Albert Einstein es conocido principalmente por sus revolucionarias teorías y ecuaciones que transformaron la física. Pero el genio alemán también reflexionó profundamente sobre la vida, y postuló una ecuación sorprendentemente simple para alcanzar la felicidad. Décadas después, los investigadores han confirmado que sus ideas siguen siendo asombrosamente válidas.
En una entrevista en 1929 a un periódico berlinés, le preguntaron al físico alemán cómo podía mantenerse tan alegre incluso enfrentando tiempos tan sombríos. Einstein, un judío pacifista que acababa de atravesar la brutalidad de la Primera Guerra Mundial y veía en el horizonte el auge del nazismo, respondió con serena convicción, esbozando su fórmula para la felicidad:
«Una buena salud y un trabajo modesto para satisfacer las necesidades básicas son imprescindibles. Pero el factor más crucial es tener un propósito significativo en la vida».
Einstein lo ejemplificaba con su propia experiencia: aún en su juventud, cuando vivía sumido en la pobreza y la discriminación, encontraba una profunda felicidad inmerso en resolver los enigmas del universo a través de las matemáticas y de la física teórica.
Ese sentido y propósito que le daba comprender los misterios fundamentales de la realidad trascendía todas sus tribulaciones personales y le brindaba una sensación de significado imperecedero.
La idea de Einstein de que tener un propósito profundo y trascendente en la vida es más importante que cualquier otra cosa para alcanzar la felicidad resuena fuertemente con el concepto japonés de ikigai.
Ikigai se traduce aproximadamente como ‘razón para vivir‘ y se refiere a tener un propósito personal y una pasión; ese algo que despierta nuestra motivación y entusiasmo íntimos por estar vivos.
De forma similar a como Einstein encontraba el sentido de su vida en descifrar los enigmas del cosmos mediante las matemáticas y la física, una persona puede tener su ikigai en diversas actividades como el arte, emprender proyectos, conectar con la naturaleza o servir a causas sociales mayores que uno mismo.
Si bien la noción de que el propósito personal es esencial para la felicidad continúa siendo mayormente filosófica, varios estudios psicológicos recientes le han otorgado sólidas bases científicas.
Por ejemplo, un artículo publicado en 2009 en la revista Review of General Psychology postuló una teoría sobre cómo tener un propósito en la vida genera y mantiene la salud y el bienestar, sintetizando diversos hallazgos empíricos en ese sentido. Esa revista es considerada una de las más influyentes en psicología a nivel mundial.
Asimismo, otro estudio que se realizaron los investigadores Patrick L. Hill y Nicholas A. Turiano a lo largo de 10 años y que se publicó en 2014 encontró que las personas con más propósito y significado en sus vidas vivían más tiempo.
Por lo tanto, aunque la felicidad tiene múltiples determinantes sociales, psicológicos y hasta genéticos, tener un propósito vital y una pasión parece ser uno de sus predictores universales más confiables, tal como Einstein argumentó.
Si aceptamos, entonces, la premisa de que encontrar un significado profundo para nuestra vida que nos inspire trae consigo dicha y bienestar, ¿cómo podemos identificar esa razón para vivir, ese ikigai personal?
Aquí van 3 sencillos pero poderosos consejos que siguen la sabiduría de Einstein:
Al igual que el joven Einstein, absorto en descubrir los misterios del universo mientras la sociedad colapsaba a su alrededor, encontrar ese algo profundo que nos inspire puede ser la clave de la felicidad. Tal vez la ecuación más simple pero, a la vez, más desafiante de la existencia humana.
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