Es el más feo de todos los monstruos. No tiene dientes afilados ni uñas largas ni cuernos ni más patas ni ojos de lo normal. Pero la enfermedad es el ‘coco’ más desalmado, aunque la mayoría de los niños ni lo sepa. No se esconde en los armarios ni se agazapa en la oscuridad pero, cuando aparece, a muchos les roba su tesoro más preciado: sus ganas de reír. Y a veces hasta les castiga con no salir a jugar al parque con sus amigos.
Pero, como todo los monstruos, también tiene sus puntos débiles. Mónica Esteban lo comprobó en la primavera de 2010 al visitar al hijo de una amiga que estaba recibiendo un tratamiento de quimioterapia en el hospital. Al entregarle una PlayStation, la cara del niño cambió de repente. Su sonrisa reapareció en su rostro. Estaba claro que ahora tenía más armas con las que combatir contra lo que le tenía allí recluido.
Mónica entendió que con un buen arsenal de estas maquinitas era posible derrotar al enemigo. O, al menos, lograr que los niños con cáncer afrontaran su enfermedad con el mejor ánimo posible. Y entonces empezó el ‘rearme’. “Comenzamos a recoger las consolas fijas y portátiles que la gente ya no usa y las donamos a hospitales que disponen de áreas de oncología infantil”. Los aliados a la causa de Mónica iban en aumento. Pronto formaron un equipo, el de Juegaterapia, que siguió creciendo hasta convertirse en la Fundación que es hoy.
“Creemos firmemente en los beneficios que el juego tiene en los niños hospitalizados durante largas etapas. Al estar fuera de casa, alejados de los suyos y en un entorno desconocido, la experiencia hospitalaria a menudo genera ansiedad y angustia en los pequeños. Además, en algunas ocasiones, los niños son sometidos a tratamientos que requieren cierto grado de aislamiento por el riesgo de infección y no pueden asistir a las ludotecas del hospital”.
Con su colaboración, las áreas infantiles de los hospitales oncológicos comenzaron a cambiar. En los pasillos se oían más risas. En las habitaciones, los minipacientes amenizaban las horas ayudando a un fontanero con bigote a liberar a una princesa o lanzando una bandada de pájaros contra los cerdos verdes que acaban de robar sus huevos. Su aventura virtual les ayudaba a olvidarse por un tiempo de su enfermedad.
Algunos jugaban con sus propias consolas o tablets, pero otros muchos lo hacían con las cedidas por particulares, empresas, colegios, universidades… “Contamos con muchos colaboradores que nos facilitan la vida, como PlayStation o Envialia, que nos ofrece la posibilidad de que la gente de toda España realice sus donaciones sin que el envío les genere coste alguno”. Cada consola lleva una etiqueta con los datos del donante “para que el niño que la reciba pueda mandarle un mensaje, un dibujo o un inmenso ¡Gracias!”, añaden desde la Fundación.
A jugar, a la azotea
Después de las consolas llegaron las excursiones a los campos de entrenamiento de equipos de primera división, la redecoración de las habitaciones, la organización de conciertos en los hospitales, la renovación de los televisores que estaban estropeados…
Y llegó un día en que desde Juegaterapia consideraron que se podía hacer todavía más. Miraron hacia arriba y comprobaron que al hospital La Paz le faltaba algo en su tejado, justo en la azotea, donde había… NADA. Más de 700 m2 en desuso. “¿Y si se transformara en un jardín?”, pensaron.
Y la segunda, también. Se trataba del estudio A-cero, de Joaquín Torres, que se ha encargado del proyecto de forma desinteresada. Desde el pasado mes de junio, la azotea de La Paz ha sustituido el hormigón por césped artificial y ahora está plagada de árboles, bancos, columpios…, pero también de setas gigantes, caracoles, mariquitas….
La financiación del proyecto ‘El Jardín de mi Hospi’ de La Paz ha sido 100% privada, y en ella han participado empresas como Axel Springer, Bricor, Proimed o Roche Pharma. Aunque la mayor parte de los fondos provienen de los SMS recibidos tras la llamada realizada por Vicente del Bosque desde ‘El Hormiguero’. De hecho, uno de los personajes del programa, El Hombre de Negro, es el Presidente de Honor de la fundación.
Otro jardín a punto de brotar
El jardín de La Paz es un proyecto pionero en España. Aunque dentro de poco dejará de ser el único. Un segundo jardín ya se está planificando en la azotea del Hospital 12 de Octubre, también en Madrid. En esta ocasión será el estudio Moneo+Brock los encargados de la obra.
El jardín se situará en una zona de terraza y azotea contigua al aula escolar del hospital de forma que algunas de las actividades lectivas se podrán realizar allí mismo. Contará con zonas de juego protegidas con toldos, un huerto al lado de las ventanas del colegio, una fuente, una poza con peces, un telescopio, un molino, un refugio rústico, un aula invernadero para que los niños salgan en todas las épocas del año y un pequeño teatro con gradas y pantalla de exterior. Incluso se han diseñado áreas para que tanto los niños como los familiares o los adolescentes puedan disfrutar de su propio espacio y crear pequeñas zonas para relajarse.
“Queremos que los niños, los protagonistas, encuentren en el jardín un espacio que entiendan como suyo. Un refugio, un escondite, su mundo, su paisaje, un sitio para la ensoñación y donde el contacto con la naturaleza, flores, frutos, colores y olores despierten sus sentidos”, explica Belén Moneo, codirectora del estudio de arquitectura que lidera el proyecto.
Al igual que su predecesor, el jardín del 12 de Octubre contará con financiación exclusivamente privada. La maquinaria recaudatoria de Juegaterapia ya se ha puesto en marcha.