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Las criaturas improbables de Karol Banach

Hace mucho, mucho tiempo, por la puerta giratoria de la cabeza de Karol Banach comenzaron a entrar perlas de inspiración. Eran pequeñas y deliciosas influencias que construyeron un universo personal que ahora, cuando ya es un ilustrador hecho y derecho, irriga el papel que mancha. Así es como el diseñador polaco crea sus escenarios repletos de criaturas improbables.

Karol Banach se confiesa seguidor de pintores de letras grandes como Gauguin, Basquiat o, por encima de todos, Pablo Picasso, «no solo como creador sino como hombre con una gran energía creativa». Sin embargo, sus mayores influencias vienen de algo que poco tiene que ver, en principio, con las artes gráficas. «La música. Me gusta el jazz, el hip hop, el rock, la electrónica… La música es lo que me empuja a hacer algo», explica.

A partir de una melodía, de una canción, de un disco, Banach introduce situaciones cotidianas divertidas o algunas no tan divertidas pero con un mayor componente onírico. El recorrido lo completan las influencias de otros artistas a los que admira como Ola Niepsuj -quien le animó, en una conversación cara a cara, a dedicarse a esto-, Mike Perry, Martin Nicolausson, Lotta Nieminen o Sarah Mazetti.

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El ilustrador polaco admite que su historia no es extraordinaria. «Dibujo desde que era muy pequeño. Mi padre me animaba a ello», cuenta. «Comencé con dinosaurios, cómics o personajes fantásticos inspirados en el juego de cartas de Magic the Gathering».

Karol Banach se considera afortunado porque «mi proceso creativo funciona de manera muy simple. Sencillamente me siento con papel y lápiz y las ideas brotan. Hay veces en las que el trabajo me gusta menos o me siento algo perezoso». En ese momento, el diseñador recurre a Picasso. «Su fuerza creativa me eanima y me empuja atrabajar más tozudamente».

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