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La bodega solar de Michael Jantzen

La carrera por la sostenibilidad, aunque lenta, es constante. También lo es en arquitectura, una de las actividades humanas que más impacto causan a la naturaleza. Michael Jantzen, que se mueve a menudo entre lo utópico y lo alcanzable, se pregunta si una bodega situada en medio de un viñedo puede ser autosuficiente en lo relativo a la energía que necesita.

Para acercarse a la obra de Michael Jantzen, hay que hacerlo manteniendo una cierta distancia, valga la contradicción, e incluso algo de escepticismo. La mayor parte de las obras que proyecta se quedan sin construir aunque, según él, están listas para ser edificadas. Sin embargo, son los conceptos tecnológicos que aplica lo más interesante de cara al estudio de sus propuestas.

Antes de que usted se compre, por poner un ejemplo, su Ford Mondeo con conexión a la nube, la marca prueba algunos de los conceptos que aplica en un prototipo como el Evos. De la misma manera, lo que propone Jantzen, se agarra a la teoría con la intención de ver cómo se pone en obra en evoluciones futuras de la manera de edificar. «Mi meta para todo lo que creo está en la innovación extrema», dice. «En la mayor parte de mi trabajo confluyen el arte, la arquitectura, la tecnología y el diseño sostenible».

The Solar Vineyard Winery es una instalación pensada para autoabastecerse de energía a través de las onduladas y gigantescas placas fotovoltaicas que coronan la cubierta. «La electricidad procedentes de estas placas produciría energía para toda la bodega e incluso crearía energía sobrante que podría venderse a la red general», explica. «Quiero demostrar de qué manera se pueden integrar de manera natural lo sistemas de recolección de energías alternativas. En este caso, las placas solares son una parte integral de la estética en el diseño y cuentan con la propiedad de poder producir grandes cantidades de energía durante muchos años», señala Jantzen.

La ondeante cubierta es capaz de recoger las aguas de lluvia y el edificio está preparado para procesar ese agua y hacerla apta para el riego de los viñedos adyacentes. Además, sirve como refugio para un amplio espacio multifuncional abierto que se eleva sobre los campos. «La parte útil de la bodega se esconde bajo esta estructura e incluye una zona de catas y ventas, una tienda, un café y aseos, etc.», cuenta el arquitecto.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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