Todo acontecimiento histórico tiene dos versiones. La cara A (construida por la literatura académica) y la cara B (la que queda en los retales de la ciencia y tiene que buscarse la vida por otros canales para pasar a la posteridad). El Peronismo está escrito en palabras de historiadores pero ¿qué pasa con su versión más bizarra y surrealista? Las bibliotecas no la guardan. Pero no se ha perdido en el silencio. Un fanzine, llamado Viernes Peronistas, va contando, en varias entregas, hechos reales que la Historia desprecia.
Los autores de este fanzine se llaman Mongo Aurelio. Los tres. Detrás de ese pseudónimo está la “organización clandestina”, como ellos se proclaman, que escribe y publica Viernes Peronistas.
En su número dos incluyen un ‘Dossier superhijitos’ en el que hijos de militantes montoneros (Laura Alcoba, Federico Bonasso y Facundo José Firmenich) cuentan en tres entrevistas sus vivencias infantiles en un entorno de lucha armada, clandestinidad y persecución.
Hay, además, un ‘Diccionario básico peronista’ en el que se recopilan algunos de los términos más populares entre la resistencia peronista durante las décadas de los 50, 60 y 70, que sirve para entender algunas de las expresiones que se usan en el fanzine.
También aparece un especial ‘Automóviles’ con un pequeño dossier de los vehículos que acostumbraban a utilizar los diferentes sectores del peronismo, como el sindicalismo más burocrático, el sindicalismo revolucionario, los curas del tercer mundo como Carlos Mugica o miembros de las organizaciones armadas como Rodolfo Galimberti, miembro de la Conducción Nacional de montoneros.
El número dos continúa la entrega de ‘Figuritas peronistas’ con perfiles ilustrados de destacados personajes relacionados de una u otra forma con el movimiento. En esta ocasión son el embajador norteamericano Braden; el empresario peronista Jorge Antonio; Wicky Walsh, la hija de Rodolfo Walsh; Potota, la primera mujer de Juan Domingo Perón; Héctor Cámpora, presidente argentino en 1973; Troxler, miembro de la resistencia peronista; Tucho Valenzuela, militante montonero, etc.
Entre sus contenidos se incluyen un relato en primera persona en el que Perón narra los lugares por los que se movía durante su exilio madrileño o que han tenido relación con él y Evita, como las cafeterías California o Manila, su casa de Puerta de Hierro, la Plaza de Oriente, el Parque Eva Perón o la Gran Vía; un artículo sobre la Cantata Montonera (un disco que encargaron los montoneros para ensalzar su lucha, sus acciones y a sus caídos) y otro sobre el TEG (un juego de mesa parecido al Risk que tenía mucho éxito entre los montoneros. Al ser clandestinos y estar encerrados en casa, sin poder salir para que no los detuvieran, no paraban de jugar).
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