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MadinSpain | La gratitud digital de Ze Frank


En el mundo paralelo de Ze Frank, hay un niño atrapado en el cuerpo de un adulto que en su afán por mantener vivo el espíritu Peter Pan, lanza experimentos que exploran nuestra forma de actuar en el mundo digital. Sus trabajos ahondan en el espíritu colaborativo y anónimo de la Red para producir pequeñas piezas que alimentan la colaboración y la convivencia siempre con una dosis de humor. En su ponencia en MadinSpain, Frank hizo un repaso a sus trabajos en la última década.

Su conclusión, tras todos estos años lanzando acciones digitales, es que ser popular es fácil, pero crear verdaderas conexiones en Internet cuesta mucho trabajo.
How to dance properly
Esta acción fue la mecha que prendió la curiosidad de Frank por Internet en 2001. Según cuenta, fue una invitación de cumpleaños y que envió a 17 amigos. Una semana más tarde contaba con más de un millón de visitas. «De aquí me empezó a fascinar como interactúa la gente en Internet y el poder de la viralidad».

 
Lo que sigue es una vorágine de acciones.
Frank crea una rana que reacciona a sonidos:

Elabora el primer bocadillo planetario: «Hice un llamamiento a mi audiencia para crear el primer sandwich en la Tierra, que consistía en coger un trozo de pan, ponerlo sobre el suelo y hacer lo mismo en un punto situado exactamente en el otro lado del mundo. El primer ‘Earth Sandwich’ se realizó entre Madrid y Nueva Zelanda».

 
Lanza una aplicación con consejos para impresionar en una cita y convierte estaforma de contar historias en una serie.

 
Desarrolla un programa para convertir garabatos en obras de arte:

Resume las religiones en sencillos juegos:
Christian
Buddhist
Atheist

 
Y un sinfín de acciones que cuelga en su web.
Pero a pesar de generar millones de visitas y recibir miles de correos, estas experiencias se le quedaban cortas a Frank. Fue entonces cuando empezó a buscar experimentos que involucraran más a sus seguidores.
Empieza a buscar más interacción con las personas. Son esas mismas personas que le abren la puerta a cambiar la naturaleza de sus obras. Inspirado por el psicólogo vitalista Martin Seligman, empieza a hacer acciones positivas para ayudar a las personas.
«Me escribió un seguidor diciendo que su hija no podía dormir por la noche porque tenía miedo, así que la escribí una canción. Unos días después me respondió su padre diciendo que la había escuchando cantando la canción antes de meterse en la cama».

En otra ocasión una chica llamada Laura mandó un email a Frank pidiendo una canción para ayudarla a salir de un momento complicado en su vida. Grabó un tema y pidió a su audiencia que grabara sus propias versiones. Con todas las versiones que le llegaron, cogió y creó una canción colaborativa con esas bases y le alegró la vida a más de uno.
Patear culos
En su Myspace le llegó un mensaje de un hombre con una dedicatoria cantada para su hija que estaba viviendo mucho estrés en su trabajo. Frank cogió el segmento y pidió a sus seguidores que lo convirtieran en una canción. Le llegaron muchas remezclas pero no sabía como contactar con ese hombre anónimo, así que pidió a su audiencia que le ayudara a encontrarlo. En dos días ya habían conseguido dar con esa persona, un predicador de St. Louis.

Frank cogió un avión y fue a conocerle para llevarle las canciones en persona, un «himno para las personas que están teniendo un mal día en el trabajo».52 to 48:
Tras presenciar la crispación que se generó alrededor de las pasadas elecciones presidenciales en EEUU, diseño una página para enviar fotos de familiares y amigos que votaron por distintos colores políticos. Días más tarde ya había recibido miles de fotos respaldando la iniciativa, un mensaje colaborativo a favor de la unidad y la colaboración entre todos.

Angrigami:
Pero el experimento no acabó allí. Un blog de extrema derecha reseñó la acción 52 to 48 y Frank acabó recibiendo  amenazas de muerte. «Me deprimí pero me dio la oportunidad de pensar en otra cosa. Para ayudar a digerirlo, cogí todos esos mensaje negativos, los subí a la web en un documento descargable y pedí que las personas los convirtieran en piezas de origami».

Y así, Ze Frank sigue trabajando incansablemente para pensar en formas de introducir la humanidad en nuestras vidas digitales. Este niño atrapado en el cuerpo de un adulto está decidido a no perder jamás la ilusión. No necesita grandes presupuestos ni gráficos complejos. Lo suyo son ideas que transcienden y unen a las personas.

Por Marcus Hurst

Marcus Hurst es Cofundador de Yorokobu y Redactor Jefe de Ling Magazine. Puedes seguirle en @marcushurst

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