Ser minimalista está de moda, pero solo en sus versiones más adulteradas. Uno viste de blanco y negro, escucha a Alva Noto y decora su habitación como una celda de aislamiento y se piensa ya minimalista. Pero la verdadera reducción a la esencia requiere bastante más fuerza de voluntad. Joshua Fields y Ryan Nicodemus, a.k.a. Los Minimalistas de Ohio, decidieron un día arrojar por la borda sus pertenencias materiales e ir narrando en su blog el periplo hacia la absoluta sencillez.
Ahora, a sus 32 años, se dedican a predicar por el mundo las virtudes de vivir con menos e incluso han publicado un libro, Everything That Remains, un manual de instrucciones para aquellos que quieran averiguar qué hacer con sus trastos.
Ambos aseguran que han construido una vida a contracorriente, pero extraordinaria. «Durante mucho tiempo, nuestras vidas fueron insignificantes y miserables, seguíamos la corriente de la sociedad. No estábamos satisfechos con toda esa ola de desorden: desorden mental, emocional, físico. Ya habíamos llegado a los rápidos y nos arrastrábamos velozmente hacia las cataratas», explica Fields en el libro.
Fue entonces cuando decidieron cambiar. Joshua nos lo cuenta.
Comenzasteis tirando un objeto cada día durante un mes, ¿sigues manteniendo esa rutina?
Ya no, pero esa decisión fue una parte importantísima del comienzo, que me permitió obtener el impulso necesario para continuar. Tardé ocho meses en deshacerme del 90% de mis posesiones materiales. Ahora, como minimalista, todo lo que mantengo me sirve para algo o me trae alegría. Mis días están llenos de actividades que disfruto, de rutinas que me ayudan a crecer. Me centro principalmente en las cinco áreas más importantes de la vida: salud, relaciones, pasión, crecimiento personal y ayuda a los demás.
Como todo comienzo… ¿fue difícil eliminar el desorden de tu vida?
Al principio fue muy duro. Tenía mucho apego emocional a mis cosas. Pero una vez que cogí marcha, se hizo más fácil y me di cuenta de que podía deshacerme de cosas que antes me parecían imprescindibles, como esos objetos de valor sentimental que guardas año tras año, pero que no te aportan ningún valor real.
¿Qué objetos no has podido dejar atrás?
Hay posesiones que dan valor a mi vida: mi coche, mi ropa, mi cama, mi mesa de la cocina y mis toallas. Pero son solo cosas, todas reemplazables, y podría vivir sin ellas.
¿Crece el interés por la simplicidad?
Las personas añoran ser conscientes de lo que es importante, de lo que aporta un valor añadido. Yo echaba de menos establecer mis propias prioridades. Creo que sí aumenta el interés por el minimalismo, porque en esa conciencia reside la verdadera libertad.
¿Por qué aseguras en el blog que ser organizado es un mal concepto?
A menudo, la organización nos impide simplificar nuestras vidas. Es solo una acumulación bien planificada. No importa lo bien organizados que seamos, tenemos que cuidar continuamente de las cosas, limpiar y clasificar una y otra vez esas pertenencias que tan metódicamente hemos ordenado. Sin embargo, cuando nos deshacemos de los objetos superfluos, podemos centrarnos en lo importante. Una vez que apartamos lo residual del camino, mantenerse organizado es infinitamente más fácil.
Imaginemos por un momento que todo el mundo quisiera lidiar con el problema real y se convirtiera en minimalista, ¿qué ocurriría?
En términos evolutivos, no fue hasta hace muy poco tiempo cuando empezamos a acumular cosas materiales, tratando nuestros deseos como necesidades, fabricando objetos nuevos, más grandes, más ostentosos. Tal enfermedad mental se convirtió en aceptable en muchas culturas y, ya no es que aceptemos esa acumulación masiva en nuestras vidas, sino que la esperamos, intentando alcanzar así la felicidad. Como dijo George Carlin, es como pegarse sandwiches al cuerpo con cinta aislante en un esfuerzo por satisfacer el hambre.
Todo el mundo podría ser un minimalista y el mundo seguiría funcionando. Hace cien años, todos eran minimalistas por defecto. La gente no vivía de un modo simple, simplemente vivía. Desde entonces, hemos evolucionado tecnológica, médica e incluso intelectualmente, pero se podría argumentar que podemos evolucionar más rápido siendo minimalistas: eliminando el desorden y centrándonos en lo relevante. Muchas cosas a las que estamos acostumbrados, como centros comerciales o vallas publicitarias, serían menos frecuentes. Pero eso no es necesariamente algo negativo.
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