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La gente está muy mal…

Revenido es un vino estropeado o una comida mal conservada. «Fulano está revenido», decimos en Sevilla si el carácter de fulano empeoró: antes saludaba y ofrecía ayuda desinteresada; ahora lleva cara de vinagre y porfía por tonterías.

Por desgracia, en los últimos meses aumentaron los fulanos revenidos. Javier Prieto, ingeniero de sistemas que cambió la ciudad por el pueblo, me cuenta: «La gente está muy mal, dicen unas ancianitas en un banco de la plaza del pueblo».
No hay estadísticas de infectados por la peste de los malos modos y el desprecio a los semejantes, sin embargo, se notan los efectos. Las primeras víctimas son personas que trabajan de cara al público: cajeras de súper, empleados de atención al cliente, médicos… Profesionales que reciben las iras de los ciudadanos cabreados por los políticos y las instituciones.
EL FULANO QUE APARCA DONDE QUIERE
Hace poco fui testigo de cómo un fulano de cuarenta y tantos, aparcó en triple fila bloqueando una parada de autobús. El fulano se puso a charlar con un compadre sobre barbacoas. Un conductor de autobús recogió a pasajeros en medio de la avenida y comentó, con toda la razón: «Vaya, dónde aparcan algunos». Esto, que hubiera avergonzado a una persona cabal, encabritó al fulano, que subió al autobús con ganas de bronca.
Estuvieron intercambiando insultos hasta que un pasajero se quejó: «Deja que se vaya el autobús, que tenemos prisa». Parece que el fulano tuvo un momento de vergüenza y bajó acordándose de la familia del conductor del autobús. Sucedió en Sevilla, pero pudo haber ocurrido en cualquier punto de España. Leo que el dueño de un bar pide a un tipo que no escupa en el local y es amenazado con un cuchillo de caza. Un tipo es atacado por un perro y cuando pide al dueño que le ponga bozal, este responde con tres puñetazos. Sucesos que antes se daban de manera aislada y se han vuelto frecuentes. Ya nadie permite una crítica. Lo peor es que el interpelado salta a la primera y con violencia.
Pregunto a amigos y conocidos si han percibido un aumento de violencia verbal y física en los últimos meses.
TRABAJAR CARA AL PÚBLICO QUEMA

P.M., empleada de una oficina municipal —a través de una subcontrata— que tramita gestiones a los ciudadanos, me dice que recibe insultos a diario.
«Cuando digo a alguien que no puedo admitir una solicitud porque falta una fotocopia del DNI o que no cumple los requisitos que solicita el Ayuntamiento, espero lo peor», dice M.P. desganada. «Me han gritado: «No hay derecho», «todo para los negros» o «todo para los españoles», «sois unos sinvergüenzas», «sois unos ladrones…» Alguien me dijo: «Ojalá te mueras de cáncer»».
[pullquote]Cuanto más revenidos los ciudadanos, más ufanos los miembros del Gobierno .[/pullquote]
P.M. considera que reacciones furibundas de los usuarios han ido en aumento en el último año. Resulta curioso que cuanto más revenidos los ciudadanos, más ufanos los miembros del Gobierno anunciando el fin de la crisis. Una frase de Lloviendo piedras (guion de Jim Allen para Ken Loach) puede resumir el estado de las cosas: «Somos como luchadores borrachos, dándonos guantazos en vez de unirnos y compartir el poder de realizar cambios».

