Tres meses con una hamburguesa dentro de la cabeza. La Despensa trabajaba en el proceso de selección más duro de su historia. Quería ganar la cuenta publicitaria de Burger King y eso exigía pasar una prueba y otra prueba y otra prueba hasta que la sede de Miami junto con la de Europa decidieran cuál sería su agencia en España.
En la última etapa del concurso la multinacional formuló una pregunta: “¿Qué haríais si ganarais el concurso de Burger King?”. “Lo más común hubiese sido contestar: Formar un equipo multidisciplinar y bla, bla, bla… Pero ¡Qué coño! ¡Haríamos una fiesta!”, exclama Miguel Olivares, director creativo de La Despensa.
Esa fiesta comenzaría en el momento que se bajase una palanca “tipo Frankenstein”. La luz de halógenos que ilumina las horas de trabajo desaparecería y todo se volvería de neón. “Dijimos que instalaríamos una palanca que convertiría la agencia en una sala disco”, comenta Olivares.
La respuesta sumó puntos. La Despensa ganó la cuenta y los directivos de Burger King empezaron a preguntar por la fiesta.
“Estamos en un momento en el que no hay que pensar demasiado las cosas. Hay que hacerlas hasta sus últimas consecuencias”, dice el director creativo. “Hay que celebrar las cosas buenas. Eso está en nuestro ADN y en nuestra filosofía de Ser feliz mola mucho más”.
Instalaron la palanca. Montaron un sistema eléctrico perimetral de luz negra que cambia el encendido y que, en un segundo, convierte una oficina en un garito.
Hace unos días se inauguró la palanca mágica con una fiesta de La Despensa y Burger King. Y después llegaron días sin fiesta. Pero al caer la noche se activó la palanca. “El sistema de luz de neón hace que los folios se conviertan en focos. Es como si estuviéramos en una nave espacial. Es una forma de trabajar en modo disco”.
La historia de la palanca está contada en estas viñetas del diseñador Jonathan Notario, y las fotos son de Alfonso Herranz.
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