No hacen ruido. Quizá por eso la Historia no se fija demasiado en ellas cuando escribe la versión oficial de una época. Pero están ahí. Haciendo posible que ocurran esos otros acontecimientos que sí aparecen en los archivos del pasado. Son cientos, miles, millones de mujeres que nunca han pedido ver su nombre en una placa pero siempre han estado apoyando a los nombres escritos en los trofeos.
El tiempo disuelve demasiado rápido la memoria de estas mujeres. Pero no está todo perdido. La tecnología puede recuperar historias que de otra manera se diluirían con la desaparición de esas personas que fueron niñeras, cocineras, cuidadoras, costureras, obreras, inmigrantes y emigrantes a la vez.
Muchos de esos recuerdos se rescataron del silencio eterno en Asturias y Galicia. El plan de recuperación se urdió en una sala repleta de equipos informáticos. Era el telecentro de Pola de Siero. Uno de esos espacios públicos destinados a acercar los ordenadores, las impresoras y los escáners a la población más alejada de estos dispositivos.
En ese centro trabajaba Carmen Suárez en 2005. “Hicimos un taller destinado a mostrar a las mujeres mayores de 50 años muchas de las utilidades de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación)”, explica la agente de igualdad. “Nuestra misión en el telecentro era organizar un proyecto utilizando estas máquinas. Teníamos que inventar algo que les resultase interesante y les hiciera descubrir su utilidad. Pensamos que sería interesante recuperar la memoria de estas mujeres porque son personas que han vivido la emigración y han trabajado durante mucho tiempo sin que nadie les haya reconocido su esfuerzo. Queríamos hacer algo que lo mostrara”.
Y lo hicieron en unas 30 horas. Esa era la duración del taller. “Las mujeres iban despacito porque sus conocimientos de internet eran muy básicos. El único requisito para acceder a este programa era tener unos conocimientos informáticos mínimos”, indica la monitora. “Pero lo importante es que hicieran y sintieran que eran ellas quienes creaban ese material”.
La vuelta a escena de esas décadas pasadas cumplió escrupulosamente las exigencias del taller. Las mujeres escribieron su historia en un procesador de textos. Recuperaron de sus cajones muchas fotos del pasado. Las escanearon y las convirtieron en una sucesión de escenarios y personas de otras épocas. Leyeron sus relatos y los grabaron en un archivo de voz. Buscaron música libre de derechos en internet. Juntaron las imágenes y los sonidos con un programa de edición. Crearon sus vídeos y los subieron a YouTube.
El pasado mental había quedado plasmado en una película de pocos minutos que ya nunca podrá borrar la memoria humana. “Estos documentos forman la historia de una comunidad. Es la constatación de una época. La historia de mucho trabajo”, especifica Nieto. “En estas piezas se ve lo que las mujeres son capaces de hacer y nadie valora”.
La recuperación del pasado no quedaba exclusivamente en el ciberespacio. Faltaba el momento final, y quizá el más importante de esta iniciativa, según la monitora. “Los vídeos se presentaban en la Casa de la cultura de la localidad. Proyectábamos el documental ante los familiares, amigos, vecinos, autoridades locales y medios de comunicación. Las autoras salían a comentar algo sobre la película y recibían un regalo. Lo llamábamos la premier mundial y era el momento de empoderamiento de la mujer”.
En 2007 Carmen Suárez se trasladó a Galicia como jefa de proyecto de la red de dinamización de esta comunidad y volvió a organizar el mismo proyecto. Veintiún ayuntamientos de Galicia se adscribieron al programa Memoria de muller (Memoria de mujer, en gallego). Esta vez el proyecto llegó aún más lejos. Participaron casi 110 mujeres de distintas poblaciones gallegas y en cada casa de la cultura de las poblaciones donde se impartía el taller se celebró una premier mundial.
“Se produjeron momentos muy tiernos. En una presentación un hijo se acercó a su madre para decirle que se sentía muy orgulloso de ella”, relata Suárez. La escena no era frecuente en la vida de estas mujeres. “Muchas de ellas son personas sin autoestima, que nunca han sido valoradas y que, en principio, no tenían ningún interés por las TIC”.
Era habitual que los maridos no apreciaran el valor del taller. “Muchos les decían que era una pérdida de tiempo y, cuando vieron la presentación de su mujer en un acto público, se quedaron muy sorprendidos. Era un momento de empoderamiento de la mujer”.
Todos los vídeos estaban reunidos en una web (memoriademuller.eu) que diseñó el equipo de A Navalla Suíza. “En cada pieza se puede ver un aspecto de esa sociedad. Unas hablan de la emigración, especialmente, a Suiza. Otras hablan del trabajo. Otras, de la familia. Es un mosaico de la historia de esa comunidad en la segunda mitad del siglo XX”, cuenta María Yáñez, responsable de contenidos del site.
“Hubo muchas mujeres que salieron de su pueblo por primera vez para ir a Suiza. Una de ellas contaba que se fue con 20 años y le encantó el país. Allí tenía una libertad que no podía ni imaginar en su tierra natal. Allí encontró a otro gallego y se casaron”, expone Yáñez. “Él quería ahorrar para volver a su pueblo. Ella no estaba tan convencida porque sabía que supondría dejar esa vida para encerrarse en casa. En el vídeo aparece una frase que llega a decir algo así como: Con lo bien que estaba yo allí”.
Las historias quedaron clasificadas en la web por palabras clave que facilitaban su búsqueda. La más repetida era “trabajo”, según la periodista y productora de contenidos digitales. Después, “familia”, “casa” y “amor”. Estos índices forman la economía del afecto. Una economía que no se contabiliza en el PIB pero que se ocupa de trabajos como la educación de los niños, el cuidado de los mayores, el apoyo a los maridos, la contribución en el negocio familiar… Una economía que las finanzas desprecian y no se atreven a contabilizar pero que contribuye de forma inestimable al desarrollo social.
El site que contaba todas estas memorias de mujer está hoy desconectado de su servidor. La llegada de un gobierno después de las elecciones de marzo de 2009 (el PP ganó a la coalición formada por PSdeG y BNG) apagó el proyecto. La web desapareció de la Red y los talleres no volvieron a realizarse. Pero la memoria de estas mujeres ya está rescatada. En cualquier momento podrían volver a la Red. Y además, como dice Carmen Nieto, “si se hizo una vez, se puede hacer más. Podemos retomar este programa y se pueden hacer muchos más en cualquier lugar del mundo”.
Así se hizo Memoria de mujer
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Querer y no haber podido estudiar
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Obrera de una fábrica textil en una zona rural
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