Cuando la música empezó a perder su forma física para pasarse al streaming, muchos se temieron que los artworks y las portadas se olvidaran por el camino. El trabajo de Mason London demuestra que no va a ser así. Algunos de sus dibujos se estampan en las portadas de los discos. Otros se convierten en GIF animados y sirven para promocionar en las redes nuevos discos y canciones.
Así lo ha hecho con artistas como Lily Allen, Fatboy Slim o Kiefer. «Funciona igual que el artwork de un álbum», explica el autor sobre estos formatos promocionales. «Te da una especie de teaser visual sobre qué puedes esperar del disco».
Joe Prytherch (que es su verdadero nombre) pasó la adolescencia coleccionando discos. Después empezó a grabar sus propios recopilatorios, para los que acababa dibujando una portada propia. Hoy esa afición se ha convertido en trabajo. «Creo que observar el artwork de los discos mientras los pones forma parte de la experiencia», defiende el creativo, que con los años ha seguido engordando su extensa colección de vinilos.
No siempre dibuja canciones. Mason London tiene encargos para marcas como Adidas, Nike o MTV. Colaboraciones con revistas como New Yorker. Sin embargo, siempre vuelve a la música. «Hay algo maravilloso en el proceso de trabajo con un músico. Tienes que sumergirte en sus sonidos y encontrar una forma de representarlos en un medio diferente», reflexiona.
Él lo hace en colores vivos y postales detallistas. Sus animaciones captan un ambiente. Reproducen un instante que se repite una y otra vez, en un loop infinito en el que muchos querrían quedarse a vivir.
Antes de todo esto, London trabajaba en una agencia de publicidad, un lugar que critica por su método de trabajo, cuadriculado y anacrónico. «Allí la forma que tienen de fomentar tu creatividad es reservar una sala de reuniones, meter a gente dentro y obligarlos a salir con algo en una hora». Pero las cosas no funcionan así. Al menos, no para este ilustrador, que defiende los beneficios de una hábito bastante criticado en el mundo laboral: procrastinar.
«Vale, no siempre es bueno», matiza. «Igual si tengo que colorear una ilustración o hacer algo más mecánico no es lo mejor, pero para buscar ideas… La procrastinación tiene muy mala fama, pero es muy útil para el trabajo creativo. Las ideas son como intrusos que se cuelan en tu cerebro cuando estás pensando en otras cosas».
Esta creatividad contemplativa se conjuga perfectamente con el trabajo duro. Lo cierto es que Mason London ha peleado mucho por llegar donde está.
Empezó a trabajar con casas discográficas hace ocho años. «Enviaba cientos de emails a todas las productoras y músicos que conocía y les preguntaba si podía trabajar con ellos». La mayoría decían que no o simplemente no decían nada, pero alguno aceptaba. «Y cada vez que eso sucedía, me esforzaba al máximo», recuerda. Así, poco a poco, fue creando un portfolio. «Y más casas discográficas empezaron a responder a mis emails y fui construyendo esto con el paso de los años».
Así, Mason London se empezó a convertir en un nombre recurrente en la industria. Y, de paso, cumplió otro sueño: que la segunda parte de su nombre artístico solo hiciera referencia a su pasado. «Sí, soy de Londres, he vivido toda mi vida allí menos tres años de universidad», explica. «Pero me he mudado a las afueras de Uppsala, en Suecia. Ahora veo un enorme lago por la ventana trasera de mi casa y un bosque por la principal». Así es mucho más fácil procrastinar.