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Creatividad

Una ilustradora erótica experta en sufrir la censura de Instagram

La ilustradora Nikki Peck es una experta en el oficio de huir de la censura de Instagram. Goces explícitos, genitales, cuerpos que expresan experimentación, soledad, éxtasis, exploración, rareza, desesperación.

Son desnudeces que se aceptan a sí mismas (o que, sencillamente, no se interrogan) y que asumen el placer como un elixir adictivo y necesario para la supervivencia. Y todas, filtradas por una lente profundamente femenina.

A pesar de la viveza y la desnudez con que dibuja las escenas sexuales, Peck no suele caer en la cosificación o en la mecanización pornográfica del acto (y cuando parece hacerlo, no es tanto un producto porno como una muestra de alguien que aspira a verse pornográficamente). Peck ofrece carnalidad humanizada, febrilidad psicológica, y puede hacerlo con soltura porque en su archivo hay mucho de autobiografía.

‘In Heat’
‘I yawn at the world’

«La mayoría son mujeres adultas jóvenes curiosas, sexuales, y terminan pareciéndose involuntariamente a mí misma. Pero tal vez la mitad de lo que dibujo proviene del auto voyeurismo, imágenes tomadas de mí misma por mí misma. Me baso en experiencias, recuerdos, fantasías», confiesa Peck.

Durante mucho tiempo, recibió encargos: personas que le pagaban por ilustrar una fantasía. «Recibí peticiones extremadamente cuestionables». Ahora se ha alejado de ese tipo de trabajos, pero su capacidad para recrear gráficamente sueños calenturientos de otros le proveyó una capacidad para deslocalizar su imaginación y salir de sí misma.

‘Theres no place like Dungeon’
‘Free the pits’

También se inspira en novelas gráficas, peticiones de seguidores o de amigos. «Estoy interesada en los cuerpos femeninos y siempre estoy buscando modelos nuevos». Sus dibujos son un continuo ir a la mujer («exploro el desarrollo histórico y la progresión del desnudo femenino») para llegarse a sí misma: «Representar la sexualidad a través del arte me ha permitido explorar ciertos sentimientos de vergüenza, culpa y curiosidad en mi propia vida».

Sus ilustraciones juegan con roles y barreras: los burlan, los desprecian o coquetean con ellos. Pretende ayudar a «abrazar el sexo como un deseo humano natural y placentero». Hay, no obstante, corpiños que no rompe: sus personajes suelen ceñirse a los canones de belleza aceptados. Aunque esto, más que un posicionamiento estético, es tal vez el resultado de filtrar todas sus ensoñaciones a través de su misma (ese auto voyeurismo).

El componente voyeur aporta narración a sus imágenes: se solapan los planos psicológicos de quien vive y de quien se asoma y espía un momento que no le pertenece. Esos encuadres caldean el erotismo de los dibujos y les dan un aire de osadía y de cosa robada; de algo que no se consume por elección sino que se encuentra por azar.

‘Leather Looks (selfie)’
‘Girls on a picnic’

Asegura que no persigue el morbo vacío: «Mi interés es crear imágenes de relaciones femeninas y yuxtaponerlas visualmente a temas de depredación sexual, poder y control». Peck enumera así las teclas que trata de pulsar: «Represión, psicología, provocación, narcisismo, explotación, vergüenza, liberación, poder, control, prejuicios…».

No persigue el morbo, pero los mecanismos censores de Instagram no perciben el matiz. «Mi cuenta ha sido eliminada en numerosas ocasiones. Ciertas publicaciones continúan borrándose y siempre recibo informes. Debo tratar Instagram como una plataforma útil para difundir mi trabajo y atenerme a las reglas con un reenvío de esa imagen recortada o censurada», asume.

‘When you finally find youself’
‘Took a Sip’
‘The Sleepover» from Hands Off My Cuntry’

Tampoco perciben el matiz artístico los observadores mojigatos que campan por la red. Peck recibe ataques frecuentemente. «Nos guste o no, la mayoría de las personas asume que lo explícito y provocador es pornográfico. El arte erótico debe ser sobre la exploración sexual abierta, el empoderamiento femenino, y debe desafiar los tabúes».

En su opinión, para que el arte cumpla su papel social de ruptura, las representaciones deben ser «sexys, consentidas y estimulantes». Gracias a las artistas que lo afrontan de este modo, «la representación del deseo femenino es cada vez más reconocida y aceptada».

Se trata, en resumen, de poder: del derecho a expresar sin tapujos la naturaleza femenina: aquello que cada una sienta como su naturaleza. «Destaco la interacción obvia, irónica, conmovedora y mundana de la mujer y de la existencia cotidiana. Uso el humor para resaltar fallas y la doble moral que la sociedad nos impone».

‘Weapon in hand as we go for a ride’

Por Esteban Ordóñez Chillarón

Periodista en 'Yorokobu', 'CTXT', 'Ling' y 'Altaïr', entre otros. Caricaturista literario, cronista judicial. Le gustaría escribir como la sien derecha de Ignacio Aldecoa.

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