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Creatividad

La incertidumbre de Alexis Nolla

Lo más probable es que a nadie, casi nunca, le haya hecho daño el hecho de ser un dechado técnico con el dibujo: la habilidad que solo aporta belleza al mundo. Sin embargo, no todo es técnica en este mundo que nos ha tocado vivir.
El talento puede expresarse en otras ocasiones a través de vehículos como la sencillez, la claridad y, sobre todo, a través de la seguridad acerca de lo que se quiere mostrar. El cómic es storytelling y Alexis Nolla, ilustrador nacido en Barcelona en 1987, tiene muy claro qué historias quiere contar y cómo quiere contarlas.

Como recomiendan 9 de cada 10 dentistas, Nolla comenzó a devorar cómics y dibujar desde muy pequeño. Las decisiones posteriores fueron consecuentes con esta afición. «Con 17 años aún leía cómics y dibujaba, así que opté por estudiar Bellas Artes. Después de acabar la carrera conocí a Néstor F. y me puso en contacto con los responsables del fanzine Adobo, donde empecé a publicar cosas. Luego vino un blog donde colgué unos cuantos cómics, los vieron los editores de Apa Apa y me propusieron sacar mi primer tebeo».
Y en ese punto de la historia estamos. Alexis Nolla tiene, desde poco antes de verano, un cómic en la calle. Se llama El Polo Sur y es el producto de su fascinación por la historia de la expedición de Robert F. Scott por la Antártida. Sí, la de la canción de Mecano. «En 2012, se cumplieron 100 años de la expedición y leí sobre ella en un dominical. Me gustó mucho la historia y pensé que estaría bien adaptarla. Le hablé de la idea a los editores de Apa Apa y también les gustó, así que la cosa salió adelante. Me gustaba la idea de hacer un cómic de aventuras un poco trágico y deprimente», confiesa el barcelonés.

Más allá de El Polo Sur —mirad si eso es lejos—, Alexis Nolla sigue en la aventura de encontrar su propio camino creativo. «Me gusta probar cosas diferentes y no repetir un tipo de historia concreto. Ahora, por ejemplo, estoy haciendo un cómic de superhéroes que no tiene nada que ver con El Polo Sur», asegura. Y mientras, va publicando en sitios como Monocle, Colibrí, Hilo, Noiz o Perdiz. Se mantiene ocupado.
Admite las obvias influencias que emana su trabajo. Hergé, el creador de Tintín, o Wes Anderson parecen obligatorios. Pero no quedan solo ahí. «Saco mis influencias del cómic, el cine o la ilustración». Lógico. «Últimamente me gustan mucho Osamu Tezuka y Quentin Dupieux», explica.

Con esas compañías, trata de neutralizar la incertidumbre que sufre día a día. Su proceso creativo es incontrolable, según dice. No funciona siempre igual. Él no tira de rituales más allá del silencio que necesita para escucharse y decidir el camino por el que transitará en la próxima ilustración. Ni siquiera tiene claro si podrá subsistir dibujando cómics. «Cosas más raras se han visto», asevera. Y mientras padece todas esas dudas, sigue dibujando. Ese es el camino.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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