¿Por qué te lavas el pelo? Seguramente porque esté sucio. Quizás porque esté graso. O simplemente por costumbre. ¿Alguna vez te has preguntado qué hacían nuestros ancestros cuando no existía el champú?
Desde luego que no se lo lavaban con la misma frecuencia que nosotros. ¿Cuánto tiempo has estado sin lavarte la cabeza? Unos días sin champú los aguanta cualquiera. A partir de una semana empiezan los picores, sale caspa, aparece la grasa y tu pelo se apelmaza.
Resulta que llevamos una cantidad ínfima de nuestra historia dependiendo de un producto líquido llamado champú, que nos produce un bienestar físico y también psicológico, para qué mentir. El resto de la historia, la humanidad se las ha apañado bastante bien sin este producto, hoy habitual en nuestra cesta de la compra.
El padre de lo que conocemos hoy como champú fue un norteamericano llamado John H. Breck, que, ante su inminente alopecia, decidió ponerse a investigar para dar con un producto que evitara la catástrofe. Obviamente no lo consiguió. Pero después de años encerrado en su casa creó la primera fórmula de champú líquido.
En 1930 nació el primer producto para regular el PH de la cabeza, y cuando lo logró, su hijo Edward creó la empresa Breck Girl en Estados Unidos. Años después se promocionó a nivel mundial y en los 60 llegó a tener una cuota de mercado del 20%.
Pero volviendo al tema, ¿qué pasaba antes de que el señor Breck inventara el champú? Muy sencillo; el sebo que segrega nuestra cabeza funcionaba, más o menos, como un producto cosmético de nuestros días. Para empezar, el lavado se hacía solamente en casos extremos y con un jabón de cuerpo. Y razón no les faltaba a nuestros antepasados, porque los aceites naturales de nuestra cabeza existen por algo. Tienen la función de mantener nuestro pelo y cabeza hidratados. Tener el pelo graso hace 200 años estaba bien visto.
Y si alguna o alguno se lo veía un poco grasiento de más, pues se pasaba un cepillo de cerdas de jabalí, unas 100 veces, de la raíz a las puntas, y así se distribuía bien la grasa (y, de paso, toda la mierdecilla) por toda la melena.
En menos de un siglo el champú se ha convertido en un bien de primera necesidad. Cuando se lanzó al mercado, en las instrucciones del bote se recomendaba utilizar una vez al mes. Y en cuestión de años pasó a usarse una vez a la semana. Hoy el uso es prácticamente diario.
¿Realmente necesitamos lavarnos el pelo todos los días? ¿O se trata de una estrategia de marketing para vender más? En cualquier caso, en 100 años todos calvos.