¿Eres de los que crees que los aviones no podrían aterrizar en una esfera? ¿Piensas que si se alejan mucho los barcos pueden caer al vacío? En definitiva, ¿crees que la Tierra es plana? No estás solo. En los últimos tiempos han proliferado grupos que afirman que eso de que la Tierra es una esfera son camelos inventados por los gobiernos, la NASA y oscuros grupos de poder.
Alarmado por la proliferación de estas creencias, Óscar Alarcia, editor independiente y escritor, acaba de publicar en Libritos Jenkins La secta de la Tierra plana.
De forma amena y con altas dosis de humor, el libro se remonta la Grecia clásica, la Edad Media, el Renacimiento y la época contemporánea para explicar las diferentes teorías que ha habido a lo largo de la historia sobre la forma de la Tierra. Todo para refutar esas teorías que niegan la gravedad y afirman que la Antártida es un gran muro de hielo igualito que en Juego de tronos.
«Había escuchado hablar de este extraño movimiento pero pensaba que era algo minoritario y ridículo, tal y como había sido siempre la Flat Earth Society del siglo XIX y XX. Pero en podcasts sobre conspiraciones noté que el tema era cada vez más habitual», explica Óscar Alarcia, que no tardó en empezar a curiosear en foros y páginas webs. Sin embargo, el detontante de La secta de la Tierra plana fue darse cuenta de que el fenómeno de la Tierra plana no era tan virtual como parecía sino mucho más real.
«Lo que me llevó a indagar cada vez más fue conocer un amigo terraplanista en persona y descubrir que tiene completamente asumida esta creencia. Como llevo bastantes años escribiendo blogs y fanzines sobre temas curiosos, descubrí que me interesaba y daba suficiente juego como para elaborar un discurso completo».
Según se puede leer en La Secta de la Tierra plana, las teorías terraplanistas son una mezcla sincrética de todo tipo de teorías, entre las que se encuentran la conspiranoia, la religión y la ignorancia más supina.
«En los últimos años han surgido muchas webs en las que se tratan, con total normalidad, las grandes conspiraciones. Existe la duda razonable sobre algunas de ellas, como la de que las élites económicas toman decisiones nada democráticas que favorecen a unos pocos, pero también hay vídeos sobre reptilianos, visitantes del planeta Nibiru, experimentos de ingeniería social, Nuevo Orden Mundial, terremotos provocados con máquinas… y, por supuesto, también están los terraplanistas. Los seguidores de estas teorías se han ido construyendo una personalidad escéptica y negacionista que rechaza toda la información oficial y afirma que «todo lo que sabías hasta ahora sobre la Tierra es falso”».
¿Pero qué es lo que se sabe o se sabía sobre la forma de la Tierra? Alarcia explica en su libro, por ejemplo, que en contra de lo que se piensa generalmente, en la Edad Media no se pensaba que la Tierra era plana.
«Hace unos 2.500 años ya se sabía que la Tierra es esférica y no hay pruebas de que nadie lo pusiese en duda, salvo las exóticas excepciones que cito en el libro. Esa confusión, perfectamente intencionada, surge a finales del XIX. Con el cambio de siglo y la revolución tecnológica, surgen movimientos que aspiran a volver a un pasado más simple. El inventor y curandero Samuel Rowbotham fue el que escribió, a finales del XIX, la primera obra en toda la historia que niega que la Tierra sea una esfera. Para ello se basa únicamente en su propia interpretación de la Biblia y en un método de experimentación que implica únicamente sus propios sentidos. Esto es lo que se conoce como Zetética, que ya había sido adoptado por algunos pensadores escépticos y cínicos de la Antigua Grecia, como Pirrón de Elis, y que se opone al término Ciencia».
Inspirados en las teorías de Rowbotham surgieron otros movimientos. Algunos de corte romántico e inofensivos, pero otros realmente peligrosos y vinculados con sectas teocráticas como la Sociedad Zetética o la Sociedad de la Tierra Plana.
«Esta organización nunca ha tenido más de 3.000 seguidores en toda su historia y con el comienzo de la carrera espacial se fue disolviendo del todo, hasta el punto de que, con la entrada del siglo XXI, era tan solo una parodia. Sin embargo, el neoterraplanismo de hoy en día no tiene nada que ver con la Flat Earth Society, ni con sus mitos históricos, ni con nada: solo es un conjunto de errores, mitos y soberbia anticientífica, que parte de esa vieja obra de Rowbotham, y se extiende por Facebook y Youtube como un virus de la ignorancia».
