Se supone que una bandera sirve para representar a un conjunto de personas, una nación… (¿algún vexilólogo en la sala?) Pero ¿qué ocurre cuando ese país o grupo al que representa se encuentra en pleno proceso de cambio? ¿Debería este afectar también al trozo de tela con el que se identifica? En el caso de la rojigualda, Julio Falagán tiene una opinión muy clara al respecto: «La nueva España Europea que se está configurando –¿o deberíamos decir desconfigurando?- necesita una nueva bandera: Spanien».
Como no está del todo claro si ese proceso en el que se encuentra inmerso nuestro país es progresivo o regresivo, Falagán decidió recurrir a una estilizada águila real con lo que mataba dos pájaros de un tiro (nunca mejor dicho): hacer referencia al escudo alemán (¿por qué será?) a la vez que rememoraba al símbolo preconstitucional más popular (‘el aguilucho’).
Que Falagán reparara en la bandera española no es algo anecdótico. En su caso, es continua la revisión de iconos y objetos de lo más cotidiano y castizo, a los que suele remakear mediante collages, palimpsestos y otras técnicas en las que utiliza elementos característicos de la cultura pop, el graffiti, etc.
Marca Spanien, según cuenta, es «su reacción contra el aparatoso lavado de cara que supone la oficial ‘Marca España’, una política de estado a largo plazo que busca mejorar la imagen del país tanto en el interior como en el exterior y en la que priman los imperativos económicos».
La reforma exprés de la Constitución en 2011 le dio pie a bautizar el proyecto, que en 2013 formó parte de la exposición Bancocracia, como Prioridad Absoluta.
Posteriormente, su nueva bandera viajaría a Berlín donde participó en Marca España, un proyecto expositivo y de pegada de carteles, dirigido por José Jurado, que se desarrolló en el Europe Creative Center ECC, en la periferia de la capital alemana. La muestra berlinesa tuvo un efecto inesperado. Durante una manifestación de españoles frente al Reichstag, una chica enarboló la bandera inventada por Falagán.
Aún atónito después de ver la imagen en televisión, Pedro Gallego, de LaGran, llamó a Falágán: «¿Y si es esa la nueva bandera que representa de forma más clara que las otras lo que somos? Si la llamada ‘Marca España’ es evidente que no nos representa, es necesario -le propusimos- utilizar la primera para rediseñar todo lo que sustenta la segunda».
Convencido, el artista se puso manos a la obra, junto a la editora de arte de Gallego, para «reinstalar el nuevo icono» y plasmarlo en diversos souvenirs y objetos de presencia cotidiana en las tiendas de regalos. «El objetivo es que todo el mundo pueda recordar cuál es el sello de la verdadera ‘Marca España’ –convertida en ‘Marca Spanien’– y llevárselo consigo en diferentes formatos que van desde bolsas, abrebotellas y abanicos, hasta tazas o incluso el diseño de una nueva marca de cerveza».
Una completa colección de artículos y productos que propiciaría la difusión de la imagen de la nueva bandera y con ella el debate sobre si la ‘Marca España’ es tal vez algo muy diferente de lo que las instituciones nos quieren hacer creer. «Pero no solo desde el punto de vista político o social, sino también como soporte cultural e imagen de una cultura oficial que ha quedado totalmente desfasada».
A la relectura de la verdadera identidad del país que Falagán y LaGran pretenden formular con Marca Spanien no le falta ambición: «¿Imagináis que dentro de poco alguien desde Arkansas busque en Google “Spanish flag” y sea esta nueva bandera la que aparezca?».
Antes de que eso llegue a ocurrir, el proyecto de Falagán tiene un gran frente abierto dentro de nuestra frontera: la similitud de la imagen de Marca Spanien con la bandera preconsitucional. Pedro Gallego admite el rechazo y el respelús que, a primera vista, puede producir pero, asegura, que es elemental para entender el proyecto: «Somos conscientes de que la serie juega al límite y, de hecho, la identificación entre la Nueva Bandera y la preconstitucional es premeditada. Falagán nos advierte de que esa imposición del poder económico al político, que pretende evidenciar con la imposición de símbolos ajenos en la bandera, nos hace volver al pasado porque no es democrática».
Para tratar de suavizar la similitud con los símbolos franquistas y, de paso, reforzar la relación con los alemanes, Falagán y LaGran comenzaron a jugar a mezclar iconos españoles y germano, dando lugar a híbridos como la Puerta de Alcalá coronada por la cuádriga de la de Brandeburgo.
«Nuestra estrategia ahora es dar a conocer la imagen en la mayor cantidad de medios posible para que también fuera del mundo del arte se identifique el escudo del águila con el alemán y no con el preconstitucional. O sea, difundir, difundir y difundir, para que el mensaje político también llegue y la gente piense».
Gallego asegura haber comenzado ya a «sacar a pasear» algunos de los primeros prototipos de bolsas de lona con la bandera «y es complicado, porque efectivamente mucha gente en el metro te mira raro… muy raro… Así que vamos a cambiar un poco algunas piezas usando símbolos más elaborados; y la mayoría, al menos al principio, van a quedar de puertas para adentro de casa donde sí puedes controlar el mensaje».
Mientras, su propósito es dar a conocer la imagen y todo su porqué ya que, aseguran, que «cuando explicas de qué va, el 99% de la gente no solo lo entiende sino que está de acuerdo al 100%».