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Creatividad

Lecciones de historia a través de coches en Estados Unidos

Kevin Cyr lleva diez años pintando automóviles viejos, muy usados, grafiteados, tagueados y roñosos. Sus pinturas son reconocibles por una estética realista, casi fotográfica, siempre sobre fondos neutros como si los vehículos estuvieran sacados de contexto y metidos en un estudio.
Cyr creció en un pequeño pueblito al norte de Maine, en la frontera con Canadá, y comenta que desde siempre se ha interesado por la gente y los lugares.

«Los vehículos dicen mucho de un sitio. La gente los conserva destartalados por necesidad, un aprecio por lo viejo o simplemente por la necesidad de no adaptarse a las normas establecidas. Con mi pintura pretendo capturarlos antes de que desaparezcan del todo, al igual que pasa con la gentrificación, como en mi pueblo o en el mismo Brooklyn», comenta.

Comenzó su carrera trabajando como asistente durante cuatro años con el artista Kehinde Wiley. Con él pudo ganar dinero practicando y aprendiendo lo que le gustaba. Además ayudó en proyectos en China y la India y gracias a esto pudo materializar su proyecto de la bici caravan, que empezó como un dibujo y acabó siendo una instalación móvil. «Me fascinó ver la cantidad de cosas que podían llevarse en una bicicleta», apunta Cyr.


Su proceso de trabajo es metódico. Descubre los vehículos al azar, pocas veces sale a buscarlos. Los plasma en el lienzo, define el contorno y da hasta 3 capas de pintura para añadir detalles y profundidad. Es más productivo por las mañanas; madruga y pinta hasta las 6 o las 7 en varios cuadros a la vez. A pesar de eso, cada una de sus obras de 90 x 150 cm. puede llevarle unas 60 horas. «Es curioso, cuanto más destruidos están los vehículos, más rápidos son de pintar», añade con sorna el artista.

Además de los autos, la arquitectura residencial, como anhelo de poder vivir en un casa moderna algún día, viajar y experimentar nuevas cosas, ver cómo vive otra gente y la naturaleza, son las cosas que más inspiran al de Maine. «Crecer en un lugar como ese te hace apreciar mucho los espacios abiertos. No es que sea inspirador pero es casi rejuvenecedor», explica.

A pesar de haber pasado los últimos 10 años entre automóviles, solo ha tenido cuatro y tres, del mismo modelo Volvo familiar. Asegura que si lo siguiesen haciendo lo volvería a tener, pero actualmente conduce un sencillo Jetta. Cyr tiene varias instalaciones en la cabeza, pero espera el momento oportuno para realizarlas. Mientras tanto, seguirá con sus furgonetas y en mayo viajará a Cuba antes de que se abra a EE UU. Allí seguro que encontrará muchos autos destartalados y mucha más inspiración.











Por Eduardo Vea

Edu Vea, redactor creativo hiperactivo. Puedes hablar con él en Twitter bajo el nick @noselanariz y ver su trabajo en Behance

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