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Sexo en familia

Hace unos meses abordamos aquí el «incesto responsable, y con moderación». Hoy volvemos sobre el tema con un enfoque diferente, que se ciñe de manera exclusiva a la llamada consanguinidad fraternal.
(Opinión)
Ya señalamos entonces que Calígula, quizá injustamente demonizado por los historiadores y por el novelista Robert Graves, siempre estuvo enamorado de su hermana Drusila. Y su esposa Cesonia, no solo lo entendió, sino que también compartió con su marido la pasión carnal y emocional por su cuñada. Ambas se devoraron mutuamente en interminables sesenta y nueves aderezados por el seis (¿o el nueve?) del propio Calígula, que asistía gustoso a esas veladas de aroma sáfico, pero de fondo dionisíaco.
Tinto Brass nos muestra estas excitantes escenas con todo lujo de detalles en su película titulada precisamente Calígula (1979), en la que el protagonista es Malcom McDowell, Cesonia está interpretada por una espléndida Helen Mirren y a Drusila le daba vida la bella Teresa Ann Savoy, que por aquel entonces era modelo para la revista Penthouse, coproductora del filme. Todo un lujo.
Hoy día cada vez más gais, lesbianas o transexuales salen del armario… pero el armario del incesto es mucho más oscuro, profundo y frecuente de lo que nadie quiere admitir.
Como hemos referido en la cabecera de este artículo no nos referimos al incesto paterno filial, que tiene connotaciones legales y morales en las que este cronista no quiere entrar. No hablamos de violaciones, ni de pedófilos ni de nada remotamente parecido. No. Nos referimos exclusivamente al sexo consentido y gozoso entre hermanos. O al amor fraternal extremo, que casi es lo mismo…
[pullquote class=»right»]Años más tarde, el recuerdo es sepultado por un montón de escombros ideológicos[/pullquote]
Puede suceder en un estadio temprano de la adolescencia, sobre todo si ambos hermanos tienen edades similares, comparten habitación y sus bombas hormonales estallan de manera simultánea. A veces se trata de episodios aislados, pero en algunos casos la relación se prolonga durante toda la vida aunque para guardar las apariencias cada uno funde su respectiva familia.
Muchos lectores (y lectoras) es probable que atesoren un recuerdo turbio, enmascarado, guardado bajo siete candados… en el que tuvieron un intercambio sexual con su hermano o con su hermana… Bajo las sábanas, juntos descubrieron sus cuerpos, con la confianza que brinda haber crecido juntos. Años más tarde, el recuerdo es sepultado por un montón de escombros ideológicos. Pero lo que sucedió… sucedió.
Si usted no tiene hermanos ni hermanas, puede hacer un ejercicio de imaginación y fantasía, e interiorizar que comparte linaje y sangre con su pareja mientras hacen el amor. Es probable que experimente un incremento de la libido y la excitación, provocado por eso que viene a llamarse comúnmente «la atracción por lo prohibido».
Lord Byron, un modelo de ser humano libre, desprejuiciado y absolutamente amoral (que no inmoral) tuvo una intensa relación carnal con su hermana Augusta Leigh; Albert Einstein se casó con su prima hermana Elsa Lowenthal más o menos cuando estaba formulando la teoría de la Relatividad, demostrando que todo es relativo… Por su parte, Charles Darwin tuvo varios hijos con también con su prima hermana (¿qué tendrán las primas hermanas?); y a la mismísima Angelina Jolie se le atribuye una relación sentimental con su hermano James Haven que hace las delicias de los tabloides, la prensa amarilla y el blog americano de cotilleos TMZ.
Desde aquí solo podemos recomendar tener muy en cuenta las consecuencias funestas de la consanguinidad, que cualquier ciudadano puede apreciar si observa con detenimiento el árbol genealógico de los Borbones

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