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Los objetos que no mueren nunca

La vida de las cosas tiene forma circular. Comienza en un punto, pero ya no termina. Todo lo que ‘es’ no deja de serlo nunca. Únicamente cambia su naturaleza, su apariencia ante los ojos de quien observa. Konvertible ha transformado las necesidades en una excusa para la función no arrebate al objeto de su identidad.

Sammy Delgado llevaba un tiempo en Intermediae, el espacio del Matadero de Madrid que se ha establecido como generados de proyectos innovadores aplicados a través de la participación ciudadana. Cuando Lisa Cheung aterrizó allí con motivo del proyecto El Club de los Dedos Verdes, la colaboración entre ambos comenzó a hacerse habitual.

Su bautizaron como Konvertible por el poder transformador que ejercían sobre las materias que usaban para sus trabajos. «Tratamos de resolver problemas con lo que tenemos a mano, “konvirtiendo” la función original del objeto. Se nos confunde a menudo con artesanos, cosa que nos halaga, pero nos vemos en una frontera donde el trabajo manual se mezcla con la producción industrial, reusando y “konvirtiendo” objetos», dice el diseñador.

Han enfocado su visión en una crítica hacia el individualismo mal entendido y en un intento por realizar los trabajos a través de la participación de cuanta más gente, mejor. «Producimos no solo de objetos sino proyectos colaborativos con cualquiera que intente recuperar el espacio público para la convivencia y la transmisión de conocimiento», cuenta Delgado.

Para los fundadores de Konvertible, la vinculación territorial a los proyectos es clave. Son ellos los que se desplazan a cambiar el entorno y es allí donde utilizan procesos y materiales de cada lugar. «Queremos promover el consumo local y la participación de grupos con intereses comunes, contribuyendo a las dinámicas colectivas», explican.

Konvertible no es una ONG. Además, deconstruyen el concepto de Responsabilidad Social Corporativa reclamando que se debe dar por supuesta en toda empresa que tenga un mínimo de ética. «Asumimos ciertas reglas de juego. Escuchar al otro y tener participación activa facilitan las interacciones y hace que los proyectos tomen ese carácter de “altruismo”», señala el colombiano. Para encontrar las estructuras necesarias de financiación, recurren a una táctica que consiste en «dar un paso atrás en la línea de producción de cualquier objeto ya terminado y lo enfocamos a otras necesidades».

Sin ningún límite a la hora de captar materiales para los proyectos, el abanico de posibilidades que investigan a la hora de transformar algo es inmenso. Todo lo contrario ocurre con la cantidad de residuos que genera la actividad que desarrollan. «Cuando empezamos el proyecto, los conceptos de reciclaje y reutilización ya eran algo inherente a la conciencia colectiva. Creemos y vemos oportunidades constantemente en el espacio basura – como lo define Rem Koolhaas-. Solemos pensar que cualquier objeto tiene posibilidades de ser Konvertible», declara Sammy Delgado

Konvertible ha asumido el ideario de que no existe lo inútil, de que no hay nada cuya función pase por intrascendente y, sobre todo, proponen soluciones para que se puedan corregir los defectos funcionales de los objetos. Para saber más acerca de proyectos y actividades, puedes echarle un ojo a su sitio web.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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