Hay quien dice, cuando va de visita a un hospital, que al salir de allí parece que le ha caído el peso del universo encima, como si esos edificios donde buscamos una cura a nuestras enfermedades fueran un enorme aspirador de energía. Si esto es así en una estancia pasajera, imagina lo que debe ser tener que permanecer ingresado allí durante largos periodos.
Es lo que les ocurre a los niños que padecen cáncer. La enfermedad les obliga a sufrir largos ingresos y duras sesiones de quimioterapia para curarse. Pero esa situación tan complicada no les impide dejar de ser lo que son, niños. Por eso es de vital importancia en ellos el juego, y uno de sus preferidos es pedalear.
La Fundación Juegaterapia creó hace unos años un prototipo de triciclo adaptado a sus necesidades hospitalarias. Lo llamaron Kiciclo y su peculiaridad era que permitía a los pequeños poder moverse por el hospital subidos en ellos con comodidad, sin que nadie, ni ellos mismos, tuvieran que cargar con los goteros de sus tratamientos. Ahora disponen de un nuevo modelo mejorado que incorpora un remolque en el que va el palo portasueros. De esta forma, pueden seguir con su quimio mientras pedalean.
La idea surgió dentro de la propia fundación fruto de su día a día en los hospitales. «Cuando inauguramos nuestro primer jardín en la azotea del hospital La Paz en Madrid para que todos los niños ingresados pudieran salir a jugar al aire libre, nos dimos cuenta de cuánto les gustaba montarse en sus triciclos, motitos, lo que fuera; pero no podían hacerlo con comodidad porque iban con sus goteros ya que estaban recibiendo sus tratamientos. Así que nos pusimos manos a la obra para solucionar esto», explica Lourdes Amayas, responsable de Prensa de la Fundación Juegaterapia.
«Buscamos opciones y como no encontramos nada parecido que pudiéramos llevarles a los niños, le explicamos a un fabricante de bicicletas nuestra idea, lo que necesitábamos y dónde iban a estar. Y después de un tiempo, conseguimos el primer modelo del que fabricamos y distribuimos 30 por hospitales de toda España. Y del nuevo ya llevamos 19 gracias a la financiación de empresas, particulares y colegios».
Los kiciclos no solo aportan diversión a los más pequeños. El ejercicio físico contribuye a mantenerlos activos y a devolverles, en cierta manera, a su vida fuera el hospital. «Es importante que los niños estén activos y alegres en general. Pero si están en tratamiento de quimio ingresados en un hospital, aún más. Porque la actividad y el juego les devuelve, en cierta medida, a lo que debería ser su vida normal», asegura Amayas.
«Los niños enfermos de cáncer tienen que pasar larguísimas temporadas ingresados y tienen todas sus opciones de juego limitadas. Nosotros trabajamos cada día para conseguir que esos niños sean felices y no dejen nunca de jugar. Los kiciclos les apasionan. Es un motivo más para levantarse de la cama e ir a dar una vuelta por su hospital o su jardín. Pero, además, efectivamente, tiene un efecto terapéutico. Hacen un poquito de ejercicio, que les viene muy bien para la musculatura, la circulación y, en general, tiene muchos beneficios para el organismo».