«Si el final del siglo XX fue sobre la información haciéndose digital,
el siglo XXI será sobre acercar el mundo virtual y el físico».
Hod Lipson y Melba Kurman
Muchos consideran la impresión 3D una nueva revolución industrial porque cambia las reglas de la producción en masa: hay una vuelta a la personalización. También supone volver a convertir en algo palpable todo lo que convertimos en un montón de bits cuando parecíamos poseídos por la fiebre de la digitalización del siglo XX. No solo eso. Que cada vez más gente pueda tener una impresora 3D en su casa o en la oficina está consiguiendo que la barrera entre consumidores y productores sea cada vez más fina.
Sobre estos cambios y estas posibilidades trata la exposición 3D. Imprimir el mundo, comisariada por los diseñadores Carmen Baselga y Héctor Serrano, que puede visitarse en el Espacio de Fundación Telefónica de Madrid hasta el próximo 22 de octubre.
10 cosas que quizá no sabías que podían hacerse con impresoras 3D
1. Cuestionar la idea de arte y propiedad. Gracias a la digitalización, el famoso busto de Nefertiti cupo escaneado en solo 100 Mb de información digital. A partir de ese archivo, y usando una impresora 3D, es posible realizar una copia tan fiel del original que puedas llegar a confundirla. La reina egipcia en el salon de tu casa. Vale, no es la auténtica, pero ¿quién va a ir a confirmarlo?
2. Reducir la huella medioambiental. Por ejemplo, enviando souvenirs por correo electrónico para que cada uno se los imprima en su casa o realizando objetos de porcelana u oro bajo demanda en lugar de al por mayor. Esto es algo que ya hace la tienda OTHR.
3. Mejorar la vida de personas discapacitadas. ¿Cómo? Mediante la creación de prótesis —como en los proyectos «Una mano para Mariam» o «Proyecto Daniel»— y de «covers protésicos». Gracias a su estética y a los implantes fabricados, estas piezas impresas en 3D ayudan a que los pacientes se sientan más seguros de sí mismos.
4. Crear con mayor eficiencia un sinfín de objetos cotidianos: plantillas, gafas, juguetes, ropa, calzado… En mucho casos, el proceso de impresión 3D hace que objetos tradicionales puedan tomar formas diferentes que los haga igual de funcionales, pero con otro estilo. Un ejemplo sería la peonza. Actualmente se fabrican con forma simétrica porque, de no ser así, no podrían girar. Sin embargo, mediante un programa que calcule la densidad y las proporciones, es posible realizar peonzas asimétricas, con formas caprichosas como las que creó el Disney Research Team.
Las primeras impresoras 3D, allá por los años 60, se limitaban a fabricar prototipos de objetos que después eran fabricados de forma tradicional. Solo en la última década estas impresoras han empezado a crear productos acabados y listos para su utilización.
5. Crear piel humana, que puede ser usada tanto en transplantes como para testar productos médicos.
6. Reciclar. El proyecto The New Raw Plastic utiliza residuos plásticos para crear piezas 3D.
7. Construir casas, aviones o puentes. El primer puente del mundo realizado con una impresora 3D está ¡en Alcobendas! Mide 12 m y está hecho de hormigón y fibra de vidrio.
8. Fabricar algo entre miles de personas. Es lo que ha hecho el proyecto colaborativo EGG de Michiel van der Kley: una gran estructura formada por pequeñas piezas que distintas personas han fabricado en sus impresoras 3D en distintas partes del planeta.
9. Cocinar. La impresión de comida despierta una gran curiosidad y, a la vez, un poco de escepticismo. Se puede imprimir en muchos materiales y nada impide que, además, se coman. Por ejemplo, la empresa Pixsweet, bajo el lema «Taste the internet», crea polos comestibles en 3D. Pero quizá la posibilidad de que en un futuro podamos comer un filete de ternera sin sacrificar al animal replicando células vivas sea la opción preferida de los animalistas y defensores de los derechos de los animales. ¿Significará el fin del veganismo?
10. Un sinfín de posibilidades más. Al ser un área en constante evolución, las posibilidades parecen infinitas. Actualmente, los investigadores están experimentando con metamateriales cuya microestructura interna combina partes blandas y duras, consiguiendo así que estos realicen alguna función mecánica. También se coquetea con tejidos programables, estructuras que posteriormente se transformen de forma programada con antelación. El profesor Skylar Tibbits llama «4D» a la posibilidad de realizar objetos con materiales biológicos para que cambien de forma y propiedades con el tiempo.
Muchos de los objetos que nos rodean podrían estar dentro de muy poco impresos en 3D. Esto no será una extravagancia, sino un resultado lógico de las ventajas de este método de producción.
10 ventajas de la producción con impresoras 3D
1. La complejidad no eleva el coste. El hecho de que un objeto tenga formas o acabados más elaborados no añade tiempo ni habilidad al proceso.
2. La variedad sale gratis. Se acaba lo de tener que encargar un mínimo de productos idénticos en un mismo pedido para que este sea rentable económicamente. ¿Necesitas solo uno? Pues uno tendrás. Ninguno más.
3. No precisa ensamblaje. Esto es gracias a la impresión por capas: es posible crear a la vez dos piezas que irán insertadas la una en la otra (por ejemplo, una bisagra y una puerta) sin tener que crearlas por separado y posteriormente ensamblarlas. De esta manera, se ahorran pasos y no se aprecian los puntos de unión consiguiendo un mejor acabado.
4. Elaboración bajo demanda. La posibilidad de imprimir en cualquier sitio hace innecesario tener un inventario físico y simplifica los procesos de envío y almacenaje.
5. Diseño ilimitado. Al contrario que los artesanos o las fábricas, que están limitados por su habilidad o por los moldes y máquinas que utilizan, en la impresión 3D las posibilidades de diseño son ilimitadas.
6. No precisa habilidades manuales.
7. Fabricación compacta y portátil. Una máquina industrial solo puede fabricar objetos de menor tamaño que ella. Algunas impresoras 3D tienen brazos robóticos que permiten fabricar objetos mayores que la propia máquina. Además, como ocupan poco espacio, pueden tenerse en casa o en la oficina.
8. Generan menos residuos. Esto ocurre porque no hay piezas sobrantes. Por poner un ejemplo, cuando se trabaja el metal con técnicas tradicionales se desperdicia en torno a un 90% del material.
9. Permiten infinita variedad de materiales. También es posible en ellas mezclar materias primas en un mismo objeto. (En la imagen, tres bolas de distintos materiales hechas con fabricación tradicional y una bola impresa en 3D que contiene varios materiales mezclados).
10. Reproducción física precisa. Al igual que ocurre con la música copiada digitalmente, una réplica realizada con impresión 3D no pierde calidad con respecto a su original.
Una respuesta a «¿Sabías que puedes hacer todo esto con una impresora 3D?»
Pues que comiencen a regalar por internet por todo lado objetos 3d para imprimir, desde, juguetes antiguos; dinkis, aviones, camiones de coleccion, radios o bellos componentes de sonido de adorno, muebles, personajes de mangas, celebridades, realdolls (esto restringido claro) que luego se puedan editar, agregarle adornos alargar, cambiar tamaño con algún facil software
Asi aceleramos ventas y revolucion.