Sentirse saludable es producto del estilo de vida que uno lleve. Es difícil pensar otra cosa tras conocer a las integrantes de Kukuwa Fitness: Kukuwa, Cass y Kreshia; fundadora, hija y ahijada, respectivamente.
Kukuwa Fitness es un estilo único de ejercicio que tiene su raíz en los movimientos de la danza africana y toma su fuerza de ellos, ejercitando de manera aislada e integrada cada parte del cuerpo. No es un mero entrenamiento, es una forma de explorar África sin necesidad de pasaporte, de aprender a mover músculos que no sabías que tenías y, sobre todo, de divertirse.
Si le preguntas la edad a Kukuwa, dirá que tiene 62 años o, como ella prefiere decir, «I am 62 years young». Lleva desde los tres años sin parar de bailar y sin parar es sin parar. Llegó incluso a romper aguas en una de sus clases.
Kukuwa comenzó como instructora en los años 80 –como Jane Fonda– y ha sabido, como pocas personas, hacer de su pasión su profesión, diversificando y optimizando las líneas de negocio. Ha escrito cuatro libros: Africa dance with passion, African health secrets, Kuwa Vizuri: Be Well y Kuwa Inaafa: Be Fit. Da clases en streaming y presenciales, tiene un programa de formación para instruir a futuros embajadores por el mundo, una línea de ropa propia y una fundación sin ánimo de lucro.
Las tres son profesoras, pero disfrutan lo indecible también como estudiantes, y por eso, cuando viajan a África, acuden a clases para aprender cada baile y cada movimiento originario y añadirlo a su catálogo.
Todo su universo respira una honestidad y sencillez inusitadas hoy en día. Incluso la puesta en escena de sus clases es discreta, natural y habitualmente al aire libre. Les aburren los outfits grises y negros de los gimnasios y aseguran que ponerse prendas coloridas les da alegría, y al mismo tiempo, esos vívidos estampados africanos les permiten conservar sus raíces y coherencia.
Tras seguir algunas de sus clases en Youtube y en Instagram, hablamos con Kukuwa por videollamada para acercarnos más a su filosofía de vida. Para que nos hable en detalle de esto que dice: «La música y la danza son universales, son algo ancestral que proporciona muchos beneficios. No tienes por qué entenderlas para divertirte; tan solo hay que sentirlas».
¿Cuándo y cómo comenzaste el proyecto?
Nací en Ghana y desde muy pequeñita me ha encantado bailar, pero fue cuando vine a vivir a América y vi la manera que tenían de hacer fitness cuando pensé «No, no, no… ¿pero por qué no bailan?». Entonces decidí enseñar a la gente a bailar danza africana y mezclarla con fitness para hacerla más cercana y practicable, más fácil de seguir. Desde el primer momento sabía que estaba haciendo lo que tenía que hacer, lo que realmente quería. Además, bailar me hacía sentir tremendamente saludable. Por eso, precisamente, porque yo experimentaba lo bien que me sentaba, opté por compartirlo con el mundo.
Y fue entonces cuando decidiste convertirlo en una profesión y hacer de tu estilo de vida una marca y monetizarla, ¿verdad?
Exacto. Comencé escogiendo el nombre del negocio, que es el mío, Kukuwa, y añadí African Dance: Kukuwa African Dance. Como en muchos comienzos, mi implicación fue total al principio. Durante una etapa llegué a impartir siete clases diarias; tenía que desplazarme a cada sitio… Era muchísimo. De hecho, ahora pienso cómo fui capaz, pero estaba llena de ilusión y de ganas. Enseñé durante un tiempo a personas de distintas ciudades y países. Llegué, incluso, a impartir clases en las universidades en las que estudiaban mis dos hijas. Cuando terminaron sus estudios, me dijeron que les gustaba mucho lo que hacía y que querían que trabajásemos juntas. Fueron una sugerencia y una decisión suyas, y eso me pareció muy bonito porque yo nunca las habría obligado a nada.
¿Cuál es la motivación de este gran proyecto?
Mi pasión. Mi más profundo deseo es ayudar a que hombres y mujeres se sientan y se vean estupendos, porque los beneficios de la danza y del fitness son algo que yo he ido experimentando a lo largo de décadas. Nunca he dejado de practicar, es mi pasión. Creo que por eso también soy capaz de transmitirla. Cuando vemos cómo las personas evolucionan y ganan en salud, en espíritu o en lo que sea, ¡esa es nuestra recompensa más preciada!
Ofrecéis distintas clases en función de cómo es cada persona y sus necesidades. ¿Cómo categorizáis a los alumnos?
