. Cuando determinas que una cosa es la buena y otra es la mala, estás preparando el terreno, construyendo una losa para que, en el caso de que nos ocurra lo malo, nos provocará un dolor intolerable. Pero uno, indica Oliveros, no conoce el futuro y no sabe cómo nos afectarán las cosas que todavía no hemos experimentado: «Sufrimos por puras estupideces».

Sako-Asko

Una frase de Joseph Campbell describe el ensimismamiento que Oliveros representa en su obra gráfica: «Estamos tan ocupados en hacer cosas para lograr fines con valores externos que olvidamos que el valor interior, el éxtasis que se asocia con la vida, es lo único que importa».

En una de sus viñetas aparece un pasaje de autobús en el que se ve la palabra «suposición», y en la parte recortable del mismo: «tiquete de ida al infierno». En otra, dos hombres atrapados en sendas camisas de fuerza dialogan:

—¿Qué marca es tu camisa?

—Fe sin hechos, ¿y la tuya?

Sako-Asko

De nuevo, la obcecación en uno mismo, en los humos propios. «Desde mi experiencia miro los momentos más chéveres de mi vida y me doy cuenta de que eran momentos en los que estaba presente, haciendo algo concreto, y, por otra parte, los de más ansiedad son aquellos en los que pensaba en cosas que no habían pasado o distorsionaba recuerdos. Ese diálogo interior acompaña al ser humano, es un método evasivo de la realidad; por miedo».

A este instinto de Harry Houdini que nos domina a todos se ha sumado el instrumento de las redes sociales, que son el mejor ecosistema para el escapismo. «Las redes son la máxima expresión de la búsqueda de aprobación. Es un mundo de mentira donde publicas cosas que quisieras ser, pero no lo que eres».

Sako-Asko

Inmediatez, reconocimiento, seguir la ola, consumo, adicción a las gratificaciones automática… En una de sus ilustraciones, una turba de periodistas, culturetas, periodistas, chicas selfie, admiran un zurullo rodeado de moscas dentro de la vitrina de un museo. En la calle, en un cubo de basura, brilla un diamante. La idea le surgió al ver cómo algunas canciones (pone el trap como ejemplo) acumulan millones de visitas, mientras que otras composiciones más sofisticadas transitan por internet como matojos por el desierto. De esa misma manera, en el mundo que corre, la parte más auténtica de nosotros vuela sin asideros mientras que la faceta más superficial engorda me gusta tras me gusta.

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