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La innovación hará inmortal a Star Wars

Prácticamente desde el minuto uno de la saga. Desde que el gran destructor imperial seguía hasta abducir a la nave en la que viajaba la princesa Leia, cualquier amante de la gran ópera espacial de la historia del cine comenzaba a soñar con un futuro galáctico.

Androides con acento británico al servicio del ser humano, vehículos deslizantes que levitan a medio metro del terreno y sables de luz, sobre todo sables de luz.

Pues bien, no tenemos sables de luz y, partiendo de ahí, lo demás no importa. Sin embargo, aun así, Star Wars ha sido un vehículo de inspiración e innovación tecnológica desde el estreno del Episodio IV.

Para Chris Taylor, subdirector de Mashable, su alcance e influencia radica, entre otras cosas, en su universalidad. Taylor explica que Star Wars utiliza un «lenguaje común en el mundo. Todos se ven como la resistencia luchando contra un imperio maligno».

Además, su propuesta estética es cercana a lo que todos conocemos. Veamos: la historia, a pesar de su aire futurista, se desarrolla en «una galaxia muy muy lejana, hace mucho mucho tiempo». Con todo, «da la sensación de ser un universo real», dice Taylor.

Star Wars es mucho más que Star Wars: es un metauniverso juguetero y de merchandising que, por supuesto, aporta mucho más dinero a las arcas de los propietarios de la explotación que la propia saga de películas. Probablemente, esa sea la garantía de una larga supervivencia, como cuenta Taylor.

Antes, la punta de lanza tecnológica se materializaba en tecnología como el Dolby Stereo o los gráficos generados por ordenador (por mucho que Jar Jar Binks no sea el personaje más querido). Ahora, Sphero es la startup en la que Disney invirtió para que esa innovación se trasladase a sus juguetes y es también una de las marcas que capitalizará en los próximos años una identidad tan rotunda como la de Star Wars.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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