No hay vulvas estándar. Ni perfectas. Cada coño es un mundo, vamos. En los últimos años han aparecido algunos estudios que investigan las diversas variaciones de los genitales femeninos. Y todos llegan a la misma conclusión: las vaginas normales no existen.
El último de estos estudios ha sido llevado a cabo hace poco, después del importante aumento en el número de labioplastias que se ha producido en varios países en los últimos años. Para el que lo desconozca, la labioplastia consiste en la disminución del tamaño de los labios menores de los genitales femeninos.
Muchas pacientes la solicitan por cuestiones puramente estéticas, aunque bien es cierto que hay otras que lo hacen porque sufren molestias cuando mantienen relaciones sexuales, realizan cualquier tipo de actividad física o, incluso, llevan determinadas prendas de ropa.
El estudio, realizado por un equipo de investigadores del suizo Lucerne Cantonal Hospital, evaluó a 657 mujeres caucásicas de entre 15 y 84 años de edad, en el transcurso de dos años. Se tomaron varias medidas como parte del estudio, incluidas la del clítoris, la longitud de los labios mayores, la longitud y el ancho de los labios menores y la distancia entre la base del clítoris y la abertura de la uretra.
Si bien los investigadores pudieron observar las longitudes promedio de los diversos elementos de la vulva, las mediciones variaron drásticamente entre los individuos. Por poner un ejemplo, la longitud promedio de los labios internos fue de 43 milímetros. Sin embargo, algunos medían apenas cinco milímetros, mientras que otros alcanzaban los cien.
Y lo mismo ocurría con el clítoris de las participantes: la longitud promedio fue de siete milímetros, con diversas medidas que iban desde los 0,5 hasta los 34 milímetros.
La pregunta que surge inevitablemente es: ¿qué es entonces un coño normal? ¿Acaso existe tal cosa? «No existe un clítoris o una vulva normal ni más adecuada que otras», comenta a nuestra revista la sexóloga Itziar Gómez. «La diversidad es, afortunadamente, inmensa y el criterio realmente importante tiene que ver con la función y no con la forma, es decir, que los genitales tengan una sensibilidad y funcionamiento adecuados».
Sea como fuere, los ginecólogos andan bastante preocupados debido a que el número de mujeres que se someten a labioplastias para alterar la apariencia de su vulva con fines estéticos ha crecido muchísimo. Entre 2015 y 2016, por ejemplo, la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética observó un aumento del 45% en el número de procedimientos de labioplastia que están teniendo lugar.
En resumen, se ha convertido en una de las intervenciones quirúrgicas más solicitadas por el sexo femenino. Sin embargo, no son únicamente las mujeres adultas las que eligen pasar por el quirófano, sino también las niñas preadolescentes.
Un estudio reciente capitaneado por la doctora Magdalena Simonis, de la Universidad de Melbourne, aseguraba que cada día son más las niñas australianas preocupadas por la forma y aspecto de sus vaginas que preguntan a sus ginecólogos sobre estas intervenciones de cosmética genital, con el fin de lograr tener lo que consideran una vagina normal.
La doctora Naomi Crouch, reputada ginecóloga especializada en adolescentes, señaló en una entrevista digital que niñas de tan solo nueve años estaban sometiéndose a ese procedimiento debido a las inseguridades que tenían sobre el aspecto de sus genitales. «No hay absolutamente ninguna evidencia científica para apoyar la práctica de la labioplastia y el riesgo de daño es significativo, especialmente para las adolescentes que todavía están en etapas de desarrollo, tanto física como psicológicamente».
A principios de este año, salió publicada una nueva guía de salud vaginal encargada por la Sociedad Británica de Ginecología Pediátrica y Adolescente, en un esfuerzo por educar a las niñas y mujeres sobre la anatomía femenina y desanimarlas en la búsqueda de vaginas de diseño –pequeñas, apretadas y con unos labios menores discretitos que las hagan lucir bonitas–.
La guía, titulada Entonces, ¿qué es una vulva de todos modos?, incluye ilustraciones de varias vulvas para enfatizar el hecho de que no hay dos iguales. «Vemos muchas pacientes en nuestra clínica de ginecología pediátrica y adolescente que tienen una comprensión pobre de la función de partes de la anatomía y también de la variación genital normal», señaló en una entrevista Louise Williams, participante del proyecto y especialista en enfermería clínica del University College Hospital.
Asegura que este recurso educativo ayudará a las jóvenes a comprender su vulva y cómo se desarrolla durante la pubertad, en particular si les preocupa cómo se ven o se sienten.
La guía hace hincapié en lo difícil que es determinar qué es una vulva normal. «Realmente, tú no puedes ver a otras personas, así que es difícil apreciar que los labios presentan diferentes formas y tamaños», reza la guía, que también advierte de los riesgos de este tipo de intervenciones.
«La labioplastia no debe hacerse en menores de dieciocho años ya que el cuerpo todavía está en desarrollo. También hay varios riesgos a tener en cuenta que incluyen dolor, infección, cambio o pérdida en la sensibilidad y ausencia de garantía de que estarás feliz con el resultado».
Gómez apunta que, en su opinión, esta moda responde a la idea de vivir el cuerpo como algo que se muestra y no como algo que se habita, se siente y desde el que se expresa. «Es coherente con la presión social a la que estamos sometidos de patrones estéticos y de belleza rígidos y poco realistas», explica a Yorokobu.
«Esto, sumado a los pocos referentes de cuerpos diversos que tenemos, puede hacer que busquemos encajar en lo que se supone que es una vulva (o un cuerpo) normal. ¿Y dónde se encuentran los referentes de genitales más accesibles actualmente? En la pornografía», argumenta la sexóloga sobre uno de los orígenes de las modas coñiles.
«Creo que la pornografía, como única fuente sobre sexualidad y cuerpos, y el sentir que nuestros cuerpos deben ser adecuados a esos rígidos cánones estéticos, son los ingredientes que alimentan el auge de este tipo de intervenciones estéticas».
Un mundo irreal, el de la pornografía, donde muchas de las fotografías y vídeos que las jóvenes de a pie miran con atención son retocadas o trucadas hasta el cansancio, y que a menudo crea una imagen falsa de lo que se considera normal o deseable.