«Al pobre Kay también se le había metido una motita de espejo en el corazón», escribía Hans Christian Andersen. «No tardaría en convertirse en un témpano de hielo».
El cuento danés de La Reina de las Nieves forma parte del bagaje cultural de todos los niños del mundo. Algunos lo conocen mejor por la pequeña introducción en la que se relata cómo unos diablillos, intentando llevarlo al cielo, rompen el espejo en el cual todo lo malo se destacaba y se tornaba aun peor. Esa rotura provocó que miles de esquirlas y trocitos se esparcieran por el aire y penetraran en los ojos de las personas, haciendo que estas lo vieran todo retorcido y solo tuvieran ojos para las cosas negativas.