Agridulce sensación me deja el último capítulo de la temporada 7 de Juego de Tronos. No por el ataque de los caminantes blancos sino por un truco de literatura rancia.
Un truco que no es una tontería. Las ficciones son reflejo de la época y moldean el cerebro. Pueden reafirmar u oponerse a ideas aceptadas por una sociedad inmovilista. Introducir nuevos conceptos. La ideología tras una obra importa más que la velocidad a la que vuelan los cuervos y los dragones.
La revelación de que Jon Nieve es el heredero legítimo del Trono de Hierro acerca Juego de Tronos al folletín del siglo XIX. En estas obritas son habituales frases como «X es el heredero de…», «Y no es un mendigo, es el marqués», «Z es la reina de…». Sorpresas que hoy solo aparecen en las telenovelas menos atrevidas.
Es una revelación que carece de fuerza dramática. Cuando Nieve sepa que su padre es Rhaegar Targaryen no sentirá un dolor similar al de Luke Skywalker al saberse hijo de Darth Vader. La revelación en Juego de Tronos es más un premio.
Al público de antaño le satisfacía saber que X o Y o Z no eran bastardos ni personajes sin oficio ni beneficio. De alguna manera, esperaba para sí mismo una suerte similar.
Quiero creer que al público de ahora, al espectador de Juego de Tronos, apenas le importa la restitución del honor de Jon Nieve. Estamos en tiempos de familias monoparentales. ¿Realmente nos importa tanto quién es el padre? Nieve ha sido ensalzado por méritos propios por los suyos. De hecho, la restitución del honor desluce el aura de malditismo de Nieve.
Realmente, la información de la identidad de Nieve no es nueva. Confirma viejas teorías de los seguidores. Es curioso como esperando esta revelación, la incomodidad no desaparece. Se asienta. Es la magia de la narrativa audiovisual: en las pantallas todo sucede en presente (incluso el pasado y el futuro).
Lo peor no es el truco barato: se desbarata de alguna manera el sueño de Daenerys de romper la rueda. Coloca a Nieve en el centro de atención:
tradición, inmovilismo (aquí, lo masculino)
contra
regeneración (lo femenino)
No significa que todo lo masculino es necesariamente inmovilista y lo femenino signifique avance, pero aquí coinciden los paralelismos. Poniente es una réplica del medievo europeo que, por lo general, otorga mayor importancia al hombre, en especial al guerrero, que a la mujer.
La revelación responde a una duda que Tyrion plantea a Daenerys: ¿Cómo romperá la Khaleesi la rueda si no puede tener hijos que continúen la obra? Tyrion propone fórmulas que tienen en cuenta los méritos en lugar de la sangre para que la rueda quede rota de manera definitiva.
Que Jon Nieve sea el heredero legítimo resuelve la duda. Y si no fuera así, que Nieve y Daenerys sean padres resuelve la duda. La sangre. La monarquía medieval sobre una posible república con gobernantes elegidos por sus méritos.
Es difícil imaginar el desarrollo de la octava temporada, pero es poco probable que la revelación afecte a la trama… salvo que Nieve esté interesado en el reino y Daenerys quiera arrebatárselo… ¿O se inclinará ella ante el verdadero rey? ¿Reinarán juntos? ¿Reinará ella sola porque su sobrino se lo permita?
Resulta improbable que entre tía y sobrino haya una guerra. Es triste que el ejercicio del poder de Daenerys dependa de la decisión de Nieve cuando este sepa quiénes son sus padres.
En cualquier caso, quedaría una pobre conclusión: una mujer ejerce el poder cuando un hombre se lo permite.
Una respuesta a «‘Juego de Tronos’: la Khaleesi traicionada por los guionistas»
Simplemente genial!!