Cuando Melanie Smith llegó a México en el año 1989 desde su Inglaterra natal, huía de las políticas de Thatcher y el «panorama deprimente» que envolvía su país. «Yo lo que quería hacer era seguir trabajando y México me permitió mucha más libertad, cierta frescura», rememora la artista, «y se me presentaba como un panorama visual muy atractivo. Simplemente la manera en que los objetos están presentados en el centro de Ciudad de México me influyó muchísimo».
Vistas de la exposición «Melanie Smith. Farsa y artificio», 2018. Foto: Miquel Coll
Desde entonces esta artista inclasificable, que reniega de ser encasillada en ningún movimiento artístico, desarrolla su trabajo y su vida en el país norteamericano. Allí coincidió también con un grupo de gente cuyas inquietudes artísticas coincidían con las suyas, «gente muy interesante que estaba trabajando allí también por aquellas fechas» y cuya obra huía de cualquier noción de mercado. «Hacíamos las cosas porque teníamos que hacerlas. Era realmente estimulante todo eso».
Melanie Smith se formó como pintora, pero «siempre tuve muchas inquietudes en cuanto a las superficies planas», explica. «Mi formación estuvo muy influida por el minimalismo, pero cuando llegué a México eso da un giro de 180º». México y su barroquismo la impresionan; sus colores, «todas las saturaciones y caos de la Ciudad de México».
«De alguna manera sentí que tenía que romper esas superficies minimalistas e incorporar algo de lo social y lo político en mi obra. Sentí que la pintura no me satisfacía, no podía quedarme solo con la pintura. Así que empecé a trabajar con el vídeo, etc.». Porque eso es la obra de Smith, una amalgama de técnicas que parten de la pintura pero que van más allá, incorporando unas veces el vídeo, otras la fotografía, otras la escultura… todo en función de cuál sea el proyecto y según su visión para llevarlo a cabo.
«Mi diálogo», define la artista su obra, «parte siempre de la pintura, pero a veces no se lleva a cabo así. Son muchas preguntas alrededor de la pintura».
Gran parte de la obra de Melanie Smith es un alegato contra el capitalismo feroz, contra el neoliberalismo. Obras como Fordlandia o Xilitla exponen esa ruina de la megalomanía y el capital y de cómo la naturaleza acaba venciendo.
En ellas, Smith muestra su interés por mostrar cómo lo industrial permea la naturaleza, en mostrar los deseos y las proyecciones exóticas de aquellas personas que trataron de violentar la naturaleza para cumplir sus sueños de grandeza; y de cómo esta se rebela, se resiste lanzando un mensaje muy potente: hay lugares a los que el hombre no debe ir. Deberíamos haber aprendido de todo ello, sin embargo, en opinión de Smith, no ha sido así. «Estamos cada vez peor».
Pero Melanie Smith no busca adoctrinar ni moralizar con su obra. Sin huir de la denuncia, la artista evita por todos los medios esconder una moraleja y se aleja de esa corriente actual del artivismo. «Lo que menos quiero hacer con mi trabajo es moralizar. Mi obra tiene muchas capas significativas, muchos significados. Esa es la manera en que yo quiero profundizar en las preguntas».
La perspectiva es otro de los rasgos característicos de la artista inglesa afincada en México. Sus trabajos hacen viajar al espectador desde lo micro a lo macro, desde dentro hacia afuera. Spiral City es una muestra de ello. La artista ofrece un viaje en círculos sobrevolando Ciudad de México. Durante el vuelo en espiral, el foco se abre desde la cercanía de los tejados para ir subiendo más y más hasta abarcar gran parte de la ciudad.
Lo que allí desarrolla es una premisa que, según afirma ella misma, está presente en su obra: invertir las escalas. En Spiral City, esa inversión fue en parte algo inconsciente, pero no lo fue en otras obras como Fordlandia o María Elena. «Porque si empiezas con un plano muy saturado, muy de cerca, automáticamente cancelas todo lo que hay detrás», explica la artista.
Pretende con ese juego barroco eliminar la idea común de lugar, hacerlo desaparecer, eliminar esa idea de viaje hacia un lugar. Y recurre una vez más a Fordlandia para explicarlo. «Ya estamos ahí, no estoy haciendo una descripción, un viaje descriptivo de cómo llegar. Es entender el lugar desde texturas y vibraciones, distintas cualidades. Como si quitaras el geo, geopolítica, la idea del lugar».
Estas y otras obras se exhibirán en Melanie Smith. Farsa y artificio, la exposición que el MACBA ha organizado sobre su figura. Nueve salas y una instalación en la capilla harán un repaso por su trayectoria artística sin seguir un orden cronológico, sino temático. Así, la exposición está dividida en varios núcleos: Urbano, Color, Arqueología, Cuerpo, Naturaleza y Escala.
Vistas de la exposición «Melanie Smith. Farsa y artificio», 2018. Fotos: Miquel Coll
«Es un poco desconcertante en el sentido de que cuando entras al espacio vas a ver como constelaciones de obras. Es decir, si estás en la zona Urbano, por ejemplo, también está infiltrado por el Color o por el Cuerpo. Esto pasa con todos los núcleos de la exposición», explica Smith.
«Se puede entender la exposición como una especie de estratificación y constelación de distintas etapas de mi obra que van desde el 94 al 2018. Pero donde todo se implica con todo, todo se mezcla con todo». Para la artista, se trata de una experiencia guiada por colores, sensorial, que lleva al espectador a preguntarse por la historia del arte («hay muchas referencias a la historia del arte», comenta) y cómo se ha llevado a cabo hoy en día, cómo juega con la contemporaneidad.
La exposición, comisariada por Tanya Barson, se inauguró el pasado día 18 de mayo y estará abierta al público hasta el 7 de octubre.