Nadie vio nunca la radiactividad. Nadie sintió que cayera en su piel. No la oyeron. No la olieron. La radiactividad es un adversario paciente y sutil. Entra en la tierra. Viaja en en los ríos. Transforma los genes… Pero su invisibilidad tiene un límite. El día que se encuentra con Uncoded y el colectivo transforma su imperceptibilidad en imágenes y sonidos generados por láser.
Fukushima desató la idea. Los miembros de Uncoded llevaban tiempo pensando en hablar de radioactividad pero el accidente nuclear lo aceleró todo. “Los japoneses no confiaban en la información que les ofrecía el gobierno sobre los niveles de radiactividad. No confiaban en los datos oficiales. Muchas personas de todo el mundo enviaron sensores a los japoneses para que pudieran hacer sus propias mediciones”, explica Sergio Galán, fundador de este colectivo junto a Víctor Díaz.
En Japón empezó a ser habitual medir la radiación cerca de la central nuclear de Fukushima. Uncoded pensó que también podía hacerse en el resto del mundo. “Queremos enseñar a la gente que los datos se pueden visualizar y que pueden hacer sus propias mediciones. O ellos mismos o llamándonos a nosotros”, indica el diseñador interactivo.
El colectivo pensó que la forma más amable de mostrar la radioactividad es a través del arte y creó el proyecto La cosa radiactiva. “Convertimos las mediciones que hacemos en algo visual mediante la colaboración con artistas. Hemos desarrollado un software que traslada las mediciones de descomposiciones radiactivas de nuestro contador Geiger en imágenes y sonidos generados por proyecciones láser”.
Pero cuando esos datos no se muestran en una actuación pública se pueden ver en un móvil. El colectivo utilizó la plataforma Arduino y el contador Geiger desarrollado por la empresa zaragozana Libelium para diseñar el hardware que recoge los datos. Después creó una aplicación que conecta el contador con teléfonos Android y, así, los usuarios pueden ver en su smartphone estas mediciones.
El sábado 22 Uncoded salió de ruta por España. Desde entonces hasta el día 29 visitarán varios lugares sospechosos. El itinerario incluye el embalse de Arrocampo, la central fantasma de Valdecaballeros, la zona de La Haba, una antigua mina de Uranio, el cementerio nuclear del Cabril (Córdoba), una antigua fábrica de uranio y minas de Andújar (Jaén), los alrededores de Trillo (Guadalajara) y los alrededores del futuro Almacén Temporal Centralizado en Villar de Cañas (Cuenca).
“Durante estos días desarrollaremos talleres y actuaciones donde enseñaremos y aprenderemos sobre el fenómeno de la radiactividad y sus implicaciones sociales”, especifica Galán.
Dicen que parten con “muchas preguntas y pocas respuestas”. “¿Puede la ciudadanía contrastar y verificar los datos que nos proporcionan los gobiernos? ¿Cómo elegir entre riesgos improbables lejanos frente beneficios tangibles cercanos? ¿Cómo compaginar democracia con decisiones que requieren altos niveles de conocimientos técnicos? ¿Si usamos energía nuclear en España, por qué no hemos dado solución definitiva al problema de los residuos? ¿Puede ser nuestro nivel de vida “verde” de alguna forma?”.
Para la organización de los talleres han contado con la ayuda de varias organizaciones. Una de ellas, Ecologistas en Acción. Aunque no siempre es fácil acceder a una central nuclear. Y, a menudo, las visitas concertadas se disuelven entre excusas. “La industria nuclear es bastante cerrada”, dice el fundador del estudio Tinkerista.
La cosa radiactiva utiliza “la radiactividad como medio expresivo”. Pero el proyecto no acaba en su fin artístico. Es una iniciativa “social y activista que explora el fenómeno físico de la radiactividad y los implicaciones sociales de su uso”. Es, también, el “sustrato sobre el que plantear nuestras cuestiones sobre participación ciudadana, democracia, ciencia y sobre el futuro y las consecuencias de nuestra forma de vida”.