No hace demasiado tiempo, las ciudades vieron que los tranvías debían recorrer sus calles para acabar, o reducir, los problemas de tráfico. Sin embargo, ¿es la solución de movilidad adecuada para todos los casos?
Existe una alta probabilidad de que el código de valores colectivo haya adoptado al tranvía como un medio de transporte eficiente y sostenible. Lo es, y por ello las autoridades lo han transmitido a la ciudadanía con insistencia. En muchas ciudades ni siquiera se ha planteado su conveniencia, sino que se ha comenzado la carrera por su implementación asumiendo las polémicas que hagan falta y en nombre del santo progreso urbano. Sin embargo, como en todo, hay condicionantes.
“A nivel energético, los nuevos sistemas de tranvías son muy eficientes. Eso sí, contando con que su ocupación sea alta o muy alta puesto que la rentabilidad y comparativas se hacen sobre esta premisa”. Quien aporta el matiz es Fernando Tellechea, responsable de diseño de Integral Design and Development, la empresa que ha participado en los proyectos para tranvías de Barcelona y Valencia, entre otras ciudades.
El sistema es, casi por su naturaleza, impactante en su implantación. Desde el origen de su planificación, replantea el espacio público por el que transcurre aumentando el valor de las zonas que lo ven pasar. “Sin embargo, complica el urbanismo existente al insertar un sistema tecnológico en un entorno humano. Puede ser peligroso si no está aislado y es difícil hacerlo compatible con el resto de vehículos y con los peatones”, señala Tellechea. La clave se establece a la hora de la planificación. Para el diseñador de Integral Design and Development, “un sistema de tranvía perfecto recorre los ejes principales y sustituye a todos los demás medios de transporte público. Debe ejecutarse correctamente”.
Otro problema a la hora de ver aparecer estos vehículos es la rigidez del sistema viario que hace que ejecutar cambios en el recorrido sea sensiblemente complicado. “La ciudad es un animal vivo y es difícil variar trazados, pero no es imposible. Lo más complicado son los depósitos y talleres del sistema. Una modificación del trazado (si el proyecto ha sido estudiado para absorber modificaciones) es sencilla: unas excavadoras, un poco de hormigón, unas vías, unos postes y unas centralitas para alimentar la catenaria y reajustar todos los semáforos de la ciudad”, explica Tellechea.
El consumo energético de estos sistemas ha estado siempre en un lugar preferente a la hora de mostrar las bondades del medio frente a otros. Sin duda, la sostenibilidad es un apellido que se ajusta a esta idea sin mucho problema, aunque lo cierto es que también hay matices que pueden corregirse para conseguir un mejor resultado. “En los tranvías de catenaria y/o tercer carril (los más normales) toda la energía enviada a las líneas de alimentación es consumida o desechada”, dice Tellechea. “Esto es mejorable porque la línea va sirviendo electricidad al paso del vehículo, pero hay pérdidas. En esta línea se están estudiando las ‘ferrolineras’, que son puntos de abastecimiento de electricidad cerca de trazados ferroviarios Una solución es la alimentación por inducción, pero el sistema es tan caro que lo hace inviable, salvo que el entorno sea tan especial que justifique la inversión”.
La opción de instalar o no un sistema de tranvías depende, como el resto de decisiones importantes de una ciudad, de una medida política de los responsables consistoriales y responde, en parte también, por ello a los designios de las tendencias y modas. De la misma manera que unas cuantas ciudades han considerado que era necesario para su progreso, es posible que ahora se recorra el camino inverso. “El de Parla se encuentra en situación incierta y los andaluces están en el punto de mira. Casi todas las líneas tranviarias de España son deficitarias, viven de las subvenciones y necesitan una buena planificación para ser rentables. El plan de negocio de un tranvía no es a corto plazo porque hay que acostumbrar a los cientos de miles de personas que deben hacerlo viable”, dice el diseñador.
Lejos de hacer que parezca que está en contra del desarrollo de este tipo de sistema de transporte público, Tellechea aboga por una correcta implantación de los proyectos para que ofrezcan un servicio adecuado a los ciudadanos. “Colocado en el sitio correcto, es un medio de transporte bello y cómodo, un paseo a la altura del suelo. A mí me gustan los tranvías y lo que más me agrada de ellos es que se pueden adaptar al entorno”, concluye.
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