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Esta es la tienda con más secretos de Madrid

Todo sale de algún sitio. El universo se creó a partir del Big Bang, el rock brotó de la confluencia del blues y el country y el fútbol nace cada vez que Leo Messi se calza las botas. La magia, que no tiene nada de esotérico, también emana de lugares que no siempre son conocidos. Sin embargo, están delante de nuestros ojos esperando a ser descubiertos. Magia Estudio es la tienda de magia más antigua de la ciudad de Madrid y, más que un comercio, es un punto de concentración del conocimiento acerca de todo lo que rodea a este ancestral espectáculo.

El tiempo es amable a mitad de septiembre. El sol de la tarde se cuela por el escaparate del número 19 de la calle San Mateo, a pocos metros de la puerta del Museo del Romanticismo. En el interior del local de Magia Estudio, la luz ilumina un millón de objetos cargados, como el museo, de romanticismo, historia y una pregunta recurrente: «¿Esto para qué demonios sirve?».

A esa pregunta pueden responder y de hecho, lo hacen una y otra vez Ricardo Sánchez y Edén Herrera, que se hicieron con la gestión del negocio hace dos años. Él es ilusionista y se dedica a la magia de cerca, la que se desarrolla en un tapete y sobre una mesa sin que tú, incauto espectador, te percates de dónde puñetas está la bolita o el 7 de diamantes. Ella es pintora y ahora, comerciante de objetos y libros mágicos. Tras la jubilación de los anteriores propietarios, Ricardo y Edén decidieron hacer de esa tienda su hogar.

Magia Estudio es un comercio con solera destinado a todo aquel que tenga intención de engañar a la mente de sus espectadores. Se trata de la tienda dedicada al ilusionismo más antigua de la capital del país. Sus anales comienzan a escribirse en 1980, cuando Juan Antón (mago) y José Luis Ballesteros (también mago) pensaron que si tenían más objetos, juegos y trucos en sus propias casas que en las tiendas, posiblemente la ciudad necesitaría una tienda dedicada en exclusiva al ilusionismo que estuviera bien surtida.

Como explica Ricardo Sánchez, «abrieron su primer local en la calle Marqués de Cubas. Juan Antón murió poco después de trasladar la tienda a la calle San Mateo y José Luis Ballesteros, que era formador del Banco Popular, dedicó más tiempo a ese trabajo, le gustaba mucho enseñar». «Además», añade Edén, «tenía mucha vida de mago fuera de la tienda, en TVE o con personas como Jiménez del Oso». Esas ausencias hicieron que Encarnita, su esposa, se ocupase de la tienda a tiempo completo y se convirtiese en la figura de referencia en Magia Estudio.

La ciudad mágica

Juan Tamariz y Arturo de Ascanio fundaron la Escuela Mágica de Madrid en los años 70. «Eso fue un shock para la magia europea. Un grupo de gente superinteligente supo explicar cómo se debía entender la magia y provocaron un gran salto cualitativo. Eso empapó a la SEI, la sociedad de magos de Madrid, y generó mucha necesidad de estudiar en profundidad. No valía estudiar un poco, había un nivel de exigencia muy alto. Es algo que sigue ocurriendo ahora y es algo que sitúa a Madrid como un centro mundial del ilusionismo», cuenta el mago asturiano.

La SEI tenía su sede a pocos metros del local, en la calle Fuencarral. Por eso, mucho antes de la era de las redes sociales, la tienda se convirtió en el centro neurálgico y punto de encuentro de la comunidad ilusionista de España. «Una generación entera de magos le debe a la tienda gran parte de lo que saben», explica Sánchez.

Los años transcurrieron hasta que llegó 2014. El negocio iba bien, pero Encarnita ya tenía edad de jubilarse y el local dejaba de ser de renta antigua. Por lo tanto, tocó preguntarse qué iban a hacer con tantos años de magia flotando en el aire de esa tienda de San Mateo. «Yo vivía cerca. Pasaba mucho a verla y tanto para mí, como mago, como para la editorial y para mi biblioteca estaba muy bien contar con un centro de trabajo», cuenta el ilusionista.

Además, el local contiguo estaba vacío y sin el deterioro de 95 años sin reformas que tenía el número 17 de la calle San Mateo, la sede del Magia Estudio de Encarnita y José Luis. El traspaso se llevó a cabo a pesar de que la veterana vendedora prefería cerrar para siempre antes que cederlo a alguien no adecuado. A la dueña le costó deshacerse de Magia Estudio, pero sabía que lo dejaba en buenas manos. «Ella sabe que yo me dedico con cuidado y mimo a la magia y sabía que respetaríamos la filosofía del comercio», señala Sánchez.

