Cuando no hace tanto alguien decía que disfrutaba con «las historias de fantasmas, los extraterrestres, el espacio, la taxidermia y los aparatos médicos antiguos», se le miraba con el gesto torcido y cierto recelo. Como todo avanza, la lucha contra la estupidez también hace sus progresos. Los prejuicios van cayendo y, el que más y el que menos, se da cuenta de que ser raro es la mejor manera de vivir la vida. Bendita rareza la de Xiana Alonso y su Basura Especial.
Se empieza viendo a John Waters y se termina dibujando la historia de un serial killer. O de varios. Xiana Alonso es ilustradora. Vive en Madrid pero su origen está en O Grove, Galicia. Eso no tiene nada que ver con su deliciosa mirada cómica a algunas de las más negras historias de la cultura contemporánea. Más bien, es todo producto de una epifanía. «Un día fui a un taller sobre el portafolio que impartía la agencia Pencil y salí con la idea de que lo que hacía no servía para nada», explica.
Es decir, tenía que empezar de cero. Dejó de dibujar durante un año y dejó de firmar con su verdadero nombre. A partir de ahí y se centró en crear lo que a ella le gustaría leer como espectadora. «La cabra tira al monte y volví a dibujar con una idea clara y siendo fiel a ello». Así nació Basura Especial, un sitio web que reúne las ilustraciones de Alonso, un repositorio de crímenes, asesinos e historias macabras pasadas por un tamiz de ácido humor negro que le quita el exceso de truculencia. «Es negro, pero también rosa; es macabro pero creo que también es bastante ingenuo. Ese contraste me resulta cómico, es como ver a un monstruo con tutú. No es una terapia personal ni soy una persona atormentada, es solo que me divierte y me resulta interesante entrar en la parte oscura del ser humano y, una vez allí, ver que hasta lo más temible tiene sus puntos flacos», cuenta la gallega.
A Alonso no le faltan candidatos actuales y reales para formar parte de sus disecciones ilustradas. Dice que dibujaría «a toda esa cúpula del poder que juega con la vida de la gente, con su educación, con su bienestar y con sus derechos. Pero estos no serían monstruos con tutú, estos serían malos malos». Sin embargo, ha decidido mirar al imaginario construido por las novela negra, el cine americano negro o de terror y series de televisión como Twin Peaks, que llevaban su cadáver incorporado.
De esa manera, Alonso ha creado, con su peculiar estética de lápiz en blanco y negro, a Laura Palmer o a Jason Voorhees en forma de recortable, a una amplia serie de asesinos estadounidenses o al cañí Íker Jiménez. Además, la ilustradora tira también de realidad cuando el cuerpo se lo pide. Al fin y al cabo, según su opinión, es necesario reírse de todo siempre que se mantenga el respeto. «Utilizar el humor negro en los momentos más difíciles ayuda muchísimo a llevarlos con tranquilidad y creo que no hay nada más sano que mofarse del sufrimiento de uno mismo. También es verdad que hay gente que no lo pilla y a veces hay que guardar las formas, pero ¿cómo va a ser malo reír? Que te echen de tu casa y no tengas cómo alimentar a tus hijos no tiene ninguna gracia, pero aun así vemos en las manifestaciones un montón de pancartas ingeniosas que sin quitarle un ápice de seriedad al asunto, provocan una sonrisa: eso es inteligencia».
La Dalia Negra
Hay pocas cosas más macabras que un cuerpo seccionado por la mitad. Así fue como apareció el cadáver de Elizabeth Short. Partido en dos el 15 de enero de 1947. No se supo nunca quién fue el responsable del crimen aunque hay teorías que, 60 años después, apuntan a algún culpable.
La historia fue elegida por Alonso para elaborar una serie de ilustraciones que cuentan el luctuoso acontecimiento. «Este hecho es increíble y tenía que contarlo, porque además, aunque en EE UU es muy popular, aquí casi no se conoce y es muy difícil encontrar información. En un principio, el plan era hacer tres entregas, pero esta historia supera a la ficción, cada día descubro más cosas que me sorprenden y al final voy por la séptima entrega y creo que se quedarán en nueve o diez».