Mientras el mundo se preocupa por el gluten y la temperatura del mar, el gobierno sueco está preocupado por algo más acuciante: la posibilidad de una amenaza inminente. Por eso ha editado un manual de defensa civil llamado Si llegara una crisis o una guerra. Su objetivo: educar y prevenir a la población sobre qué hacer ante un desastre a gran escala. Así que a prepararse, porque al que madruga Dios lo ayuda.
«¿Qué harías si tu vida habitual de pronto quedara patas arriba?», pregunta el folleto. Y no se refiere a un futuro con zombis, sino a la posibilidad de una guerra (o, en el mejor de los casos, un apagón total). Para entender por qué los suecos están preocupados, basta mirar un mapa. Suecia se encuentra frente a tres exrepúblicas soviéticas inestables y entre dos bases de la flota rusa del Báltico, Kronstadt y Kaliningrado.
El apocalíptico folleto sueco llega en un momento político delicado, pero como concepto no es nuevo. El gobierno alemán publicó un documento similar en 2016. Su título, otro himno a la alegría: Katastrophen. En él, con la habitual sobriedad germana, aparecen consejos sobre cómo sobrellevar tornados, tormentas eléctricas, olas de frío polar, derrames tóxicos y quizá hasta la llegada de un refugiado sirio al barrio.
Sin embargo, el folleto alemán no dice qué hacer si se desata una guerra (quizá porque la experiencia de dos conflictos mundiales les ha enseñado a enterrar familiares, pasar hambre y juntar montañas de escombros). Esa es la diferencia entre esos dos cuadernillos: el alemán se centra en accidentes y desastres naturales, mientras que el sueco no tiene remilgos a la hora de mostrar una invasión militar con tanques, helicópteros, aviones y fragatas misilísticas.
Por las dudas, en un recuadro rojo y con tono churchilliano advierte: «Si Suecia es atacada por una nación extranjera, jamás se rendirá. Toda información referente a cesar la resistencia será falsa».
Fue Gran Bretaña el primer país que pensó seriamente en una defensa civil para su población. Pero no lo hizo a causa de un desastre natural, sino de uno humano: la Primera Guerra Mundial. Cuando en 1915 los ejércitos contendientes se atrincheraron, los zepelines del Káiser empezaron a bombardear Londres. Fue entonces cuando surgió un subcomité gubernamental para la defensa contra los ataques aéreos.
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Se llamó ARP (sigla inglesa de Air Raid Precautions) y comenzó a funcionar de inmediato, pero fue recién en 1935 que se estableció la primera defensa civil organizada. Los norteamericanos introdujeron la suya décadas más tarde. Hasta esa fecha la responsabilidad de la defensa civil recaía sobre los condados y estados de la unión.
Pero en 1949, la Unión Soviética hizo detonar su primer artefacto nuclear y en 1950 Corea del Norte invadió Corea del Sur. La Guerra Fría se volvió candente y el presidente Harry S. Truman estableció la FCDA o Administración de Defensa Civil Federal. Por cierto, el concepto Defensa Civil surgió originalmente de las medidas que el gobierno civil debía tomar en tiempos de guerra.
Visto desde la actualidad, los pósteres norteamericanos de los años 50 parecen surgidos de un terror atómico colectivo e insensato. Pero en medio de semejante tensión ideológica, a nadie se le hubiera ocurrido publicar un folleto moderado como el alemán. En los años 60, la aprensión mundial llegó a tal punto que hasta Suiza, país neutral en ambas guerras, publicó su propio manual de defensa civil.
Se llamaba Zivilverteidigung y llegaría a cada cantón y cada hogar. Se trataba de un pequeño libro rojo, tan omnipresente como el Libro Rojo de Mao, pero un poco menos de izquierdas. De hecho, era un alegato rabiosa y ferozmente anticomunista y contenía dos libros en uno.
En sus páginas impares (las derechas), narraba cómo el pueblo suizo se resistiría a una invasión extrajera y saldría triunfante. En las páginas pares (las izquierdas), contaba la historia opuesta: cómo el pueblo suizo sería vencido si no se resistía a una invasión extranjera. Zivilverteidigung tuvo tanto éxito que fue traducido al japonés y publicado en ese país en 1970. Y reeditado en 1995 y de nuevo en 2003.
Podría decirse que la tierra del sol naciente, al igual que Suecia, cayó presa de la paranoia. Pero los japoneses tienen buenas razones para estar preocupados. Enfrente tienen a los comunistas coreanos con sus misiles; al poderoso ejército de la China comunista al sur; y a los nostálgicos de la antigua URSS al norte. Y mirando sospechosamente a esos tres países están las 23 bases militares que los norteamericanas mantienen en las islas.
Como norma, los folletos de defensa civil tienden a evitar las imágenes de conflictos armados. Suelen, en cambio, utilizar eufemismos visuales como hombres con cascos y palas, bomberos y policías valientes.
Pero durante la Guerra Fría, la propaganda era intensísima y no temía mezclar imágenes de familias amorosas con las de un hongo nuclear. Tan flagrante resultaba aquello que algunos –probablemente hartos de tanta crispación– se pasaban tres pueblos radiactivos y publicaban obras como el Libro divertido de la guerra nuclear.
Holanda (país que como Suecia y Japón es ajeno a la exageración y el melodrama) está refaccionando centros de defensa civil de los años 70, construidos originalmente para dirigir operaciones en casos de emergencia nuclear. ¿Nostalgia? ¿Una manera sutil de prevenir a la ciudadanía? Quién sabe.
Mientras tanto Hawái prueba sirenas de alerta que no se utilizaban desde la Guerra Fría (y no para avisar de sus volcanes). Su Departamento de Defensa ha publicado Emergency Preparedness, un folleto que no escatima ni fotos de hongos atómicos ni retratos de Kim Il-Sung y Kim Yong-il con sus misiles.
Son tiempos de alta tensión y los suecos se han atrevido a nombrar lo innombrable. La posibilidad de un futuro más aterrador que cualquier superproducción catastrófica de Hollywood. Muchos se reirán creyendo que el gobierno sueco exagera, que suecos y japoneses se preocupan innecesariamente.
Probablemente estén convencidos de que esas cosas solo les ocurren a otros. Pero la realidad nunca anuncia lo que va a hacer. De hecho, la primera reacción ante un desastre a gran escala es la incredulidad más absoluta.
3 respuestas a ««Si llegara una guerra…»: Suecia prepara a sus ciudadanos frente a una crisis»
Con relatos apocalípticos es difícil contar algo bonito, macabro si, pero no bonito.
Es posible tener una edición en inglés del folleto «por si acaso»
«Aequam memento rebus in arduis servare mentem»
la vida puede ser siempre mas forte …