Sangre joven

Desde 2014, Magia Estudio cuenta con dos nuevos propietarios. Ricardo no es sólo mago. «Acabé la carrera de Derecho, que no me gustaba, con 24 años. Me sirvió para estudiar un máster de Edición Literaria en el que, como proyecto paralelo, cogí un librito de magia en inglés. Lo traduje y lo edité. Lo hice sin pretensiones, pero un libro me llevó a otro y luego a otro». Lleva 10 o 12 bajo una editorial propia, Mystica Libros, que también tiene sede en San Mateo, 19.

Además, el mago ofrece asesoría para espectáculos. Si quieres hacer la escena del maletín de Mary Poppins, si eres un mago que prepara un número para concursar o guiones para espectáculos nuevos, Ricardo te ayuda.

A la vez, la trastienda se ha convertido en un lugar acogedor en el que se ofrecen talleres de alto nivel o masterclasses dirigidas a magos. También se dan clases de iniciación y se ha convertido en el contenedor de una generosa biblioteca con todo lo relacionado con el ilusionismo.

Y por si fuera poco, como cuenta Edén Herrera, «la tienda ya está en internet» y uno puede hacerse con los trucos, DVD, libros y parafernalia varia desde la comodidad de su criadero para conejos mágicos.

La comunidad de la chistera

Ricardo y Edén reiteran que Magia Estudio sigue siendo sitio predilecto de un nicho tan efervescente como el de los aficionados y profesionales de la magia. «Por aquí vemos pasar a magos de todo tipo. Desde el tipo que quiere una moneda que fabrica un tipo sueco y que tiene un cortecito exactamente en un punto, al que compra barajas a granel; o el aficionadete que se compra novedades en forma de truco y que no actúa nunca en público, sino que gasta un presupuesto mensual en magia como hobby. Imagino que es lo mismo que el tipo que hace maquetas. También vemos al que quiere un regalo para otra persona del tipo de una caja de magia como Magia Borrás, pero algo más cuidada», describe Sánchez. «Además, fabricamos material que vendemos sólo aquí».

Así, ese templo del ilusionismo acoge con frecuencia a un comunidad que, lejos de los prejuicios que se puedan tener, está lejos de ser un ejemplo de opacidad. Se trata de una parcela de conocimiento repleta de secretos a medio camino entre la ciencia y el espectáculo, entre la habilidad física y la intelectual, llena de miembros ávidos por compartir ideas y trucos.

Según el mago asturiano, a poco que te ganes la confianza suficiente, tendrás acceso a una cantidad ingente de información. «Todo lo que tienes que hacer es aprender y estar por ahí rondando hasta que alguien te dice: pasa». Y se abre el tarro del saber mágico. «Es una disciplina muy parecida a la gremial de toda la vida. Mi maestro, Pepe Peña, me dio un sobre con tres cartas y unas instrucciones. Practiqué mucho durante una semana, a pesar de que yo ya hacía magia, y se lo enseñé. «¿Por qué no te pasas un día por casa?». En ese momento, Ricardo Sánchez se dio cuenta de que ya formaba parte de ese gremio.

En la tienda ocurre algo similar. «Un día aparece un chaval preguntando y le guías amablemente. Si viene después y ves que hace preguntas más interesantes le dices: “Pasa, que te lo cuento todo”». Sánchez asegura que hay mucho pavoneo en la magia, muchas ganas de demostrar todo lo que uno sabe. Ese ego alimenta el ansia por compartir el conocimiento.

La magia vive, aunque tú no lo sepas

La desaparición de la magia de los medios masivos como la televisión ha provocado una falsa percepción de decadencia. Muchos espectadores tienen la impresión de que el espectáculo languidece sin la presencia constante de figuras como la de Juan Tamariz o Pepe Carrol, ilusionistas que eran colaboradores habituales de programas televisivos, magos que estaban cada fin de semana en los salones de toda España.

Edén Herrera lamenta que «ahora se reclama a los magos en programas como Got Talent, que no tienen respeto por la magia. Los mismos magos mirarían con recelo a otro que ha ido a un programa como ese. En el Got Talent americano, por ejemplo, no existe ese problema. Van grandes magos, entre otras cosas porque la figura del mago allí es más popular».

En cualquier caso, la escena española está más viva que nunca y el circuito cuenta con un buen número de salas especializadas que han creado un tejido suficiente para que muchos profesionales puedan vivir del ilusionismo. No hay miedo al futuro. «La generación de magos de los años 70 y 80 crearon unos cimientos tan fuertes, hicieron de Madrid un lugar tan potente, que va a costar mucho que se reduzca el número de magos o espectadores», asegura Ricardo Sánchez. Si el ilusionismo desaparece, miren debajo de la chistera. Puede que lo hayan ocultado ahí.

 

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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