Icono del sitio Yorokobu

Los amores canallas nunca mueren

¿Qué es el amor canalla? Es una ardor. Una opresión que se desgarra y desgarra. Un golpe de mar que nos quita el aire. Un todo vacío. Una ansiedad. Una enajenación. Un enojo.

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

Es el soneto de Lope. Impetuoso arranque y disoluto brío. Es el averno enmascarado.  Es Olimpo. Es esa canción amarga que no sabemos vivir, pero que siempre tarareamos. Es el siguiente cuarteto. Este, que sin ser el anterior, es parecido.

No hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

Es un correr detenido. Un torpe disimulo, siempre de reojo. Es obsesión sin sentido, con sentido en todo. Es musa, inspiración, tormento. Es un sonido de pluma. Es tañido. Es otro verso.

Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

Es amor que tropieza y resbala. Tormenta de luz y tormento de aguacero, que se sufre al nacer para seguir sufriendo. Entonces, ¿por qué se salva? Lo salva el ritmo, la comba. La tonada.

Creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Así concluye el soneto. Inflama postrera que aquí nos deja, hambrientos de pasión y daño. Ya nos avisó Sabina. Otro juglar canalla. «Porque el amor, cuando no muere, mata. Porque amores que matan nunca mueren».

Bien, ahora abandonemos la poética y entremos en la cuestión de fondo. ¿Por qué funciona el amor canalla? Pues porque el amor de siempre no siempre funciona. Y no lo hace porque es demasiado previsible y, por tanto, demasiado insatisfactorio. Por eso el amor canalla aparece como una especia de rebeldía contra esa promesa de felicidad eterna que rara vez se cumple. Si no voy a ser feliz para siempre, me quedo con ser feliz para un rato. Cueste lo que cueste. Lo pague quien lo pague.

El amor canalla es, por definición, un todo sin algo. El sexo sin amor, el dolor sin recompensa, el placer sin dicha. Es la parte de ese todo inalcanzable a la que algunos se aferran para seguir a flote. Un placebo, el sucedáneo de lo que el desmesurado romanticismo del XIX nos prometió sin cumplir lo acordado.

Pero no hay que desesperarse. Existen tantas clases de amor (el de santa Teresa, el de Bécquer, el de Butterfly, el de Lassie, el de Sade…) que alguno se ceñirá a nuestra fantasía. Por eso sobreviven. Porque la hoja de pedidos es tan larga, la demanda tan acuciante, que casi resulta imposible no encontrar un amor a la medida. Y si no, siempre nos quedará, a modo de consuelo, el amor canalla. Desbocado, fértil… desechable.

Salir de la versión móvil