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Magoz, el ilustrador que tiende al ‘poco’

Cuando alguien accede al sitio web del ilustrador barcelonés Magoz, lo primero que encuentra es a un perpetuo caminante cargado de lápiz y libreta, es decir, las figuras paradigmáticas del trabajo y la creatividad.

La combinación del estilo de Magoz –que apela a la escasez y la sencillez– y el contenido que el ilustrador ofrece en esa páginas, definen con precisión quién es y cuál es su filosofía ante el trabajo y el conocimiento.

Magoz es autodidacta y muy consciente de cómo ha avanzado la humanidad a lo largo de la historia. «Que otros compartan sus hallazgos me facilita muchísimo mi propio aprendizaje. Una vez que he creado, testado y usado mis propios procesos y herramientas, ¿por qué no compartirlos? Así es exactamente como la humanidad ha evolucionado. Siendo aprendices y maestros al mismo tiempo», explica.

La oferta de bienvenida al universo creativo y productivo de Magoz es un kit de herramientas útiles para freelances y creativos, y una selección de artículos prácticos. Acerca de cómo utiliza Illustrator; acerca de cómo escoge y emplea el color de sus proyectos; acerca de cómo consigue alcanzar los mayores índices de productividad en su trabajo. Si alguien quiere transitar por el camino que él trazó, ahí está el GPS, a un email de distancia.

[bctt tweet=»Magoz eliminó todo aquello que absorbía su tiempo útil y se declaró un ilustrador nómada» username=»Yorokobumag»]

El resumen podría establecerse en algo así: que sea poco y que sea útil. Que se pueda exprimir el tiempo de trabajo al máximo y que permita disfrutar del tiempo libre que un alma libre necesita.

Como profesional, Magoz se ha despojado de todo lo accesorio. «No tengo personas a mi cargo ya que me permite tener un control, flexibilidad y libertad que no son posibles en una estructura de empresa tradicional. Bajo esta premisa, mi objetivo es reducir mi tiempo empleado en tareas administrativas el máximo posible».

El barcelonés comenzó a desarrollar el año pasado lo que él llama un sistema operativo con el que controla todos los procesos de su vida. Le permite supervisar el estatus de cada tarea, llevar la contabilidad, visualizar el uso de su tiempo e incluso exportar su declaración de la renta. «Es algo así como un asistente personal más inteligente y eficiente que yo. Se ocupa de las tareas que deben hacerse, pero a las que no quiero dedicar mi tiempo. Y más importante aún, elimina el error humano de la ecuación, ya que todo está automatizado», cuenta.

La otra clave de su personal modelo productivo pasa por aniquilar la pérdida de tiempo. Por ejemplo, Magoz mandó la tele a tomar viento. «Identifiqué el patrón salón-sofá-televisión como un agujero negro de mi tiempo que no me aportaba nada». También cuadriculó su uso de las redes sociales. «Eliminé todas las redes sociales que no me aportaban. Las que no eliminé, las dejé de usar como fuente de ocio y ahora cada una de ellas tiene un objetivo claro, por lo que solo entro en ellas con un motivo muy específico». A pesar de todo, Magoz afirma que «la batalla nunca termina» y que la tentación no cesa. Evitar un uso inconsciente del tiempo es el mejor remedio contra la improductividad. 

Lo mínimo como solución a los problemas

Una buena parte del discurso profesional de Magoz se articula en torno a un objetivo: encontrar algo que se define como la solución elegante, es decir, encontrar la solución efectiva a un problema con el menor gasto posible en materiales y sudor. «Cuando doy con una posible solución, pongo a prueba cada proceso, buscando siempre la mejora en cada iteración. Irremediablemente, eso me llevó a la programación y a crear herramientas que automatizan esos sistemas. Los procesos dejan de ser tan abstractos y ya no son únicamente un conjunto de reglas, sino que tienen una interfaz y se vuelven mucho más tangibles, haciéndolos más intuitivos y más divertidos», señala.

Mantener cada parcela en lo mínimo posible ha hecho que sus posesiones también sigan ese principio y, no se sabe si como causa o consecuencia, su vida se haya podido convertir en una existencia nómada.