Resulta sorprendente que en una época en la que lo que menos falta es información, puedan calar teorías cuyo fundamento no son las pruebas científicas sino, simplemente, la negación de los hechos probados por los demás.
«Los teraplanistas no se basan en ninguna evidencia, sino en la mera negación pseudocientífica. Sus afirmaciones favoritas son que «la superficie del mar no se puede curvar, ya que siempre tiende a permanecer recta», que «la gravedad es un invento» y que «todas las fotos de la NASA son falsas». A partir de ahí es un constructo sincrético, es decir, que para explicar ciertos fenómenos, lo mismo utiliza un versículo de la Biblia que una viejísima fábula védica o el Photoshop, porque uno de los planteamientos de esta creencia es asumir que «todas las fotos de la Tierra son falsas” porque el Photoshop lo inventó la NASA hace 50 años».
Ante semejante colección de despropósitos, Alarcia muestra una comprensible indignación resultado de aplicar un método lógico y científico a un discurso que ha rebasado con largura las fronteras de lo delirante y supersticioso.
«Lo que no termino de entender es por qué consideran que todos los avances científicos y la sabiduría acumulada por las mentes más brillantes de la Tierra durante 3.000 años están equivocados o que «nos engañan”. También sostienen que las fotos desde el espacio son recreaciones por ordenador, mientras se aferran a dibujitos sobre la concepción cosmogónica de hace 7.000 años para afianzarse en su creencia. Casi nada tiene sentido aquí, y resulta exasperante que se extiendan estas teorías conspirativas pseudoreligiosas».
Una de las razones para el éxito de estas teorías es que el canal que da acceso a Google Earth, la NASA, Wikipedia, la Enciclopedia Británica o las universidades más prestigiosas del mundo es el mismo que permite colgar vídeos de conspiraciones e informes de poca fiabilidad. Un medio que no discrimina y pone al mismo nivel el discurso de un youtuber y el de un catedrático. En otras palabras, internet y las redes sociales han facilitado enormemente el trabajo de proselitismo de los terraplanistas.
«Youtube y los memes de internet son la principal vía de contagio. Los creyentes consideran que todo es falso pero, al mismo tiempo, sostienen que los librepensadores que extienden las teorías más disparatadas imaginables no tienen ningún motivo para mentir. Aunque muchas de esas hipersticiones modernas son contradictorias, simplistas y falaces, internet tiene una fuerza enorme para hacer cambiar la manera de pensar de la población. En cuestión de horas, un bulo de internet puede destruir la carrera de una persona o una empresa, o allanar el camino a alguien hasta la presidencia de un país. El poder de las redes sociales es incalculable, y eso es lo que ha pasado aquí».
Alcanzado este punto y dejando a un lado el humor presente en La secta de la Tierra plana para optar por la seriedad: ¿cuál es el verdadero alcance de los terraplanistas?
«Es bastante similar al fenómeno de los creacionstas que, por supuesto, son los que están extendiendo esto por EEUU. Es difícil determinar su alcance real. En lengua hispana, unas 100.000 personas están realmente interesadas en este tema, participan de los foros o miran los vídeos que, en ocasiones, tienen millones de visitas. ¿Cuántos de ellos lo hacen porque lo creen o simplemente porque les parece divertido? Es difícil de saber. Hace solo un par de semanas el rapero B.o.B. lanzó un crowdfunding para enviar un satélite al espacio sin trazas de NASA. El hecho de que esté obteniendo tan poco apoyo, pese a salir en todos los medios de comunicación, me hace sospechar que esto se está desinflando».
La secta de la Tierra plana se presentará hoy viernes 6 de octubre en la Librería La Sombra del madrileño barrio de Lavapiés a las 19 horas. Antes de que Óscar Alarcia se marche a prepararlo todo, hay tiempo para una última pregunta que seguro que está en la mente del lector: si la Tierra es plana, ¿qué es lo que hay debajo? ¿fieltro para no rayar?
«Como se trata de negar el modelo clásico y sospechar de todo, no se ponen de acuerdo. Está aceptado que la corteza terrestre tiene 12,5 kilómetros, porque es la mayor distancia a la que llegó una prospección en el pozo de Kola, Siberia, hace unos años. Encima de la Tierra plana, a unos 120 kilómetros, hay una cúpula sólida que nos impide salir. Esa cúpula contiene la Tierra, el Sol y la Luna que están quietos y rodeados de una sustancia etérea, que se puede definir como a ti te apetezca en cada momento porque es todo un disparate aleatorio. Basta que decidas proponer tu propia teoría sobre algo, que enseguida tendrás seguidores que te aplaudan y te consideren más listo que Einstein».