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Creatividad

Michele Marconi: el sueño de dejar la agencia para dedicarse a dibujar

Cuando era pequeño surcaba las calles con un monopatín y mataba el rato dibujando. Por eso cuando Michele Marconi terminó el colegio, la idea de pintar tablas de skate le parecía lo mejor del mundo. Unos cuantos años después Marconi ha cumplido su objetivo, y de paso sus ilustraciones han ganado fama internacional y también se han acabado en las más prestigiosas publicaciones y marcas del globo.

El último formato donde pueden verse, en dimensiones mastodónticas, es en las pantallas de Callao City Lights, como parte de la colaboración entre esta empresa y Yorokobu que durante todo 2017 llevará la ilustración a la calle.

«Creo que no me lo creeré hasta que vea una foto», indica el diseñador italiano. «Mi primer año como estudiante de diseño gráfico lo he pasado en Madrid, y todos los días cogía el metro para ir a la escuela en esta misma parada, así que veía las pantallas al menos dos veces al día». Ese año madrileño formó parte de su formación en el Istituto Europeo di Design, lugar donde se formó para convertirse en ilustrador. Después llegaron los años de trabajo para una agencia de publicidad, pero finalmente, Marconi se ha hecho un nombre para poder dibujar cosas más personales por su cuenta.

Su estilo se caracteriza por la atención al detalle, las formas suaves y los colores fuertes que crean formas en ocasiones surrealistas. Estas características han hecho que muchos comparen su trabajo con el de los tatuajes de la old school americana. Pero, según dice, nada hay más lejos de la realidad. «Muchas personas me han preguntado si los hago o si me inspiraba en ellos. En realidad, ni siquiera lo he pensado».

Marconi tiene muchas otras influencias. «En los últimos años estoy buscando siempre nuevas inspiraciones, que mutan constantemente según los gustos e intereses». El italiano afirma que este cambio constante es lo mejor que le puede pasar a un ilustrador, porque lo reta a subir el nivel hasta alcanzar un estilo propio. En su caso, asegura, ha conseguido que le salga del lápiz de manera fluida y natural.

Sus diseños se realizan sobre todo con ordenador, pero sobre el escritorio de Marconi siempre hay un folio y un bolígrafo. «Mi proceso se inicia con el boceto, donde plasmo las formas y líneas generales de la ilustración», explica. Así su trabajo tiene una génesis manual y un acabado computerizado. Esta dualidad se adivina también en su estilo, que bascula entre lo moderno y lo vintage.

Además de en tablas de skate, Marconi ha tenido la posibilidad de pintar «sobre materiales y objetos impensables». Latas de refrescos, totems indios, libros e incluso carritos de bebidas, de esos que arrastran pesadamente los azafatos en el avión. Su último formato, seguramente el más grande sobre el que ha visto su firma, son las pantallas gigantes de Callao. Pero quizá en este caso no sea tanto la dimensión sino la localización. Michele Marconi ha vuelto al lugar donde empezó todo.

Por Enrique Alpañés

Periodista. Redactor en Yorokobu y otros proyectos de Brands and Roses. Me formé en El País, seguí aprendiendo en Cadena SER, Onda Cero y Vanity Fair. Independientemente del medio y el formato, me gusta escuchar y contar historias. También me interesan la política, la lucha LGTBI, Stephen King, los dinosaurios, los videojuegos y los monos, no necesariamente por ese orden. Puedes insultarme o decirme cosas bonitas en Twitter.

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