La ventaja de llevar tantos años y de habernos movido por distintos países es que hemos comprobado que la gente nos pedía algunas formaciones específicas. A día de hoy hemos configurado clases genéricas, clases para madres (tanto para embarazadas como para mujeres con niños pequeños) y clases para personas de una edad más avanzada. El baile acaba modificando la manera en la que nos movemos y por eso creemos que es importante que el tipo de baile se adecue lo más posible a cada tipo de persona. Te pongo un ejemplo: los niños pequeños tienen una atención muy reducida; sin embargo, tienen una energía tremenda.
¿Qué edad tienen el mayor y el menor de vuestros alumnos?
99 años el mayor y el más pequeñito, dos, lo que demuestra que no se trata de una cuestión de edad, sino de la actitud con la que enfrentemos la vida. Cuando la gente me dice «Yo es que ya estoy mayor para esto», les respondo con un «No es cierto, puedes hacerlo. Mientras estés vivo, puedes mover el esqueleto».
¿Cuáles son vuestras fuentes de inspiración?
Cass: Cuando me levanto, lo primero que siento con fuerza es la bendición de estar viva y de poder mover mi cuerpo, y para mí eso ya es una razón de alegría. Es cierto que hay gente padece depresión o tristeza, pero es un aliciente tremendo pensar que hay personas a las que puedo contagiar la buena energía que experimento y que pueden, en cierta medida, sanarse. Siento que tenemos un compromiso fuerte con nosotras mismas y con los demás, y eso nos lleva a sacar más energía aún.
Kukuwa: Yo tengo claro que Dios me da toda esta energía espiritual que tengo y que necesito. Es una ayuda que me proporciona por estar haciendo lo que sé que debo hacer, que es ayudar a la gente a estar y a sentirse mejor, también; es una vocación tremenda. Pero, además de la parte espiritual, está la parte física, y ahí mi mayor motivación es alimentarme bien. A lo largo de los años he ido experimentando qué tipo de alimentos y qué manera de prepararlos son los que mi cuerpo admite mejor. Y eso también lo compartimos a través de las clases y del libro que escribí sobre ello. La salud no es solo lo que comes, es también la determinación que tengas y la energía que te provoca, lo que piensas y lo que deseas. Nos gusta estar alegres, pero no somos ingenuas, ¡somos humanas! Es solo que procuramos que la felicidad no tenga que venir de fuera. Creemos que es una elección individual.
¿Cómo transmitís los valores africanos en Kukuwa?
Eso ha sido algo muy importante para nosotras, por eso optamos por hacer clases diferentes. Las de fitness duran cincuenta minutos, pero es demasiado poco tiempo para transmitir según qué cosas, además de los propios bailes. Por eso creamos los talleres de entre 90 y 120 minutos (tanto presenciales como virtuales), en los que explicamos la cultura africana, las distintas músicas de cada país, quiénes son sus gentes, qué valores tienen… La cultura africana es muy rica y por eso los talleres son tan importantes para nosotras.
En Kukuwa African Dance mezclamos danza con fitness, por lo que, al final, hay movimientos propios de la danza africana pero adaptados al propio fitness. Sin embargo, en las clases podemos ampliar todo esto y transmitir las auténticas danzas africanas. Es una manera de conocer el continente y, en cierto modo, de viajar a África y de que África viaje a ti.
Y también viajamos de verdad a los países que los alumnos demandan: Ruanda, Senegal, Ghana… Cada año organizamos lo que llamamos Africa with us, que son viajes para aprender in situ los bailes originales y la cultura de la mano de gente autóctona, hacer algún servicio comunitario, etc. Es una labor de inmersión preciosa para poder tener una experiencia real.
¿Qué tres adjetivos que describen la cultura africana habéis querido preservar en Kukuwa?
Lo enérgico (en la ropa, en la manera de presentar las cosas); la autenticidad (porque en África la autenticidad prima sobre la apariencia, y procuramos transmitirla también nosotras mismas) y la humanidad (en el sentido de empatía con los demás, unida a la voluntad de ayudar).
Siempre se ha dicho que los africanos tenéis un ritmo innato increíble, ¿qué opinas?, ¿es cierto?
Sí, lo es. Si miras a un niño pequeño, verás que se mueve con mucha energía y rítmicamente de manera natural, pero también influye que allí sus maestros no son las escuelas de baile, sino los miembros de la familia de mayor edad. Son ellos quienes les enseñan y eso genera un vínculo de danza muy especial. En África la danza vehicula la mayoría de los eventos, desde una fiesta, un nacimiento, una boda, un funeral… Es algo holístico que está presente tanto en la vida corriente como en acontecimientos alegres, y también dolorosos.