Cuando pensamos en juguetes para bebés, se nos vienen a la cabeza muchas formas y diseños, pero pocas, poquísimas veces, imaginaremos, por ejemplo, un mordedor con forma de rabanito, con sus hojas y todo. Ni un sonajero con forma de brócoli. Ni unos apilables con formas inspiradas en la Bauhaus o en artistas contemporáneos cuyas obras podemos ver en galerías de arte. Y muchísimo menos imaginamos que pueden comprarse en las tiendas de los museos.
Así son los juguetes diseñados por la firma Oli & Carol, una empresa catalana creada en 2014 por dos hermanas, Olimpia y Carolina Román, que vieron una oportunidad de cambiar el diseño de estos juguetes haciéndolo compatible, además, con la sostenibilidad y el cuidado del medio ambiente.
De raza le viene al galgo, como dice el refrán, porque las hermanas Román crecieron en una familia de empresarios y emprendedores. Su madre es la diseñadora de alfombras y artículos de decoración Lorena Canals, quien les ayuda, además, con el diseño de los juguetes.
«Oli&Carol nace porque siempre supimos que queríamos crear un mundo donde pudiéramos conectar nuestros valores personales con nuestro trabajo diario y donde pudiéramos hacer de este mundo un poco mejor cada día», comentan las dos hermanas. Viajeras, amantes del arte y con ganas de seguir la tradición familiar, Carolina y Olimpia empezaron a pensar cómo y dónde podrían aplicar su creatividad y esos valores personales que mencionan.
«Realmente, nunca fue el qué, sino el cómo. Es decir, el pensamiento nunca fue “vamos a hacer juguetes para bebés”, sino que queríamos hacer algo que transmitiese mensajes de valor en la sociedad para hacer un futuro mejor. Lo que sí es cierto es que nos dimos cuenta de que, si queríamos lanzar este tipo de mensajes y que tuviesen impacto en la sociedad, lo teníamos que hacer con aquellos que nos fuesen a representar en el futuro, de ahí los bebés. Al ser ellos los adultos del futuro, creímos interesante hablarles de sostenibilidad, alimentación saludable, cuidado del planeta, etc.».
Porque hay una clara intención didáctica en el diseño de sus productos. No es casual que representen verduras y frutas, algunas tradicionalmente poco apetecibles para los gustos infantiles. «Con nuestros diseños de frutas y verduras introducimos a los más pequeños en un estilo de vida saludable. Además, el hecho de que jueguen con nuestras frutas y verduras hace que se familiaricen con ellas y, por tanto, haya menor rechazo cuando empiezan la alimentación complementaria». A ver qué padre y madre se resiste a probar…
Sostenibilidad por encima de todo
Sin embargo, además de un diseño atrevido, las hermanas Román presumen de sostenibilidad en sus creaciones. Por otro lado, los suyos, cuentan, son los primeros juguetes estancos, sin agujeros, para evitar el moho y la proliferación de bacterias. «Todo empezó porque sabíamos que el 90% de los juguetes que están en el mercado hoy en día están hechos de plástico o silicona, además de que era un producto más bien aburrido, al que no se le aplicaba mucho diseño. De ahí que nosotras lanzásemos al mercado un producto de caucho 100% natural y pintado con pigmentos naturales que, además, fuese de diseño».
Y aclaran: «Pero, cuando hablamos de diseño hablamos de la capacidad de que nuestros productos conectasen con los bebés más que con los padres. Queríamos que fuesen atractivos para ellos, que les llamasen la atención y que les incitasen a interactuar con esos juguetes. Porque se trata de aprender jugando. Nosotras lanzamos mensajes mientras los bebés interactúan con nuestros productos».
Dentro de la empresa, Olimpia se encarga de la parte de producto y Carol, del marketing. Del diseño, en realidad, se encarga su madre, aunque ellas están involucradas en todo el proceso desde el inicio hasta el fin. «Toda creación empieza por la inspiración. Qué cosas nos inspiran y nos gustaría recrear. A partir de ahí, el equipo de diseño trabaja un sketch, que se convierte en un modelo en 3D y acaba siendo un prototipo. Una vez tenemos ese prototipo, se testea por los bebés. Diseñamos el packaging y acabamos con una campaña de marketing 360º».
Trabajar con un buen equipo de diseñadores, con una larga trayectoria profesional en el mundo de los juguetes, es una ventaja a la hora de sacar adelante este tipo de productos. Pero cuentan también con la asesoría y la colaboración de expertos en materia de salud infantil, como la Asociación Española del Juguete, pediatras y otorrinos.
Más que juguetes, arte
Viajar, explican las dos hermanas, conocer otras culturas, es algo que les ha servido para abrir la mente y pensar más allá de la zona de confort. Muchos de esos viajes tenían que ver con el arte «porque nos fascina». Normal que ese interés las haya llevado a colaborar con artistas como Donna Wilson y Peter Halley, del que Olimpia es gran admiradora. «El arte, el diseño, la arquitectura… son áreas que nos encantan. Disfrutamos muchísimo de todo lo que tiene que ver con estas disciplinas. De ahí que surgiese otro mensaje de la marca: cool kids love art. También les queremos transmitir a ellos esa fascinación que nosotras sentimos por el arte.
Pero también les han inspirado movimientos artísticos como la Bauhaus para diseñar sus productos. «Es un movimiento que nos inspiró muchísimo. Nuestros productos se reconocen por ser muy realistas porque eso es lo que buscamos. Sin embargo, en esta ocasión, queríamos lanzar un producto que fuese menos realista y más simple. Trabajando tanto las formas como los colores simples».
Para las hermanas Román, un juguete no solo ha de cumplir una función lúdica y educativa, también puede convertirse en un objeto artístico. «Queremos que los juguetes sean icónicos, es decir, que perduren en casa con el paso del tiempo, ya sea pasando de generación en generación o quedándose como un elemento decorativo que queda perfecto en las estanterías de casa».