[bctt tweet=»La organización estricta del trabajo de Magoz le permite liberar tiempo para vivir» username=»Yorokobumag»]

Magoz decidió empaquetar lo básico hace seis años y emprender un futuro sin coordenadas fijas. Se declaró nómada y se marchó a Bristol porque lo primero que necesitaba era mejorar su inglés. De ahí, al sudeste asiático, a Finlandia y a Europa del Este. «En estos años he recorrido más de 30 países. El nomadismo me ha permitido construir cada parte de mi vida a mi manera, empezando por los cimientos y añadiendo nuevos pisos a medida que mi opinión, filosofía de vida y preferencias se han ido formando», dice el barcelonés.

Para conseguir que esta peculiar concepción de la vida laboral fuera realizable, Magoz ha tenido que sistematizar los protocolos. Cuando viaja, divide sus días en dos para poder trabajar y disfrutar de los destinos a la vez. Si quiere estar 5 días en una ciudad, reserva 10 para tener tiempo libre suficiente.

Un calendario digital y una app de listas de tareas le ayudan a organizar cada jornada. Unas hojas de cálculo consiguen mantener a los clientes catalogados y la comunicación con ellos al día. Un portátil, un iPad y unos auriculares con cancelación de ruido consiguen que su estudio se alce temporalmente sobre casi cualquier superficie horizontal.

El ilustrador trata de hacer entender que también hay una parte importante de sacrificio. «Trabajar desde una playa paradisíaca suena genial (y lo es), pero requiere mucha más voluntad para no dejar tus tareas para el día siguiente. Uno tiene que acostumbrarse a trabajar casi desde cualquier parte en diferentes contextos».

También ha de acostumbrarse al cambio en el apartado social. «Las relaciones personales mutan. Algunas de ellas florecen ya que, paradójicamente, la distancia te acerca a algunas personas. Mientras que otras que considerabas sólidas, se disuelven e incluso desaparecen. Pero, por otro lado, el viaje es una fuente inagotable de conocer a nuevas personas y algunas de ellas se vuelven tus mejores amigos», cuenta Magoz.

Magoz ha hecho de lo poco virtud. Ha reducido sus herramientas, su ropa y sus propiedades al mínimo. «La frugalidad, a pesar de tener muchos beneficios, implica en muchos casos no poder tener aquello que te apetece tener y que podrías tener si no estuvieras en modo nómada». Pero algo hay que tirar por la borda cuando el beneficio pasa por tener la sensación de viaje perpetuo en equilibrio con la vida laboral.

El decálogo de la productividad trotamundos de Magoz

  1. Reduce tu equipo al máximo.
  2. Mantén los asuntos legales y contables bajo control. Delega.
  3. Crea presupuestos y planifica las estancias.
  4. Vence a la procrastinación aunque el destino sea tentador.
  5. Duplica el tiempo en los destinos: trabaja la mitad del tiempo, disfruta del tiempo libre la otra mitad.
  6. Comparte tu conocimiento.
  7. Elimina de tu vida aquello que ocupe tu tiempo y cuyo objetivo no tengas claro.
  8. Crea procesos, automatismos y alarmas para las tareas repetitivas.
  9. Asume que puedes estar solo o tenerlo difícil para entenderte con los locales.
  10. Busca la solución elegante: eficiencia y sencillez.

 

Por David García

David García es periodista y dedica su tiempo a escribir cosas, contar cosas y pensar en cosas para todos los proyectos de Brands and Roses (empresa de contenidos que edita Yorokobu y mil proyectos más).

Es redactor jefe en la revista de interiorismo C-Top que Brands and Roses hace para Cosentino, escribe en Yorokobu, Ling, trabajó en un videoclub en los 90, que es una cosa que curte mucho, y suele echar de menos el mar en las tardes de invierno.

También contó cosas en Antes de que Sea Tarde (Cadena SER); enseñó a las familias la única fe verdadera que existe (la del rock) en su cosa llamada Top of the Class y otro tipo de cosas que, podríamos decir, le convierten en cosista.

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