Jorge Pensi (Buenos Aires, 1946 – Barcelona, 2025) fue mucho más que un diseñador: fue un poeta del metal, un arquitecto de la ligereza. Falleció el pasado 7 de noviembre a los 79 años en Barcelona, víctima de un infarto, dejando tras de sí una obra que definió el diseño español contemporáneo.
Su nombre quedará para siempre ligado a un objeto tan cotidiano como eterno: la silla Toledo. Diseñada en 1988, fabricada íntegramente en aluminio e inspirada en la clásica silla de café española, la Toledo nació con una vocación universal. Su forma ergonómica y sus curvas orgánicas convirtieron la frialdad del metal en una experiencia emocional.
Dicen que la idea surgió al observar una máquina de cortar carne fría. Donde otros veían grasa y engranajes, Pensi vio belleza. Quiso darle al aluminio la suavidad de una curva humana… y lo consiguió.
Ligera, apilable y casi indestructible, la Toledo es una pieza que refleja el mundo que la rodea —literalmente—. Su superficie espejea la luz, el aire y a quien se sienta en ella. Fue la silla oficial de la Gran Manzana y se convirtió en un símbolo del diseño español más allá de nuestras fronteras.
Cuando la empresa Amat-3, que la fabricaba originalmente, cerró, la firma Resol la rescató en versión de polipropileno: más ligera, más accesible, pero igual de bella. Una prueba más de que los buenos diseños no mueren: evolucionan.
«Tenía poco miedo y muchas ganas de volar», recordaba su amigo y socio Roman Proubasta. Y eso fue exactamente lo que hizo Pensi: volar con cada objeto que diseñó. Traducir la materia industrial en emoción.
Desde el mundo del diseño, muchos han querido rendirle homenaje. Entre ellos, Mayka Alonso, la mente detrás de El Almacén Alonso, quien afirmaba: «Me habría encantado conocerlo. Como diseñador fue increíble, pero creo que además era una bellísima persona». Y añadía: «Creó la famosísima silla Toledo, aunque soy muy fan de la lámpara Regina, que es una pieza preciosa».
En la Toledo —y en cada una de sus creaciones— hay algo más que metal. Hay una forma de entender el diseño como gesto poético, como una manera de mirar el mundo con curiosidad. Un recordatorio de que incluso una silla puede tener alma.
Muere Jorge Pensi, pero su obra sigue ahí: brillante, esperándonos en cada terraza. Un hombre que nos enseñó que diseñar, al final, era otra forma de vivir con libertad.