LOS MALOS MODOS SE CONTAGIAN

«Yo también he notado que las personas están más revenidas que nunca», comenta Lorena O., abogada. «Por el aire de negatividad que lo impregna todo desde que estamos en crisis. Lo peor es que la irritabilidad se contagia», concluye.
Y de manera fácil y rápida: un fulano o una mengana revenidos contagian a una cajera y esta a sus compañeros, a su pareja y los hijos y estos… Para muchos empleados cara al público supone un fuerte desgaste físico y emocional, agravado por la jornada partida. Las personas no tienen tiempo para recuperarse y acaban derrumbadas. «Todas mis compañeras están quemadas de aguantar gente», dice P. M. con resignación.
EL CLIENTE TIENE DERECHO A INSULTAR
«La gente no tiene pausa ni vergüenza», dice Maricarmen P., reponedora en un hipermercado. Ella cuenta que lo normal es que el cliente pregunte dónde está esto o aquello, pero hay preguntas extravagantes sin respuesta. Maricarmen P. dice: «Una clienta me pregunta: «¿Qué ingredientes necesito para una receta de pollo al chilindrón?» Cuando digo que no sé, responden: «Qué vergüenza que trabajando aquí no sepas esto; así va el país», y se marchan murmurando». No es la primera vez que Maricarmen P. encuentra unidos en el mismo personaje al tonto que no lee los carteles con el revenido.
Tanto P.M. como Maricarmen P. son víctimas de ciudadanos, consumidores que quieren las cosas aquí y ahora. ¿Cuál es el origen de estas prisas mezclada con prepotencia y desprecio?
En cualquier cola se escucha al prepotente, al revenido, que suelta, sin buenos días: «Señorita, a ver si resolvemos esto pronto porque no puedo perder tiempo». Pero, ¿este fulano reclama tiempo o desea otra localización para usar el móvil?
¿LA CRISIS Y EL WHATSAPP NOS VUELVEN VIOLENTOS?
[pullquote]Estamos matando al placer de no hacer nada.[/pullquote]
Javier Prieto, ingeniero de sistemas, al que tomé la frase de las ancianas («La gente está muy mal») también apunta a la crisis como una causa de las malas maneras. Añade otra: «Nuestro estilo de vida ha demonizado las esperas y estamos matando el placer de no hacer nada. Antes te sentabas media hora a esperar a un amigo en un banco, y cuando llegaba le dedicabas otra media hora a escuchar su historia de cómo le había cogido un atasco. Ahora, antes de que llegue, ya te tiene que haber informado por Whatsapp de cada pequeña inclemencia en su camino».

 
Antonio Rosa, ejecutivo de cuentas, también considera que lo digital influye en los malos modos: «La comunicación virtual en exceso favorece la ironía y la poca asertividad con respecto al otro. Llegar y ser «seco» y «duro» es falta de conexión con ese mundo exterior».
El comentario de Antonio Rosa me recuerda el libro El lenguaje en el pensamiento y la acción de S. I. Hayakawa. El lingüista considera que el intercambio de «buenos días» en una parada de autobús permite a las personas mostrarse como sujetos no hostiles. Esto ha cambiado. Parece que ahora no importa parecer pacífico, sino todo lo contrario. Las personas llegan en silencio y quien saluda no recibe contestación. Los buenos días hay que rebañarlos con cuchara.
LA EMPATÍA SE REPARTE… HASTA QUE AGOTA
«Quizás estamos saturados», observa Esperanza García Perea, directora de una conocida editorial sevillana. «Antes sabias de un amigo al día, como mucho, y de un par de familiares cercanos y de tus compañeros de trabajo que, por el tiempo que pasabas con ellos, eran con quienes podías tener mas roces. Ahora interactuamos con más de ciento cincuenta personas durante todo el día a través de redes y Whatsapp. Quizás nuestra empatía tenga un límite», considera Esperanza.
Sin duda, los reclamos digitales contribuyen a la saturación mental junto con una televisión en la que prevalece el ruido, los gritos, las secciones aceleradas y las cabezas huecas.
Por otro lado, Mariano Estela, publicista y guionista colombiano, me comenta que esta peste de los revenidos está en todas partes. «Hay mucha gente, demasiada, andando por ahí con una bomba de tiempo en su pecho y en su cabeza», dice Mariano Estela.
CÓMO EVITAR CONTAGIARNOS
Lo cierto es que el malhumor y la mala baba se han instalado entre nosotros. La artista plástica Claw Dia considera necesario aprender a canalizar el cabreo hacia la creatividad. Es una solución interesante tanto para el artista, el manitas o para quien busca una nueva afición. Otra solución es rechazar a personas tóxicas y actividades por compromiso. En definitiva, poner en cuarentena a aquello que nos turba, que nos saca de quicio: intentar que no se extienda la peste de los revenidos.

Por Javier Meléndez Martín

Soy guionista desde 1998. He trabajado en producciones de ficción y programas para Canal Sur, ETB y TV3.

Co-escribí el largometraje para televisión Violetas (Violetes), una película para Televisió de Catalunya, Canal Sur Televisión y Canal 9. (2009).Violetas consiguió dos premios y dos menciones.

Imparto talleres de guion desde 2010.  Ahora, en Portal del escritor.

Puedes leer mi blog La solución elegante (recomendado por la Universidad Carlos III de Madrid para estudiantes de guion).

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