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Ya existen los helados que no se derriten

El calor derrite por igual las neuronas y los helados. Lo primero se palía en parte con un sombrerito y un poco de sombra que refresque ese cuerpo serrano y su torre de control.

Para lo segundo, conseguir que un polo no se derrita en cuanto lo sacas del congelador, los japoneses ya han encontrado la solución. Así lo cuenta el diario nipón Asahi Shimbun.

Hay que viajar hasta la ciudad de Kanazawa, en Japón, para conseguir un Kanazawa Ice, que es como la tienda que los vende ha bautizado al producto.

Igual que pasara con los rayos X, los post-its o el microondas, también el helado que no se derrite ha sido descubierto por casualidad. Tras el desastre que supuso para el país el terrible terremoto y tsunami del 2011, la compañía Biotherapy Development Research Center se planteaba cómo podía ayudar a los recolectores de fresa de la región de Miyagi a recuperarse.

Dejado atrás el cataclismo, los agricultores pusieron de nuevo en marcha sus cultivos, pero la apariencia de los frutos que obtenían no era apta para comercializarlos en los mercados. Así que la compañía empezó a estudiar qué otros usos podía tener el polifenol de las fresas.

Fue entonces cuando se les ocurrió pedir ayuda a un chef pastelero de la región de Miyagi para que intentara crear un dulce usando ese elemento obtenido del fruto rojo. El chef aceptó el encargo y poco después envió una queja al Centro:  la crema se solidificaba inmediatamente al entrar en contacto con el polifenol. Y se mostraba preocupado porque este contenía «algo sospechoso».

Vale, pensó la compañía. No sirve para hacer pasteles, pero ¿helados? Y ¡voilà!, ya lo tenían. El polifenol líquido, según explica al diario japonés Tomihisa Ota, profesor emérito de Farmacia de la Universidad de Kanazawa y creador de estos helados, hace que la grasa y el agua no se separen al hacer la mezcla base, incluso aunque en el exterior caiga todo el fuego del infierno. Los Kanazawa Ice comenzaron a comercializarse el pasado mes de abril y a juzgar por los comentarios en Twitter, están siendo todo un éxito. Recientemente se han expandido también a Tokio y Osaka.

Por Mariángeles García

Mariángeles García se licenció en Filología Hispánica hace una pila de años, pero jamás osaría llamarse filóloga. Ahora se dedica a escribir cosillas en Yorokobu, Ling y otros proyectos de Yorokobu Plus porque, como el sueldo no le da para un lifting, la única manera de rejuvenecer es sentir curiosidad por el mundo que nos rodea. Por supuesto, tampoco se atreve a llamarse periodista.

Y no se le está dando muy mal porque en 2018 obtuvo el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, otorgado por la Asociación de Prensa de Valladolid, por su serie Relatos ortográficos, que se publica mensualmente en la edición impresa y online de Yorokobu.

A sus dos criaturas con piernas, se ha unido otra con forma de libro: Relatos ortográficos. Cómo echarle cuento a la norma lingüística, publicada por Pie de Página y que ha presentado en Los muchos libros (Cadena Ser) y Un idioma sin fronteras (RNE), entre otras muchas emisoras locales y diarios, para orgullo de su mamá.

Además de los Relatos, es autora de Conversaciones ortográficas, Y tú más, El origen de los dichos y Palabras con mucho cuento, todas ellas series publicadas en la edición online de Yorokobu. Su última turra en esta santa casa es Traductor simultáneo, un diccionario de palabros y expresiones de la generación Z para boomers como ella.

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