El rechazo a las Navidades crece en las redes sociales cada año. Delante de los abuelos y los niños hay sonrisas y buenas palabras para evitar la censura de amigos y familiares. La ficción audiovisual sobre la Navidad también ha cambiado: del canto de Qué bello es vivir a las sombras y luces de Love Actually.
QUÉ BELLO ES VIVIR/LA GRAN FAMILIA O LAS NAVIDADES DEL PASADO
Es raro que alguien nacido antes de 1980 no conozca Qué bello es vivir (1946). Durante décadas ha sido programada cada Navidad por cadenas de televisión públicas y privadas.
Qué bello es vivir provoca una reflexión: cualquier persona, por insignificante que se considere, ha influido en la vida de los demás. Que la película comience y acabe en Navidades es un lastre para Capra: provoca el rechazo del público que huye de producciones navideñas. Y esto último es para lo que ha quedado.
El niño, e incluso el adolescente de los 70, ve Qué bello es vivir porque no tiene otra opción en una España con dos canales de televisión. Y le gusta. Es es un bonito cuento: James Stewart está a punto de suicidarse porque va a ser desahuciado y es salvado por la solidaridad de sus vecinos. Es una historia que ocurre todos los días, hoy mismo: los bancos —como Mr. Scrooge— no tienen sentimientos. (Ebenezer Scrooge representa para Dickens al capitalista desalmado y no a quienes tienen razones sentimentales para odiar la Navidad. Lo paradójico es que el consumismo es una razón para rechazar las Navidades: algunos herederos de Scrooge engulleron la Navidad. Es probable que a un Dickens revivido le molestara el tinglado comercial asociado a la Navidad).
Aunque por la película de Capra pasan la avaricia, la guerra y la estupidez, prevalecen el amor a la familia y la solidaridad. Por eso Qué bello es vivir representa al fantasma de las Navidades del pasado: Navidades imaginarias.
En España, el fantasma de las Navidades del pasado está representada por La gran familia (1966). Familia numerosa que con el sueldo del padre, un aparejador, se marchaba de vacaciones.
La gran familia no es una película navideña, pero tiene una escena que la marca: el abuelo (Pepe Isbert) buscando a Chencho, el nieto más pequeño, en el mercadillo de belenes. La voz rota de Isbert cala. Finalmente todo se resuelve y tienen una Nochebuena feliz.
En La gran familia no hay momentos trágicos; no hay villanos (solo personas ligeramente molestas) e incluso el cuñado (José Luis López Vázquez) es una persona humana y padrino de todos los críos.
LOVE ACTUALLY O LAS NAVIDADES DEL PRESENTE
La influencia de Qué bello es vivir dura décadas en el cine y sigue presente en los telefilmes navideños de domingo por la tarde. Las películas antinavideñas o que muestran sentimientos contrarios al espíritu de Papá Noel tardarían en llegar. Pero sin duda, la película de las Navidades del presente es Love Actually. Para algunos, la comedia romántica navideña favorita, no siendo romántica ni navideña. En Love Actually (2003) hay dos historias de cuernos y otras historias de amor truncadas.
La que para muchos espectadores es la más hermosa declaración de amor (la escena de los carteles) es un acto infame: el que se declara traiciona a un amigo. (El triángulo queda fuera de la pantalla, pero se intuye en la última escena de la película).
Realmente, Love Actually podría desarrollarse en otro momento del año, pero que transcurra en las Navidades es un acierto. Las personas sufren en Navidad —y algunas mucho—, aunque la sociedad y la publicidad y la familia reclamen sonrisas. De manera que Love actually es una película antinavideña aunque las intenciones de Richard Curtis (director y guionista) solo fueran enmarcar y resaltar el drama.
Por todo esto, Love Actually es la película de las Navidades del presente.
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