Se habla mucho de los nuevos modelos familiares, y ahí cada uno barre para su terreno, pero hay muchos nuevos modelos de relaciones afectivo – erótico – amorosas, dentro de los cuales la pareja en sí solo sería un grado más. Porque pareja significa básicamente dos… pero en los matices estriba toda la complejidad de este universo en el que se mezclan hormonas y sentimientos.
Milán Kundera ya nos explicó en La insoportable levedad del ser que nuestro comportamiento durante la primera semana en una relación sentimental marcaría indefectiblemente los siguientes años, y que era muy difícil alterar esos patrones tácitos iniciales, cargados de reglas no escritas. Sin embargo, su amigo Michel Houellebecq en su novela Plataforma se muestra mucho más cínico y descreído en cuanto al concepto mismo de pareja.
El ligue, el rollete, los amantes, los compañeros sentimentales, los novios, el matrimonio y la, trasnochada pero no por ello inútil, expresión «amigos con derecho a roce»… todos ellos son estatus fluctuantes y es fácil deslizarse de uno a otro en cuestión de minutos, incluso de forma reversible. Depende del alcohol, del estado de ánimo y de otros factores más espurios. Que se lo digan a Dennis Rodman, que se casó con su rollete Carmen Electra saltando varios niveles en una sola jugada… Y a los nueve días se divorció.
El casado envidia al soltero o a quien solo tiene un romance; y este quizás envidia a quien disfruta de «pareja estable», para muchos temible binomio antídoto de la lujuria. Antiguamente los amores se maceraban en marmitas más lentas, como en Cien años de soledad, donde los pretendientes se consumían pretendiendo y las pretendidas se ajaban mientras rechazaban al hombre de sus vidas. Por fortuna todo eso terminó… pero en su lugar aparecieron Meetic, E-Darling, Badoo…
Las agencias de contactos, de las que ya se habló aquí ampliamente en De Badoo al Cielo, alejan del amor y crean una espiral de satisfacción insaciable y a la larga destructiva. Pocos son quienes se aventuran en esas ruletas y salen airosos del envite; es como cuando alguien va al casino y es capaz de jugarse solo veinte euros, ganar un premio y largarse. Eso es inteligencia, pero como todas las virtudes, escasea, y más aún en el terreno emocional, tan abonado a comportamientos autodestructivos; y lo normal es no escapar nunca de la excitante posibilidad de que siempre puede haber alguien más interesante o deseable esperándonos a dos clicks de distancia.
La obsesión por atrapar en una palabra precisa el momento de una relación puede provocar su ruptura, por eso los terapeutas especializados en asuntos del querer recomiendan siempre no acorralar al otro con definiciones ni acotaciones, porque se obtiene el efecto contrario al perseguido, y aparece la temida palabra: agobio.
La semántica es enemiga acérrima del amor, pues solo cuando las palabras se transforman en poesía fluyen sin problemas. Todo intento de sistematización, de poner el cascabel al gato o de saltar de un nivel a otro puede estar abocado al fracaso.
– Hey, amigos, os presento a mi novia.
– ¿Cómo que tu novia? – replica ella mientras le suelta bruscamente la mano.
– Bueno… yo creí que…
– Tú y yo somos solo un rollete… ¡y da gracias!
– ¡¡Pero cómo que un rollete?? ¡Si llevamos seis meses follando!
– Precisamente por eso.
Facebook no ha ayudado mucho, con sus archiconocidas 9 categorías de estado sentimental:
Soltero
Tiene una relación
Prometido
Casado
Tiene una relación abierta
Es complicado
Separado
Divorciado
Viudo
Según esta jerarquía del querer urdida por el casado Mark Zuckerberg, en la cúspide de la pirámide estaría la viudedad. ¿Qué decir de quien perdió a su media naranja sin pasar por la burocracia? Es complicado. Esa debería ser la única opción para todos.
Así que es mejor dejar fluir los sentimientos y olvidarnos del lenguaje, que es un campo de minas muy difícil de cruzar sin perder alguna extremidad, dinamitada por el afán de control y de enjaular las emociones en palabras.
No se obsesione. Disfrute. Olvide las etiquetas. Las jerarquías del amor son tan volátiles como la prima de riesgo, y aunque Facebook se empeñe en lo contrario… la vida es otra cosa.