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La colección de carteles de homeless de Bogusky

Cuentan que, un día, David Ogilvy se cruzó con un hombre que sostenía un trozo de cartón con el que pedía limosna en la calle. El publicitario leyó el mensaje escrito en él y no debió de convencerle porque al día siguiente se presentó con otro cartel que contenía un mensaje diferente. Aquel cambio hizo que las ganancias del homeless crecieran de forma espectacular.

Alex Bogusky no llegó a conocer a Ogilvy pero sí había escuchado la historia. De hecho tuvo mucho que ver en su bizarra afición de coleccionar carteles de personas sin techo. El ex publicitario y fundador de Crispin Porter + Bogusky y Fearless Revolution paga 10 dólares por cada uno de ellos a sus dueños.

“Creo que comencé a comprarlos para tratar de entender esta especie de conversaciones silenciosas que surgen en muchos rincones de la ciudad a las que la mayoría estamos muy acostumbrados pero sobre las que no solemos pararnos a pensar”.

Él sí solía hacerlo. De hecho se preguntaba cosas como por qué, a menudo, el mismo mensaje se repetía en carteles de homeless de distintos estados y separados entre sí por miles de kilómetros. O por qué a veces, él mismo, decidía dar una moneda a un sintecho y en otras ocasiones no. ¿Tenía que ver lo leído en su cartel?

En ocasiones reflexionaba sobre si era conveniente o no darles limosna y si en caso de hacerlo era mejor hacerlo en metálico o en ‘especias’ para evitar que lo gasten en drogas o alcohol. “Mi mujer suele darles comida. Pero luego pienso que durante muchos años he pagado a muchos empleados que estoy seguro que destinaron su dinero a alcohol o drogas”.

Con independencia de sus reflexiones, Bogusky reconoce que, en el fondo, su afición no es más que una excusa para charlar durante un rato con alguien con quien normalmente no habría ningún motivo por el que hablar.

Su pasado marketiniano llevó a Bogusky a recurrir al merchandising y a crear una colección de camisetas con algunos de estos mensajes. El dinero recaudado con ellas se destina a un albergue de Boulder (Colorado).

La productora Kids at Play conoció la iniciativa y viajó hasta Boulder para contar la historia a través de un corto.

 

 

Fotos: Fearless Cottage 

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