Cuando llegué a España con mi padre, lo primero que escuché de mi madre y mi hermano fue: «Tienes que conocer a la Dama de Elche». Acompañaban la recomendación con el nombre del Guerrero de Moixent, pero la Dama tenía ya ese halo especial que se le da a lo legendario.
De ella sabía poco, apenas que era íbera. La imaginaba estática y remota. Pero un día fuimos al Museo de Prehistoria de Valencia, y allí esperaba verla, al fin. No estaba. En su lugar, una proyección luminosa flotaba sobre la pared, un holograma que intentaba llenar el vacío. Fue una desilusión casi infantil. El Guerrero sí estaba allí, estoico, pero ya no importaba tanto.
Pasaron los años. Y entonces sí, la vi. Fue en el Museo Arqueológico de Madrid. Estaba sola en su vitrina, iluminada con una luz distinta, casi íntima. Enigmática, elegante y extrañamente cercana. Ya no iba con mi hermano, porque él ya no estaba, pero, de algún modo, estaba presente. Me había enseñado a mirar —y sentir— con profundidad todo lo antiguo.
La visité dos veces, en dos viajes distintos a la capital. En ambas ocasiones sentí que estaba frente a algo más que piedra: un símbolo, una presencia.
Más tarde, supe que la Dama iba a regresar por unos días a Elche, al museo arqueológico de la ciudad. Lo visitamos con mi madre y miembros de la Asociación Retina, a la que pertenezco. El museo se encuentra en lo que fue un castillo. Allí mismo, décadas antes, había estado preso un tío mío por razones políticas. El pasado, como siempre, se enredaba con el presente.
Al salir del museo, me caí. No sé cómo ocurrió. Mi cámara voló. Mi rodilla quedó maltrecha. Y aun así, hicimos la cola. Cinco minutos, nos dijeron. Era lo único que podíamos estar frente a ella. El dolor físico no me impidió disfrutarla, pero sí me distrajo.
Por suerte, antes pude tocar una réplica accesible para personas con baja visión. La sentí con las manos: su nariz perfecta, los rodetes, las joyas. La piedra fría tenía forma. Y tenía alma. Lo que la vista no alcanza, lo completa el tacto. Para nosotros, tocar es una forma de ver.
También la encontré en otro lugar inesperado: una exposición de misterio organizada por Iker Jiménez en Valencia. Allí, bajo un fondo negro, brillaba una réplica exacta. Era la misma figura que tantas veces había visto como telón en su programa. Misteriosa, sí. Pero también familiar.
Y como si no fuera suficiente, un día la vecina de al lado se mudó. Mi madre entró a recoger lo que ella ofrecía. Entre esas cosas había una figura que me entregó con naturalidad. Era ella. La Dama. Una reproducción pequeña que desde entonces habita en mi escritorio, como una centinela que cuida lo que escribo, lo que recuerdo, lo que soy.
¿Pero quién fue realmente esta dama?
La Dama de Elche es un busto ibérico de piedra caliza, fechado entre los siglos V y IV a. C. Lleva una cofia, velo, diadema, rodetes que enmarcan el rostro, un manto que cae sobre los hombros y collares. En su espalda, un hueco revela su probable uso como urna funeraria. Fue hallada por accidente en 1897, en el yacimiento de La Alcudia, por un campesino que tropezó con ella al cavar. De allí viajó al Louvre, y más tarde, por un acuerdo de intercambio con Francia, volvió a España. Hoy reside en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid.
Quizás alguien la ocultó con cuidado, temiendo el saqueo de tropas cartaginesas o romanas. Quizás fue adorada, enterrada con amor, protegida con losas. ¿Era una diosa? ¿Una noble? ¿Una sacerdotisa?
No lo sabemos. Lo que sí sé es que salió de la tierra —de su escondite milenario— para volver a ser vista. Y tocada. Y sentida. Y admirada, como lo fue en su tiempo.
Hoy, cada vez que mis dedos rozan su silueta en miniatura, sé que ella sigue viva. No solo en los museos, sino en nuestra forma de mirar el pasado.
Incluso cuando lo hacemos con las manos.
Bibliografía breve de apoyo
Blánquez, J. y Remacha, C. (1996). El arte ibérico. Ediciones Akal.
Gran Aymerich, E. (1998). La Dama de Elche: Historia y misterio de una obra ibérica. Ediciones Encuentro.
Ruiz, A. y Molinos, M. (1993). Los Iberos. Crítica.
Museo Arqueológico Nacional (España)
Museo de Prehistoria de Valencia. Colecciones iberas.
González Prats, Alfredo. La Dama de Elche y el mundo ibérico. Universidad de Alicante, 1997.
Cuarto Milenio. Especial Dama de Elche. Cuatro TV.
Jiménez, Iker. El legado oculto. Editorial Planeta, 2012.