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La culpa de todo la tiene Yoko Ono

Que no les digan lo contrario. Es el momento ideal para emprender, para crear una empresa y mostrar al mundo capacidad para generar riqueza, empleo y hasta amor. -Pero, ¿y si pierdo? – se preguntará usted. No se preocupe. Tenemos un culpable.

No me digan que no les gustaría jugar en un escenario en el que, si el plan sale bien, ustedes serían los reyes del mambo y un ejemplo de iniciativa empresarial reseñable en todos los medios económicos. Si la cosa sale mal, tenemos en el armario un monstruo de tres cabezas dispuesto a asumir toda responsabilidad.

No hace mucho, poco más de siete años, las tiendas de discos cerraban una tras otra acuciadas por el pernicioso efecto de la piratería musical. Nada tenía que ver, por supuesto, que el local comercial donde se asentaba alguna de esas tiendas valiese más que el negocio mismo o que el paradigma de consumo musical hubiese cambiado sensiblemente con la aparición de nuevos formatos y dispositivos digitales. Lo bueno de tener una excusa universalmente aceptada es que permite ocultar la propia incapacidad.

Avancemos hasta el día de hoy. La venta de videojuegos en Estados Unidos cayó un 25% con respecto al mismo mes del año anterior. Aún así, esta industria sigue siendo dos veces más grande que, por ejemplo, la de la música. Es decir, la estructura empreasrial que mueve todo el negocio consolero no se encuentra en su mejor momento, pero casi. Aún así, el volumen de negocio sigue manejando número catedralicios. Ni siquiera con esta situación, Electronis Arts, quizá el mayor gigante del gremio, podrá evitar dejar en la calle a un número de trabajadores que se moverá entre los 500 y los 1.000.

La piratería murió como causante de todos los males de la tierra, aunque aún exista un pequeño grupo de ‘galos resistiendo en su aldea’, y el nuevo -bueno, ya no tan nuevo- malo oficial es la crisis. No hay empresa que esté de EREs, con amenzaza de cierre o con pérdidas por culpa de una mala gestión de sus directivos. Por estas casualidades de la vida, todas tienen a la crisis económica mundial como culpable de sus miserias.

Si un negocio no puede evitar pérdidas o despidos masivos ni en un momento en el que el volumen de negocio es tremendamente importante, casi el mejor de sus historia, cabría plantearse si ese negocio es sostenible o si un chimpancé con un portátil sería capaz de gestionarlo mejor. Aunque habiendo algún ente externo al que culpar, ¿para qué vamos a tirar de autocrítica?

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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