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La tapa del WC contiene menos bacterias que tu tabla de cortar alimentos

Y así andamos por la vida, confiados en aquello en lo que creemos a pies juntillas. EL váter es un sitio sucio repleto de gérmenes y la cocina el lugar donde podemos manipular cualquier alimento sin que nuestra salud corra ningún peligro. Pero, ¿seguro que eso es así?

Lo cuenta hoy Charlotte Pritchard en un artículo en BBC News en el que entrevista a Chuck Gerba, profesor de microbiología de la Universidad de Arizona. «Cuando hablamos de gérmenes, no hay muchas cosas más limpias que el asiento del váter», declara el profesor. Salvo que estés en Trainspotting, supongo.

El caso es que, precisamente por precaución, tendemos a ser muy estrictos con la limpieza de esa parte del baño. El estadounidense piensa que nos iría mejor si aplicásemos el mismo rigor a la higiene de otras partes de nuestras casas.

Gerba ha realizado estudios en los que cifra en 50 el número de bacterias por pulgada cuadrada. El científico se ha fijado con especial atención en el E.coli, el estafilococo aureus y otras bacterias fecales cuyos daños provocan visitas a, precisamente el WC, el hospital o el cementerio en el peor de los casos.

En su estudio, que ha analizado muestras de hogares procedentes de nueve países diferentes, llega a la conclusión de que el Disneyworld para un bacteriólogo se encuentra en las cocinas de los hogares. «Hay una concentración de bacterias 200 veces mayor en la tabla de cortar alimentos que en el asiento del WC», señala Gerba.

Las bacterias fecales no se propagan únicamente utilizando las heces como vehículo. La carne cruda o las vísceras también pueden contenerlas y, claro, esos productos pasan por las tablas. Ahora piensen en los aplicados que son cuando las limpian y entenderán todo.

Chuck Gerba explica que el premio gordo está en las bayetas o esponjas que se utilizan para la limpieza en la cocina. Una bayeta puede llegar a contener 200.000 veces más bacterias que la taza del váter. Un trapo de cocina puede multiplicar el número por 20.000.

Fuera del casa también acecha el peligro. Los escritorios de los puestos de trabajo son 400 veces más sucios que el trono. En el supermercado, los carritos de compra son un punto crítico y las bolsas reutilizables también cuentan con su propia lista de bacterias fecales.

Vivan, en cualquier caso, medianamente tranquilos. John Oxford, profesor de virología de la Universidad de Londres afirma que «2 millones de años de evolución nos han ayudado a desarrollar genes cuya única función es mantener el sistema inmunológico en marcha». Yo, por si acaso, voy a cortar el rape de la fideguá en el baño de invitados.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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