Matthew Picton destroza los libros después de leerlos. Desgarra sus páginas, las corta, las pega y las recicla. Crea con ellas pequeñas formas que coloca sobre una base, amontonando una junto a otra en un pequeño caos de hojas huérfanas que, después de varios meses, comienza a cobrar sentido. Picton (Londres, 1960) construye maquetas de ciudades y lo hace valiéndose de libros que hablen sobre ellas. Él mismo acaba de publicar uno, Urban Histories, en el que recopila todo su trabajo, pero probablemente no corra la misma suerte que todos los textos que pasan por sus manos pues solo está disponible en formato electrónico.
Los mapas tradicionales reflejan una realidad geográfica, política o incluso turística en dos dimensiones. Pero los mapas de Matthew Picton son diferentes. Tienen una tercera dimensión, en sentido literal y metafórico: reflejan una realidad histórica y lo hacen desde sus cimientos. Las páginas que conforman las ciudades hablan de guerras y plagas, de traumas urbanos que el artista plasma quemando y censurando sus textos.
Así por ejemplo, las páginas quemadas de Diario del año de la peste de Defoe dieron vida a una maqueta de Londres después del incendio que la devastó en 1666. Un ejemplar de Guerra y Paz de Tolstoy sirvió para representar Moscú antes de la invasión napoleónica de 1812. Pero estos mapas tridimensionales no solo miran a nuestro pasado más remoto, también representan una ciudad amordazada y censurada como puede ser Teherán o un Nueva York mutilado tras los atentados del 11S.
Matthew Picton estudió política e historia en la London School of Economics, pero en la actualidad ejerce como artista desde su estudio de Oregon, EE UU. “En los últimos años me he dado cuenta de que mi formación proporciona profundidad a mi trabajo” dice Picton con un ápice de orgullo. «Mantengo un gran interés en la actualidad, la historia, la economía y la literatura, y todos estos elementos forman parte de mi obra”, explica.
Esta dicotomía vital, a caballo entre el humanismo y el arte, se refleja en su trabajo, algo de lo que él mismo es consciente. “Hay dualismo en mis obras”, reconoce lacónico. «Traslado y transformo documentos científicos en una pieza artística. Para mí el mapa sirve como una estructura en la que colocar y situar la historia cultural”.
La creación de estos mapas históricos lleva su tiempo, varía entre los tres y los seis meses “dependiendo del nivel de complejidad [de la maqueta] y de la investigación que conlleve”. Este proceso fue especialmente complejo en el caso de San Petesburgo, el trabajo del que más orgulloso se siente el artista. “Me llevó muchos meses de investigación y lectura comprender la trayectoria de la literatura rusa en relación a la ciudad”, recuerda ahora.
Pero este londinense no se centra demasiado en rememorar obras pasadas y pasa en seguida a hablar de nuevos proyectos. Ya está trabajando en dos maquetas, una de El Cairo y otra de Estambul. Y tiene en mente recalar en la historia española próximamente. “Probablemente haga una [maqueta] sobre Barcelona. La Plaça del Diamant de Mercè Rodoreda y Homenaje a Cataluña, de George Orwell son las novelas a usar como material de construcción. “Las dos se centran en un periodo de lucha y cambio durante la guerra civil española. Creo que pueden dar para un trabajo fascinante”.
También tiene planes para alguna capital latinoamericana, en concreto para México DF, Bogotá y Buenos Aires. Cuando termine su actual exposición en San Francisco, los mapas tridimensionales de Picton viajarán hasta México, igual es un buen momento para empaparse de la literatura autóctona y empezar a leer las páginas que en unos meses darán forma a una nueva historia cartográfica.