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Los 7 anuncios que nunca saldrían en el descanso de la Super Bowl

Rondamos la hora de comer. Eso significa que, a esta hora del día, ya habrán repasado lo más destacado a nivel publicitario de la Super Bowl de anoche. Honrando la vocación de tapa agujeros de la que hacemos gala en esta santa casa, vamos a cubrir el blackout informativo de la vertiente contraria: anuncios de mierda que nunca saldrían en el descanso de la Super Bowl. Y echamos la vista atrás, que es mucho más gracioso ver lo ridículos que eramos hace unos cuantos años.

Teniendo en cuenta que, con la Super Bowl, nos situamos en un entorno por defecto más estadounidense que los calzones de Rocky Balboa, la analogía sugerida por el subconsciente es automática. USA = Abogados bizarros. Si, además de bizarros, quieren contratar a unos que den miedo, a una especie de Los Miami con traje y corbata, he dado con lo que necesitan. Muy malos han tenido que ser ustedes para que el juez decida encarcelarle antes que a su equipo de abogados.

10am. Reunión de creativos.

– ¡Lo tengo! Le cambiamos la voz a Amy y Steve y, además, le decimos a Steve que quiebre la cintura y el cuello para enfatizar su actitud femenina.

– Michael, eres un puto genio.

¿789? ¡¡Ah ah!! Te llevas la mesa de camilla y dos hostias con el revés de la mano. ¿Hace?

Pasando al apartado de cuotas, comenzaremos con la cuota infantil. Milky, the Marvelous Milking Cow era una vaquita de plástico que mostraba a los urbanos chicos de los setenta las bondades de la vida rural y los productos naturales. Es evidente que los fabricantes desconocían el conepto ‘grima’ cuando lanzaron el producto. Y el anuncio.

Cuota exótica. Si usted no sabe que los bonos del estado, las acciones de Apple o las compañías petrolíferas son destinos de inversión demodè y que es el oro, a ser posible en forma de dientes, lo que lo peta, es que no vive en este mundo. Y ya, si a mi me das oro y un baile étnico, comienzo a vaciar la cuenta de ahorros de la universidad de mi hija para pulírmelo en collares con pedrería.

Terminamos el repaso con la cuota cañí. Hubo un tiempo en que los anuncios de Pascual eran sencillos y grises. Sí, hablamos de cualquiera de los últimos 40 años. Sin embargo, hubo una época de desmelene, lo que vino a ser el equivalente al destape en el cine español pero en versión ‘anuncios de leche’, en que a los creativos responsables les pareció bien crear un jingle pegadizo que arrasara en hogares y autocares escolares de toda la península. Es probable que la memoria selectiva haya hecho su trabajo y les haya liberado de tan pesada carga en forma de recuerdo. En tal caso, siento la molestia que este ‘remember’ les haya podido causar.

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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