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Los libros para colorear que enamoraron a los EEUU de los 60

Vivimos tiempos blandengues. Dicen que Peter Pan se ha apropiado de los gustos de los adultos. Les encanta montar ligas de Lego, ir a campamentos de verano y los libros de colorear. La prueba está en el ranking de los más vendidos en Amazon en 2015. Esta lista incluye varias obras para pintar. Dicen calman los arrebatos de nostalgia y alivian el estrés.

Los libros de adultos para colorear existen desde mediados del siglo pasado, pero entonces no invitaban a pasar el rato entre flores y animales, como el actual Secret Garden, de Johanna Basford, que ha vendido más de un millón de copias en todo el mundo.

En la década de los 60, esos libros tenían otras intenciones. Eran satíricos y subversivos. Se reían de las neurosis de la época, según New Republic. De la seguridad nacional, de los comunistas, de los que temían a los comunistas, del sexo y de las enfermedades mentales.

Khrushchev’s Top Secret Coloring Book: Your First Red Reader caricaturizaba a los políticos soviéticos y el modo de vida de los países comunistas. John Birch Society Coloring Book ridiculizaba las historias que contaban los ideólogos de las teorías conspiratorias. Los autores se reían del miedo y el alarmismo que tanto gusta en Estados Unidos. Y así, en una de sus páginas completamente en blanco, preguntaban: «¿Cuántos comunistas puedes descubrir en esta imagen? Yo veo 11. Encontrarlos requiere práctica».

En 1962 apareció un libro que enamoró a los estadounidenses. Por primera vez en la historia podían colorear la vida de un presidente y eso hicieron en las páginas de JFK Coloring Book. La obra, con dibujos del caricaturista Mort Drucker y textos de los comediantes Paul Laikin, Rochelle Davis y Jackie Kannon, encabezó la lista de ventas de libros de no ficción de The New York Times.

Estos volúmenes eran un filón. Ese año vendieron obras para el público jabato por más de un millón de dólares. El gusto por pintar políticos nunca volvió a dar tanto de sí, según un artículo de Smithsonian, pero hoy aún quedan adeptos. En algún hogar del mundo puede que ahora mismo alguien esté poniendo verde a dos candidatos a la presidencia de EEUU: Hillary Clinton y Donald Trump.

Pero al principio de todo, antes incluso del interés por entintar políticos, apareció un libro que pretendía pellizcar el pensamiento: The Executive Coloring Book. En 1961, los publicitarios Marcie Hans, Dennis Altman y Martin A. Cohen publicaron una obra para ejecutivos en la que invitaban a colorear un día de trabajo de un hombre de negocios. Aunque el verdadero propósito nunca fue ese. Los autores no tenían ningún interés en que un adulto pasara la tarde rayando esas hojas. Lo que pretendían era hacer sátira política para agitar el conformismo cotidiano de los estadounidenses. En septiembre de 1962, The Daily Illini dijo lo que todos ya sabían: nadie esperaba encontrar a un adulto coloreando esos dibujos. En ese artículo, rescatado por New Republic, escribieron que las viñetas solo eran «para mirar y reír».

El libro arrancaba con esta frase: ‘A Coloring Book for Executives’ (un libro para colorear destinado a ejecutivos). Eran los años de Mad Men. Un ejecutivo se levantó de la cama y, todavía en calzones, dijo: «Este soy yo. Soy un ejecutivo. Los ejecutivos son importantes. Ellos van a oficinas importantes y hacen cosas importantes. Colorea mi ropa interior».

«Esta es mi chaqueta. Coloréala gris o perderé mi empleo».

«Esta es mi maleta. Me ayuda a que la gente sepa que soy un ejecutivo. Hace que parezca eficiente. Organizado. Competente. Me pregunto si se abre».

«Este es mi tren. Me lleva a la oficina todos los días. Conoces a gente muy interesante en el tren. Píntalos a todos de gris».

«Este es mi ascensor. Me eleva hacia lo alto. Hay otros individuos que no son ejecutivos junto a mí. Son buena gente pero no me gustaría que mi hija se casara con alguno de ellos».

«Este es el presidente de mi compañía. Me odia. Me insulta pero me da muchos incentivos. Mi esposa lo llama ‘papa’».

«Esta es mi secretaria. La odio. Es mezquina. Antes tenía a una mujer dulce y amable. Pero mi mujer llamó a su papa».

«Esta es mi mujer».

«Esta es el comedor de mi empresa. A veces paso por ahí y sonrío a mis empleados. «Hola, empleados», dice mi sonrisa. «Soy uno de vosotros». Nunca he comido ahí».

«Este es un cliente. Huele mal. Tiene dinero para gastar. Me cae bien».

Por Mar Abad

Periodista. ✎ Cofundadora de la revista Yorokobu y de la empresa de contenidos Brands and Roses (ahí hasta julio de 2020).

Libros.  Autora de Antiguas pero modernas (Libros del K.O., 2019). «No es una serie de biografías de mujeres; es una visión más vívida, más locuaz y más bastarda de la historia de España». Lo comentamos en El Milenarismo.

Autora de El folletín ilustrado junto a Buba Viedma. Lo presentan en Mundo Babel (Radio3) y en Las piernas no son del cuerpo, con Juan Luis Cano (Onda Melodía).

Autora de De estraperlo a #postureo (editorial Larousse, 2017). Un libro sobre palabras que definen a cada generación y una mirada a la historia reciente desde el lenguaje. Hablamos de él en Hoy empieza todo (Radio3), XTRA!, La aventura del Saber (La2).

Autora junto a Mario Tascón del libro Twittergrafíael arte de la nueva escritura (Catarata, 2011).

Laureles. ♧ Premio Don Quijote de Periodismo 2020. Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes 2019, Premio Internacional de Periodismo Colombine 2018, Premio de Periodismo Accenture 2017, en la categoría de innovación.

5 respuestas a «Los libros para colorear que enamoraron a los EEUU de los 60»

Hola, me llamo Santiago de Argentina. Empeze a leer yorokobu hace alrededor de 2 años ya y es una de mis revistas o Web en mi caso preferida. Nunca habia comentado nada pero bueno queria hacer una aclaracion.
El articulo esta genial pero hay una parte, esta —->«Esta es el comedor de mi empresa. A veces paso por ahí y sonrío a mis empleados. “Hola, empleados”, les digo con una sonrisa. “Soy uno de vosotros”. Nunca he comido ahí» que esta mal traducida. lo que dice la imagen es: «Este es el comedor de mi empresa. A veces paso por ahí y sonrío a mis empleados. “Hola, empleados”, les dice mi sonrisa, “Soy uno de vosotros”. Nunca he comido ahí»

La última parte que dice: “Soy uno de vosotros”. Nunca he comido ahí» realmente dice: «Soy uno de ustedes». Yo nunca como allá.

«Esta es mi secretaria. La odio. Es mezquina. Antes tenía a una mujer dulce y amable. Pero mi mujer la llamaba ‘papa’». Eso está mal traducido, la última frase es: «Pero mi mujer llamó a su papá». no tiene ni pies ni cabeza como lo habéis traducido vosotros.

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